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Nicole Viera mira una reproducción de Joaquín Torres García junto a su docente Beatriz Santiago. Foto: Federico Gutiérrez

Jóvenes del liceo 17 replicaron obras de Torres García en 3D para que personas ciegas y con baja visión puedan disfrutarlas

3 minutos de lectura
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“Porque era divertido y ayudábamos a los demás”. Esa es la razón por la que Mateo Giacosa, Bautista Suárez, Patricio Vera, Mauricio Vázquez y Joaquín González, todos alumnos de primer año del Liceo 17, del barrio capitalino Aguada, decidieron participar en un proyecto impulsado por el Centro de Recursos para Alumnos Ciegos y de Baja Visión (Cer) del Consejo de Educación Secundaria (CES), con el que replicaron obras del uruguayo Joaquín Torres García en tres dimensiones. Utilizaron software para diseñar, una impresora 3D para imprimir moldes y diferentes texturas de colores para rellenarlos. Mañana a las 15.00 se inaugura la exposición artística Manos que miran en la sede del Cer (Fernández Crespo 2274), donde se podrá interactuar con las replicas y con diseños originales de los estudiantes basados en el artista nacional.

Al Cer acuden estudiantes de educación media de todo el país para pasar a braille, a relieve, a macrotipo, diferentes materiales de estudio. De ellos surgió la idea de este proyecto: “Los chicos explicaban que al ir al museo no podían tocar las obras, y por lo tanto no les llegaba lo que habían ido a visitar”, detalló Beatriz Santiago, coordinadora del centro. La idea de basarse en Torres García se debe a que “es uno de los artistas que se trabaja más en ciclo básico, no solamente en Educación Visual y Plástica, sino también en Música y otras asignaturas”, explicó Matías Bernaola, referente visual del proyecto y docente de Dibujo en el Liceo 17. Además, este artista “presenta la posibilidad de tener trazos medianamente limpios que permiten hacer un fiel reflejo de lo que es la obra cuando lo pasamos al modelado, y pintaba con colores fuertes, contrastantes, que era lo que necesitábamos para los estudiantes de baja visión”, agregó Lourdes Martínez, docente de Matemática, que junto con su colega Lery Troitiño, fueron parte del proceso.

Los talleres implicaron que los estudiantes se quedaran fuera del horario de clase una vez a la semana desde abril, pero ellos aseguran que fue un placer participar: “Era divertido, pasábamos el tiempo con nuestros amigos haciendo todo en equipos”, comentó Bautista, y agregó que le gustaría “que todos puedan ver y disfrutar las obras”. Con ese fin es que la exposición se trasladará luego a la Casa de Alicia y posiblemente se pueda ver en el hall del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). El director del departamento de Arte y Educación del MEC, Luis Lereté, señaló a la diaria que la idea del MEC es llevar la exposición también al interior del país. El resultado final se puede contabilizar en diez cuadros del autor en tres dimensiones, seis juguetes de madera inspirados en sus diseños y cuatro obras que se realizaron en Fuser, es decir, obras en un papel especial microencapsulado que imprime en relieve.

Desde el principio

La exposición fue un proceso de varios pasos, en el que se utilizaron diversos softwares de creación. Para poder enseñarles a los estudiantes a usarlos, los profesores solicitaron una capacitación al Plan Ceibal. El desafío, según relató Bernaola, “comienza en Inkscape [un editor de gráficos vectoriales gratuito y de código libre], después se pasa a Tinkercad [un software gratuito online de diseño 3D] y de ahí a otro programa específico de la impresora 3D, que fue donada también por Ceibal. Luego se imprimen moldes de 20 por 20 centímetros que después forman, cuando se unen, la obra de Torres García”.

Según comentó el profesor, la parte del diseño en software “llevó un largo período, porque había que conocer el programa; después de hacer varios ejercicios empezamos a trabajar en las obras”. El último taller fue el de texturizado, en el que, con goma eva y cartones de distintas texturas, los estudiantes rellenaron los espacios de los moldes hasta terminar de recrear la obra. “Los estudiantes trabajaban todos por igual, primero diseñaron en grupo y después se le asignó una obra a cada uno. La última etapa fue crear su propia obra, cuando ya tenían conocimiento del artista: empezaron a bocetar y siguieron el mismo proceso que antes”. Estos originales también acompañarán la exposición.

Para Joaquín “lo más difícil fue texturizar. Los programas de computación fueron fáciles, pero recortar los moldes de las texturas fue difícil, porque algunas obras tenían espacios muy pequeños y había que tener mucha paciencia para hacerlos”. Por el contrario, para Mateo “la parte más divertida fue texturizarlos, porque aunque haya algunas partes más complicadas de poner en cierto orden, como el amarillo, que siempre va horizontal, y el blanco, que va vertical, lo íbamos haciendo tranquis, con chistes, trabajando entre todos”. El docente destacó que “son estudiantes a los que les gusta mucho la tecnología y aparte se sensibilizaron mucho con el tema de la discapacidad visual”.

Lereté señaló que también participaron estudiantes del Centro de Capacitación Profesional [Cecap], ya que alumnos de los talleres de carpintería armaron las mesas donde se van a exponer las obras. Asimismo fueron parte del proceso estudiantes ciegos y de baja visión, que actuaron como testeadores de las obras a medida que se iban creando, “porque a veces se puede poner la mayor voluntad e intentar que el material sea precioso y quede bárbaro, pero realmente si al tacto no se siente la diferencia entre una textura y otra, termina siendo inútil”, puntualizó Martínez.

Brayan Rodríguez tiene 16 años y baja visión. Concurre al Liceo 17 y en el Cer encuentra un gran apoyo. Respecto de la próxima inauguración dijo a la diaria: “Me gusta mucho esta exposición; toda la idea, en realidad. Es bueno que estemos integrados en todos los aspectos, en el arte también. El Cer siempre me ayuda y me gusta poder ayudarlo, y este fue un muy buen proyecto porque yo también puedo disfrutar del arte”.

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