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Juan Karakeosian.

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El boliche La Esquina del Mundo cambió de nombre y volvió a Villa Dolores

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Ahora es vermutería y se llama Ster.

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“Esto es un consultorio psiquiátrico” o bien “esto es un café literario”, suelta alternadamente Juan Karakeosian para describir su boliche. La Esquina del Mundo, que nació en 2 de Mayo y Líber Arce hace una década, pasó en los últimos años por otras locaciones (primero en Carrasco, atrás del hotel Sofitel, después en Buceo, sobre Luis Alberto de Herrera e Iturriaga). Una comitiva de seguidores hizo lo que pudo por mantener aquel espíritu donde La Esquina, como un castillo vagabundo, fuera a parar.

Ahora que volvió a Villa Dolores, a la “calle del lehmeyún”, como reza el cartelito que quedó esperando en la pared exterior, la comodidad del barrio se respira. Juan reparte los “buenas tardes” a los que pasan mientras recibe proveedores de pan o de baklavá. Él, que no cocina pero atiende y sabe administrar las anécdotas detrás de cada objeto del bar, bate las manos para describir eso que ejecuta casi naturalmente, como un maestro de ceremonias. “Este es un lugar afectivo”, explica.

Foto: Ernesto Ryan

La mudanza al origen es doble, porque es la casa lindera a la de sus padres y significó volver a abarrotar cada superficie con los regalos y los souvenirs, como el cepillo de dientes gigante, de alguna promoción perdida en el tiempo, o las zapatillas de baile de María Noel Riccetto, con los libros, los discos, los ejemplares de Selecciones del Reader’s Digest, con los cuadros de Yates y de Cabrerita, con los atuendos teatrales y los vestidos de novia, con las fotos de artistas de todas las épocas, de cualquier palo: Eric Clapton y Jane Birkin, Héctor Scarone, “el mejor jugador del mundo”, o Al Pacino, no por casualidad en un sitial destacado, con un perfil indiscutiblemente parecido al anfitrión.

Foto: Ernesto Ryan

La mesa de dos pide la pizza al tacho, esa novedad de la pizarra que, comenta más de uno, podría medirse con la famosa que impuso el Tasende. La porción no defrauda y los comensales quedan rumiando cuáles serán los tres quesos que lleva la preparación, a la que le encuentran más cara de tarta que de pizza bianca.

El resto de la carta sigue siendo igual: “Mi mamá cocina la pascualina, como siempre, está el lehmeyún, se agregó la muzza al tacho –está buena, la verdad, la saca una amiga– y alguna pizzeta con gustos, y cada tanto hay un plato del día, que pueden ser a veces milanesas, otras zapallitos o canelones. Sigue el brownie de chocolate y agregué un postre armenio, el baklavá, que es un hojaldre de miel, nueces y almendras. Y voy a hacer un experimento con focaccia y pan de campo, con hummus, bondiola y rúcula, o de berenjenas y queso de cabra”.

Foto: Ernesto Ryan

La Esquina, explica Juan, se ha manejado a lo largo del tiempo con el aporte de los amigos, que proponen y suman platos o emprendimientos culturales, como en épocas menos víricas fueron las tenidas poéticas y ahora es la lectura de la borra del café (los domingos, sólo para los que se anoten con anticipación).

La idea fue arrancar al mediodía, con la intención de ofrecer un vermú con tapeo. Al final ese horario no terminó de cuadrar, pero el formato persiste. “A esta historia nueva, más tranquila, con esta película que estamos viviendo en el mundo, le puse Ster, aunque sigue siendo La Esquina del Mundo”, reconoce. La inducción ocurrió cuando tapaba con pintura las letras de la pastería que ocupó el local en su ausencia: justo pasó una vecina y le señaló el nombre bíblico que asomaba como resabio. Cuando vinieron los dueños de Rooster a ofrecerle su vermú –le gusta contar a Juan– ya quiso obedecer las coincidencias. Pero si buscan entretenerse rápido, pregúntenle qué es ese afiche de “Se busca” con un perro de porcelana, o mejor prueben a tomar una copa sentados en el banco con resorte. En la vereda o en interiores, Ster, Juan, La Esquina, se prestan al juego.

Foto: Ernesto Ryan

Ster, en 2 de Mayo 1551 y Líber Arce, abre de miércoles a domingo de 18.00 a 23.30. El lehmeyún cuesta $ 90, la pascualina 180, las pizzetas para dos 350 y con gustos 400, la porción de pizza al tacho con ensalada, 250. Para reservar mesa o lectura de la borra: 099 202289.


Brindar en Las Brujas

Para disfrutar de un atardecer de vendimia en Las Brujas y adentrarse en los secretos del momento más importante del año para las bodegas, Artesana (ruta 48, km 3,6, Canelones) tiene un plan que se repite cada viernes, sábado y domingo de marzo. El primer contacto es con los viñedos, donde se podrá probar variedades de uva para comprender mejor por qué salen vinos distintos. Ya en la bodega se darán a conocer mostos en diferentes etapas de fermentación y, de vuelta entre los parrales, la degustación de cosechas diversas de sus tannat y zinfandel culminará junto a un fogón, probando los manjares de la cocina. Cuesta $ 1.600 por persona y toman reservas al 094 130442 o por el correo turismo@artesanawinery.com.

Combinación en la terraza

El viernes 12, de 18.00 a 21.00, la terraza de Modo Casona (Sarandí 544 e Ituzaingó) –un proyecto cultural con vista a la catedral– será escenario de Libros & Vino. Se trata de un ciclo ideado por Wanderland. Dicen las organizadoras que es un “maridaje para la vida”, porque en esta serie de talleres combinarán la lectura con otras experiencias potentes: “Usando herramientas de semiótica aplicada, de manera accesible y divertida, maridaremos libros con degustaciones de vino, café, música”. Prometen instancias tan profundas como divertidas que cambiarán la forma de relacionarse con los textos y los sentidos.

El menú de marzo consiste en trabajar en base a Diario de una diosa, de Fany Puyesky, con el café de The Lab y con una selección especial de vinos de Anfitriona. Para más información: claudiamera@wanderland.com.uy y 098 523121.

Diseñar y comer

Agustina Vitola y Soledad Corbo, del estudio Cuchara, serán las talleristas de “Diseño y gastronomía”, un curso que se realizará en el espacio de formación de Sinergia Kitchen Studio (Eduardo Víctor Haedo 2244) el 16 de marzo. Cuchara se especializa en la concepción y la producción de eventos gastronómicos, a la vez que desarrolla alimentos, productos y servicios vinculados a la industria alimentaria y la cocina. Sus intereses pasan particularmente por la sustentabilidad, la salud y la educación, a la vez que divulgan el potencial del food design. Por más datos, dirigirse a ks@sinergia.uy.

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