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Ilustración: Ramiro Alonso

La cruda realidad del salario real

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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Cualquier oficialismo prefiere que no se señale la existencia de problemas graves en el país, tiende a presentar los datos de la manera que más le conviene, y cuando le resulta imposible negar realidades preocupantes suele alegar que sus esfuerzos han evitado situaciones aún peores. Lo que caracteriza a los defensores del actual gobierno nacional es que, en este terreno, caen con frecuencia en actitudes un poco infantiles.

El Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT llamó la atención sobre datos oficiales. El poder de compra de los salarios ha disminuido desde 2019, acumulando una caída de casi 5% en promedio, y esta situación se mantiene pese a que la producción del país ya superó los niveles previos a la emergencia sanitaria, y a que precios internacionales extraordinarios han aumentado mucho la rentabilidad de algunas actividades, vinculadas con el sector agropecuario.

Todos sabemos que la caída del salario real tuvo que ver en parte con la pandemia y en parte con tendencias inflacionarias en el mundo, pero el oficialismo se empeña en sostener que estas fueron las únicas causas del problema, como si no hubiera llegado al gobierno con la intención declarada de reducir los desembolsos estatales y un claro discurso contra la “indexación” de las retribuciones personales (o sea, contra su ajuste de acuerdo con la inflación).

También les desagrada sobremanera a los oficialistas que se les recuerde el compromiso de volver, por lo menos, a los niveles que tenía el poder de compra de los trabajadores antes de que el Presupuesto Nacional y las pautas para la negociación en los Consejos de Salarios lo redujeran. El Poder Ejecutivo ha ido postergando el comienzo de ese proceso de recuperación, y en la actualidad el único compromiso que queda en pie es el de llegar al final de este período de gobierno con los salarios reales del comienzo, pero a nadie se le devolverá el dinero que le faltó para mantener su nivel de vida durante estos cinco años.

Tras la presentación del informe del Cuesta Duarte, el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres, hizo malabares con los números. Sostuvo que, si bien es cierto que el poder adquisitivo del salario disminuyó “a raíz de la pandemia”, en los últimos dos años esta desgracia no le ocurrió a la totalidad de los trabajadores, porque 27,4% de los del sector privado no perdieron capacidad de compra y 27% perdieron menos de 1%. Esto merece por lo menos tres acotaciones.

En primer lugar, Mieres cambió el período de referencia del Cuesta Duarte, reduciéndolo a dos años, y esto saca de la planilla parte de las pérdidas acumuladas en lo que va de este período de gobierno. En segundo lugar, que una parte de los trabajadores no haya perdido salario real en los últimos dos años no significa que lo haya ganado, y en muchos casos quiere decir simplemente que se mantuvieron en un nivel deprimido. Por último, pero no con menor importancia, que el impacto sobre más o menos la mitad de los trabajadores privados haya sido menor que el promedio de la caída del salario real implica, obviamente, que ese impacto fue mayor que el promedio para la otra mitad, y que hubo aumentos de la desigualdad.

Hasta mañana.

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