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Ricardo Sapelli y Jorge Melide, haciendo pruebas. Foto: cortesía Mario Melide.

Un tesoro en el aire: 40 años de la vieja Eldorado FM

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La radio que acompañó la cultura juvenil y fue parte de la restauración democrática.

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En 1984 la frecuencia modulada montevideana ofrecía un paisaje casi desértico, en el que convivían Emisora Del Plata, Emisora Del Palacio y Azul FM. El 11 de julio la dictadura en retirada adjudicó varias licencias de radiodifusión y uno de los beneficiados fue Luis Mario Melide, quien desde comienzos de la década de 1970 dirigía Continental, una emisora de AM con baja potencia radicada en Pando.

Su sueño de la FM propia había comenzado a fines de los años 50, cuando se enteró del desarrollo de las radios de frecuencia modulada en Estados Unidos y pensó que las AM quedarían relegadas con el paso del tiempo. Melide asoció esta cruzada con aquella de los conquistadores europeos tras la ciudad del oro, y por eso decidió llamar a su radio Eldorado: “Es mi sueño, soy Hernán Cortés”, argumentó ante uno de sus hijos, quien lleva su mismo nombre.

Hasta entonces, aparte de dirigir la radio pandense, había trabajado como ingeniero de sonido en Sondor. Sus preferencias musicales pasaban por la clásica y el jazz, aunque también escuchaba bandas como Psiglo y Tótem. Más allá de sus gustos personales, notó que ninguna de las FM existentes priorizaba la difusión de rock, e identificó así el “nicho” donde moverse. Carlos Dumpiérrez sería el director artístico de la radio, dado su trabajo al frente del departamento de artistas y repertorio en el sello discográfico APSA/RCA.

El plantel inicial estaba conformado por Melide, que realizaba la dirección general del medio, sus hijos Mario (en la estética institucional), Jorge (como operador) y Gabriela (en la administración), Sandra Arévalo, Sergio Techera, Jorge Spatakis, Daniel Figares, Enrique Quique Pereyra, Darío Medina, Jean Lousteau, Ricardo Sapelli, Juanji Gentile, Juanjo Morialdo, Aldo Novick, Alejandro Espina, Nelson Petraglia y los hermanos Alberto y Luis Restuccia con su Eco contemporáneo, el programa donde compartían lecturas y música. Luego se sumó un oyente vecino que solía frecuentar la emisora y a quien Figares incorporó a El subterráneo bajo el nombre de Licenciado Orlando Petinatti, quien llevaría adelante varios personajes como Cachito de Piedras Blancas y el reverendo Michael Butchmann.

Frecuencia libre

“CXD 262 Eldorado FM... 100.3 megahertz, Montevideo, Uruguay”, decía uno de los spots institucionales de esta emisora, que comenzó a transmitir el lunes 18 de marzo de 1985. Melide procuró ubicar su radio en ese punto del dial para asegurarse un lugar central en el espectro radiofónico y quedar a la misma altura que Monte Carlo, pero en FM. Su intención era facilitar el acceso de los jóvenes, a quienes les bastaría cambiar la sintonía de sus mayores pasando de una banda a otra. En simultáneo, para consolidar la recordación de la audiencia, enfatizó el número de la frecuencia en los jingles de Raúl Medina en la que su cantante Elizabeth Rodríguez entonaba “cieeeen puuunto treees”.

La insistencia en destacar la numeración también tenía como finalidad que, en caso de cambiar la denominación de su radio, aun así se recordaría el número de la frecuencia. El “100.3” no sólo fue protagónico en spots radiales y televisivos, sino también en las piezas gráficas realizadas por Rodolfo Fuentes, quien también estaba a cargo del arte discográfico de unas cuantas bandas del renaciente rock uruguayo. Aquel logo le daba destaque a la numeración y, según recuerda Melide (h), su cursiva estaba inspirada en la firma de un amigo de su padre, Everildo Viera, titular de una radio de Rivera. La estética visual fue acompañada con el eslogan “Una buena onda”, tomado de la jerga utilizada por aquella generación de jóvenes, en juego con la informalidad de la tipografía.

Estas decisiones de Melide reflejan lo orgánico de la propuesta y el valor de su planificación, que favoreció instancias de creatividad y desarrollo de ideas inusuales para la radiodifusión uruguaya, desde guiarse por la curva de encendido donde crecía la FM para estar en el momento en el que se cruzara con la de AM, hasta su localización en Maldonado 1611 esquina Lorenzo Carnelli, que permitía ubicar el transmisor en la torre donde estaba el de Canal 10, por lo que entre el estudio y la antena mediaban menos de 200 metros.

La propiedad era una casa de altos construida a fines del siglo XVIII con seis habitaciones, cocina y baño. Los cuartos que daban a la calle se usaban como depósito para aislar sonoramente la salida al aire, que sucedía con la innovación de no incluir un vidrio separador del cubículo destinado al operador: “Era el modelo europeo de cabina y estudio en el mismo espacio por razones económicas, acústicas y de aprovechamiento del lugar”, detalla Melide (h). Esto facilitaba que al comunicador le alcanzara con estirar su brazo para darle un disco al operador, así como escuchar voces al aire, pero en segundo plano.

Los años dorados

Melide (h) recuerda que, si bien difundían mayormente rock y pop anglo, había espacio para las bandas rioplatenses, así como también brindaban cierto lugar a la nueva trova cubana, los oldies y la música popular brasileña. Tal eclecticismo fue reflejado en el “Ranking 100.3”, que incluyó temas como “Girls, Girls, Girls” de Mötley Crue, “Algo que decir” de Alejandro Lerner, “El jodedor” de Leo Maslíah, “Luka” de Suzanne Vega, “Tonight” de New Kids on the Block, y “La solución” de Los Estómagos. A todos los votó la audiencia, que mandaba cartas a la radio o llamaba a sus clásicos teléfonos (49 55 89 y 49 56 71) para participar en el chart.

En otras radios, lo más cercano a la propuesta de la 100.3 eran algunos programas de Emisora Del Palacio, pero Melide (h) la consideraba muy atada al catálogo de Orfeo, también perteneciente a la familia Gioscia, al igual que Palacio de la Música: “Éramos más selectivos respecto al rock posdictadura, que mayormente editaba Orfeo, y pasaban y vendían ellos. Dumpiérrez prefería estrenar un disco de Bruce Springsteen, que hasta entonces no sonaba en Uruguay, y al aire le decían Bruce ‘cien punto tres’ Springsteen, reafirmando que lo habíamos instalado”. Dumpiérrez ya no trabajaba en la discográfica, pero mantenía lazos con la empresa, hecho explícito en los tres álbumes compilatorios con la música de Eldorado FM publicados por APSA/RCA (Una buena onda - Eldorado FM 100.3, 1985 y 1986). Por su parte, el sello Perro Andaluz editó antologías de El subterráneo - 5 al hilo (1989) y Material desechable. Siete años de rock hasta el mediodía (1991).

Otra diferencia con Emisora Del Palacio, en la que por aquellos años surgía el periodístico En perspectiva, era la ausencia de contenidos sobre la actualidad política, por decisión de Melide. Con una programación dedicada exclusivamente a la música, Eldorado FM procuró visibilizar su marca asociándose a eventos como la transmisión del Montevideo Rock II (1988) en el estadio Luis Franzini. Antes, con motivo de su primer aniversario, en 1986, la radio organizó un festival en el Velódromo donde actuaron Fernando Cabrera, Jaime Roos, Eduardo Darnauchans y Polyester (la banda del actor Francisco Nápoli), más los argentinos Patricia Sosa y Juan Carlos Baglietto. No sólo de transmisiones masivas vivió Eldorado: en 1989 emitió un show de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en el boliche Laskina, además de entrevistar a Skay y Poli en el estudio de la emisora.

La radio atravesaba su mejor momento y lideró el rating durante varios años consecutivos: “Los cimientos eran Rock hasta el mediodía de Quique Pereyra, El subterráneo con Figares acompañado por Petinatti, Radio Rock, que provocaba algo que nunca había visto, como la fila de chiquilinas esperando en la puerta para conocer al señor Jean, y el Ranking, que llegaron a patrocinar simultáneamente las dos gaseosas más conocidas y salió al aire hasta el final de la 100.3 en la primavera de 1994”, rememora Melide (h).

Decile a Mario que vuelva

Los 90 vinieron con una mudanza a 18 de Julio 1220, cuarto piso, más otras situaciones inesperadas como la partida de Dumpiérrez y el sorpresivo arribo de Alfonso Carbone como director artístico en su lugar. Este movimiento implicó la llegada de comunicadores que lo acompañaban en sus emprendimientos mediáticos, así como del clásico Ruta 66, también oriundo de Emisora Del Palacio, que pasó fugazmente por los fines de semana dorados.

Estos cambios precipitaron la salida de Melide (h), que prefirió irse a El Espectador: “Me pareció un manotazo de ahogado. Le planteé a mi padre que no entendía esa salida ni la posible llegada, prefería a Enrique Pereyra, sabía de todo tipo de música y nadie decía algo malo de él. Aparte, me parecía que Alfonso nos usaría como un escalón y despertaba recelo en varios compañeros de la radio. Volví cuando él se fue, creo que estuvo alrededor de un año”. Tras este breve lapso en la 100.3, durante 1991 Carbone asumió como director artístico de Emisora Del Palacio hasta agosto del año siguiente, cuando Océano FM tomó la frecuencia.

Otro cambio importante fue el final de El subterráneo, que dejó de salir al aire el viernes 1° de febrero de 1991 tras años de liderar las tardes de la radio uruguaya y de marcar una diferencia respecto de la programación de Eldorado a partir del humor y la participación de oyentes al aire. Petinatti se fue a Del Palacio, donde un par de meses después comenzó Malos pensamientos, mientras que Figares continuó en la misma radio y franja horaria con Tarde de perros, acompañado por Arévalo, Fabiana Acosta y Gentile, quien llevaba adelante varios segmentos de humor.

En su nuevo programa, Figares compartía una mirada sobre los temas del día a partir de la lectura de diarios y revistas (“gentileza de Kiosco Salvador”, solía agradecer), además de armar fonoplateas con música en vivo y un cierre en el que los oyentes le pateaban penales. Coincidió con cierto auge del blues en la región, debido a la visita de artistas como BB King en 1992, además del desarrollo de bandas rioplatenses que en algún caso viraban su sonido hacia este género, como el caso de Níquel, algunos de cuyos integrantes realizaban “Atacando los blues”, una sección acerca de este género en Tarde de perros.

Los últimos años de Eldorado se caracterizaron por el trasiego de varios comunicadores que con el tiempo pasarían a la televisión, como Aldo Silva, que tenía su programa nocturno Entre paréntesis, y Gabriella Lavarello, que debutó en Los duendes del cemento, un programa de reportajes a músicos.

Más allá de varias limitaciones económicas que afectaban la infraestructura de la radio, aquel segundo tiempo de Eldorado se tornó un valioso campo de experimentación radial, y si bien perdió audiencia, e ingresos publicitarios, no dejó de significar un polo de atracción tanto para los oyentes que buscaban escuchar rock como para los artistas que procuraban difusión. Así, la radio apoyó el regreso de Psiglo por una noche en la estación central de AFE (1993), del mismo modo que Hermeto Pascoal visitó sus estudios semanas antes del cierre con el propósito de mejorar la venta de entradas para un show.

Mantuvo la mística hasta el final, aun cuando la grifa de Eldorado FM había dado paso a “la 100.3”, por decisión de Melide (h), para diferenciarla de Eldorado de los años 80. Bastaba escuchar las vocalizaciones más displicentes de algunos comunicadores y cierto espíritu anárquico para notar que la mutación de marca se ajustaba al cambio de época, acentuado por el fallecimiento de su director general en agosto de 1993. El zeitgeist puede resumirse en la escena vivida por Lavarello al regresar de sus vacaciones cargada de cedés y ser recibida por una persona que estaba trabajando en la remodelación del piso, que la pone al tanto del cierre de la radio.

La primera vez que Melide (h) sintonizó el 100.3 del dial para escuchar Aire FM concluyó que su dueño había entendido cómo hacer plata. Tras el final, en varias ocasiones le sugirieron retomar aquella grifa, pero entendió que carecía de lo esencial para reactivarla: “Falta la suma de esos componentes que venían de distintos lugares. Además, Eldorado fue un signo de su tiempo y el pasado es un país muy feo para vivir”.

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