Desde el 23 de marzo el Sindicato de Psicólogas y Psicólogos del Uruguay (SiPPU) ofrece consultas virtuales en forma honoraria para atender situaciones que puedan derivar del aislamiento social requerido para prevenir la covid-19.
En este momento el servicio cuenta con 90 profesionales a disposición, aunque eventualmente puede activar una lista más amplia, en tanto monitorean cómo sigue la demanda de atención, explicó la licenciada en psicología Verónica Basso. “Este tipo de situaciones de encierro y soledad muchas veces remueve algunos duelos que no fueron bien abordados”, observó.
El SiPPU se formó recientemente –su asamblea fundacional fue en agosto de 2019– y frente a la cuarentena decidieron nuclear los ofrecimientos individuales que veían que los colegas hacían en las redes sociales.
El número de contacto se encuentra en la fanpage de Facebook y es rotativo. Basso dijo que “hay días en que son muchos los pedidos y hay que rotar la responsabilidad”. Los picos de demanda llegan a 40 o 50 consultas diarias. La intención es ir sistematizando la información vinculada al perfil de público que acude al servicio y sus requerimientos.
Aunque todavía es un proceso en curso, en principio observan que el usuario suele ser alguien acostumbrado a utilizar este tipo de abordaje y se trata, a grandes rasgos, de personas mayores. Muchos de ellos cuentan que por razones económicas no han podido continuar su tratamiento habitual ya que no pueden costear las órdenes o que el acceso a la mutualista les resulta estresante por el riesgo de contagio y no saben cómo resolverlo telefónicamente.
En ese sentido, Basso indicó que este equipo varias veces se ocupó de conectar al paciente con el prestador de salud: “En realidad, lo que nosotros brindamos no es una psicoterapia; es una consulta oportuna, con uno o dos encuentros para trabajar una situación puntual de la cuarentena que la persona plantee que la esté desbordando –la ansiedad, la irritabilidad, la frustración que genera–, y se intenta darle insumos para resolverla. Si es necesario, le sugerimos algún lugar donde derivar la consulta, por ejemplo, la línea de prevención del suicidio o la de violencia de género; tratamos de trabajar en red con los demás recursos disponibles. Lo recibimos, lo orientamos, pero también le ofrecemos esa posibilidad”.
Dependiendo de la comodidad y el manejo tecnológico, en acuerdo con el consultante, el servicio se efectúa mediante llamada o videollamada.
Al inicio del proyecto se delinearon algunas bases: limitar la intervención en tres encuentros como máximo (la duración de cada llamada promedia la hora), dejar claro que no es una psicoterapia, y si la persona plantea una demanda específica, intentar canalizarla. También formularon algunas preguntas para que el profesional indague en los sentimientos que el paciente experimenta durante la cuarentena, ver su recorrido con respecto a la consulta en salud mental, sus creencias o cómo gestiona su situación.
“Es importante ver con qué recursos se está enfrentando la persona y dónde se produce el desborde. Son lineamientos grandes y después, según la formación, hay estilos y formas de plantearlo. Cada uno tiene su batería; no es algo rígido”, aclaró Basso.
El listado está compuesto por profesionales de distintas corrientes psicológicas, algunos especializados en niños y adolescentes, por lo cual la implementación del servicio busca acercar el más adecuado a cada caso. Hay inquietudes que no son personales: muchos padres consultan por sus hijos y muchos hijos se preocupan por sus padres mayores, es decir, los extremos vulnerables y las situaciones de soledad. En paralelo, como es propio de la disciplina, los profesionales cuentan con espacios de covisión en los que, si es necesario, discuten la condición de algún consultante, porque genera dudas o presenta alguna particularidad.
Si bien quienes atienden en forma particular han experimentado previamente con las consultas remotas, no todos los psicólogos están habituados a atender en forma virtual, ya que muchos trabajan en régimen de dependencia con instituciones de salud o en educación. “Recién a raíz de esta emergencia están empezando a vincularse con este tipo de dispositivos. Creo que es revolucionario para el quehacer del psicólogo”, opinó Basso. Si bien, con respecto al encuentro presencial, en la llamada se pierde el lenguaje paraverbal, que aporta una visión de conjunto, e incluso en la videollamada se puede observar parcialmente al consultante, agregó que “de todas maneras no hay que desestimarlas, se pueden lograr muchas cosas; tiene otras características”.
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