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La Mona Jiménez.

Foto: twitter de La Mona Jiménez

Ensamblado en Córdoba: La Mona Jiménez llega a Montevideo este sábado

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El artista argentino será el responsable de cerrar la primera jornada del festival Cosquín Rock.

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La Mona Jiménez será el número final de la primera jornada del Cosquín Rock 2024 en la Rural del Prado.

La longeva popularidad del músico argentino conocido en sus tierras como el Mandamás puede explicarse con cifras exactas. Sus discos superan los 100, a un ritmo de edición de dos por año, entre registros en vivo y de estudio. Si se toman las primeras dos décadas de su carrera musical, los 200 italianos que concurrieron al baile de Navidad de 1968 en Colonia Anita, y los 100.000 que participaron en la edición del festival folclórico de Cosquín en 1988, puede afirmarse que su público se multiplicó por 500 en 20 años. Luego continuó al alza, mucho más allá de las sierras de Córdoba.

El baile navideño corresponde a la primera etapa de la carrera musical de Carlos La Mona Jiménez como integrante del Cuarteto Berna, una agrupación liderada por el pianista y compositor Bernardo Antonio Bevilacqua, fundador del género más tarde conocido como cuarteto.

Sobre la segunda actuación referida, el detalle y la documentación es inmensamente mayor. Existe, por ejemplo, el registro audiovisual del espectáculo, que contiene la totalidad de los ocho minutos de música y la voz del cantante, en un intento de diálogo con la inquieta multitud: “Tranquilos, alegría para todos”, se lo escucha decir en tono apaciguador mientras el personal de seguridad rescata gente de las primeras filas.

También es posible acceder a la prensa de la época. El viernes 29 de enero de aquel 1988, el periódico La Voz del Interior tituló: “Una euforia demencial quebró la quinta luna”. La nota habla de un “escándalo” propiciado por “las huestes de Jiménez” y de “una de las páginas más oscuras de la historia del festival”. Era el debut del cuartetero en el evento más popular de su Córdoba natal y los organizadores nunca imaginaron que la concurrencia superara tan fácilmente las habituales 20.000 personas; la vida del artista cambió para siempre y para bien.

En las décadas siguientes llegó al Luna Park, a la televisión y al cine, y a Nueva York. Había empezado como bailarín de folclore y para el ritmo encontró un gesto de sus manos que logró imponer con la misma fuerza que sus estribillos. Cantó con Andrés Calamaro, Raúl Lavié, Alejandro Lerner, Palito Ortega, y más acá en el tiempo, con Damas Gratis y L-Gante, entre muchos otros. Después de la pandemia y tras un principio de ACV en setiembre de 2023, el cantante comenzó este año con un show en el estadio Mario Alberto Kempes, denominado El baile + grande del universo.

La doctora en semiótica María de Los Ángeles Montes, de la Universidad Nacional de Córdoba, estudió el caso y publicó el ensayo Cuartetero de corazón: La construcción de una identidad cuartetera en las canciones de Carlos _La Mona Jiménez (1984-1990)_. “No siempre el cuarteto fue sinónimo de una identidad cordobesa”, afirma la investigadora, que adjudica al artista la invención de una “apuesta discursiva” de validación y valoración del género que además propició la construcción de una identidad local asociada a la resistencia. “Ser cuartetero es cantar / simplezas alegres o tristes / pero fundamentalmente / entregarse al pueblo con nobleza”, dice la letra del tema “Cuartetero de corazón”, incluida en el documento.

A diferencia de muchos de sus colegas argentinos, La Mona nunca dejó de volver a su casa en Córdoba y tampoco apostó a una residencia porteña para darle más chances a su fortuna. “Tenía show esa noche”, dijo hace poco para explicar cómo no coincidió con James Brown en la estadía de su colega estadounidense en su provincia, con la naturalidad de quien no ha dejado de actuar en bailes pequeños y medianos cada fin de semana, incluso luego de acostumbrarse a llenar grandes estadios.

Pasado de rock

El cuarteto de sus canciones se ubica lejos de las tarantelas y los pasodobles con los que nació. La Mona lo aceleró y lo hizo mucho más ruidoso y desprolijo, y le agregó todo tipo de percusiones. Con el tiempo el artista también cambió su vestuario; de la simple camisa o el torso al descubierto pasó a estrafalarios trajes de color dorado y plateado, a tono con sus cada vez más extensos momentos de baile tribal.

Su llegada a Montevideo como parte de la grilla del Cosquín Rock tiene dos antecedentes de espectáculos masivos y rockeros: su participación en la edición cordobesa del mismo festival, en 2022, y la del Lollapalooza de Buenos Aires, en 2019. La Mona tiene decenas de historias junto a Luis Alberto Spinetta, Pappo, Charly García y Fito Páez, pero ninguna de ellas se acerca a la fiereza punk de su interpretación en vivo del hit “Colonia barata” o a la de sus dúos escénicos junto el alumno Cristian Gabriel Pity Álvarez al ritmo de “Por portación de rostro”.

En una entrevista con José Palazzo, productor del evento, el artista argentino prometió que en su espectáculo del sábado habrá candombe, de la mano de una cuerda de tambores comandada por el percusionista Fernando Lobo Núñez, y no faltarán sus éxitos “El federal”, “¿Quién se ha tomado todo el vino?” y “Ramito de violetas”.

Quien pretenda seguir explorando en las raíces de la música del cordobés y en la especial fidelidad de su público no tiene más que ir directo a Gracias a Dios (Polydor, 1985), su segundo LP editado como solista, y colocar la púa en “La Mona es un muchacho de barrio”.

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