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Durante el partido por el Torneo Gaúcho entre Gremio y Caxias, el 8 de abril, en el Arena de Gremio, en Porto Alegre.

Foto: Ricardo Rimoli, EFE

Luis Suárez, campeón de la vida

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Deportivo Sentimiento | Opinión.

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Su cara es seria. Su mirada va al infinito en el arco que da al Río Gravataí. Está a poco más de 11 metros de quien lo está enfrentando.

Su rostro, los músculos de su cara, conocen el desenlace. Cuando pase lo que tenga que pasar ese rictus de tensión que tensa su rostro por la carga de la responsabilidad se transformará en una sonrisa amplia, abierta y candorosa que buscará a sus primeros y principales destinatarios mientras todos lo quieren abrazar.

¡Bum! Luis Suárez suelta la bomba de su pierna derecha y la pelota sale despedida con ferocidad hacia las redes, hacia una nueva estación de la gloria.

Y se ríe, y me río, y mi calle se llena de risas, aunque estemos lejos, aunque nadie sea de Grêmio, aunque nunca hayas visto un partido del Gauchao.

El penal que le hicieron a él se transforma en gol y Grêmio vence 1-0 a Caxías para quedarse con el título.

Los aun novísimos vestuarios del Arena do Gremio están empapados en festejos. Gremio acaba de ganar por sexta edición consecutiva el Gauchao, histórico torneo de fútbol de Río Grande do Sul que se juega desde 1919.

El hermoso estadio tiene vida de competencia desde 2013, pocas copas se han levantado allí. La de este sábado pasado fue la sexta Taça Gaúcha de los tricolores en esta nueva casa y es la primera de Luis Alberto Suárez, que tres meses después de haber llegado a Porto Alegre, tras siete goles y tres asistencias, repite pose y sonrisa para cada una de las fotos. No son selfies con hinchas y admiradores, o tal vez sí, pero lo cierto es que son sus compañeros, que cual sesión de fotos de quinceañera se retratan para la posteridad con Luis y la Taça.

Yo también me la hubiese sacado si hubiese llegado a ese lugar, y si -como había planeado en mis sueños- hubiese llegado en el TTL a la capital gaúcha.

Hace un tiempo me di cuenta de que estaba siendo contemporáneo de uno de los mejores futbolistas de los tiempos en que vivimos.

Tengo un parámetro que creo que es bueno para certificar ciertas apreciaciones: cuando hablo o hablamos del mejor jugador que hayamos visto, tiene que ser en la cancha. Ta , vi a Maradona, así que el Luis no puede ser el mejor futbolista que he visto en una cancha, pero es sin dudas el mejor de mi mundo.

Un crack, un héroe a la medida de mi vereda, de mi pueblo, de mi ciudad, de mi país. Uno de nosotros, pero el mejor.

Copas sobran

En Porto Alegre, a 800 kilómetros de Salto, donde nació y empezó a correr atrás de la vida y de la pelota, a 1000 kilómetros de Montevideo, donde se hizo futbolista después de pelear la vida, Suárez, el Lui, el Gordo, Luisito, ganó su título número 25, y consiguió una marca que debe ser única: haber sido campeón en cada uno de los países que jugó en torneos con siete o más partidos. Suárez, tras la obtención del Gauchao, se ha consagrado en todos los países que jugó, todos con la distinción de haber llegado a finales de mundiales: Uruguay, Holanda, España y Brasil.

La marca está adornada con que a excepción del Groningen de Holanda, el primer club extranjero en el que jugó, ha sido campeón con todas las camisetas que se ha puesto: la del Ajax, Liverpool, Barcelona, Atlético Madrid, Grêmio, la de Nacional al iniciarse y al volver, y por si fuera poco también con la de Uruguay. Sus 25 títulos, que incluyen ser campeón de Europa y del Mundo con Barcelona, de América con la selección uruguaya y campeonatos locales con Nacional, Ajax, Liverpool, Barcelona Atlético Madrid y Gremio, suman además haber ganado tablas de goleo en todos esos países a excepción de Brasil, donde acaba de llegar con 36 años y ha despertado una conmoción entre la gente que ha disparado, además, la economía de Grêmio, multiplicando de manera exponencial a sus socios, y las ventas de camisetas y todo lo que tenga que ver con Suárez.

Ganando, perdiendo, clavándola en el ángulo o mandándola al óbol, siempre está con su aura de omnipotencia del esfuerzo, de búsqueda de lo impensado, de sapiencia adquirida y trabajada para hacer lo suyo, lo que le corresponde en su aporte colectivos, y más. Hay algo de arquetípico en esa permanente construcción y reafirmación desde abajo desde la dificultad desde la nada que pronto será todo.

Esa es la vida de Luis Suárez, siempre desafiando obstáculos y dificultades casi desde la nada mismo.

Perdoná, Luis, ¿me puedo sacar una foto contigo?

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