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Ciclo de charlas políticas, el 7 de agosto, en el comité Plaza de los Olímpicos, en el barrio Malvín.

Foto: Martín Varela Umpiérrez

Integrantes del FA participaron en conversatorio sobre la viabilidad de generar una “revolución educativa” en el próximo gobierno

4 minutos de lectura
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El senador del MPP Sebastián Sabini adelantó que le parece “muy difícil” alcanzar una inversión del 6% del PIB en educación y dijo que, de acceder al gobierno, el FA deberá “discutir con todos y generar un gran acuerdo político”.

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Con un año electoral a punto de alcanzar su máxima plenitud, son varias las discrepancias que mantienen los partidos de gobierno, nucleados en una coalición ya consolidada, y su oposición en el Frente Amplio (FA). De ellos, uno de los mayores puntos de divergencia gira en torno a la situación del sistema educativo, que hoy en día atraviesa la llamada Transformación Educativa impulsada por el expresidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y hoy candidato a la vicepresidencia del Partido Colorado (PC), Robert Silva.

Este miércoles, el comité Plaza de los Olímpicos del FA organizó la tercera ronda de un ciclo de charlas políticas denominado “Las revoluciones desperdigadas”, que en esta oportunidad se abocó a comentar las dificultades que atraviesa el sistema educativo hoy en día.

El conversatorio contó con la participación de la profesora y exconsejera docente del Consejo de Formación en Educación (CFE) Rosana Cortazzo, la exinspectora de la Dirección General de Educación Inicial y Primaria (DGEIP) Selva Pérez, la diputada del espacio Encuentro 18 de Agosto Alicia Porrini y el senador del Movimiento de Participación Popular (MPP) Sebastián Sabini.

Los interlocutores, en general, estuvieron de acuerdo en la necesidad de rever las políticas educativas promovidas por el actual gobierno, si bien cada expositor hizo diferentes consideraciones al respecto. Incluso existieron algunas discrepancias en torno a la viabilidad del incremento presupuestal del 6% del producto interno bruto (PIB) para la educación y el 1% para la investigación.

El punto central del conversatorio se enfocó en el concepto de “revolución educativa”. Cortazzo, quien inició la ronda, apuntó a la necesidad de “propiciar una revolución” en lugar de concebirla de forma aislada.

Vinculado a ello, la exconsejera del CFE lamentó la instalación de un estado de “quietud” en este momento de la campaña electoral, sumado al “desarme” de espacios de participación cuya existencia considera necesaria. “No tenemos una capacidad de análisis, de propuesta, una capacidad propositiva que en otros momentos el FA ha tenido en distintos campos de acción”, planteó Cortazzo.

“Nosotros tenemos que propiciar ese estado de revolución, en el sentido de generar propuestas, decir qué cosas nos parece que debemos hacer en los próximos cinco años, en el escenario muy factible, que es que el FA sea nuevamente gobierno”, sintetizó.

En tanto, para Porrini, el FA sí hizo “algo que se puede llamar revolución” durante el período en el que gobernó el país, ya que, según argumentó, el partido de izquierda “cambió radicalmente el presupuesto en la educación pública”. Además, habló del aumento en los niveles de escolarización, la implementación de escuelas de tiempo extendido y, en particular, del crecimiento de la matrícula universitaria.

Los vínculos entre el sistema educativo y la comunidad

Uno de los puntos en que los interlocutores encontraron sus mayores coincidencias fue aquel que abordaba la necesidad de articular el sistema educativo con la sociedad, y los efectos que esto pueda tener sobre la efectividad de la implementación de políticas educativas.

En esta línea, la perspectiva fue generalmente negativa. En su discurso, Cortazzo dijo que si bien los docentes tienden a ser identificados como los “actores centrales del sistema educativo”, también es necesario fomentar la participación de la sociedad. Sin embargo, lamentó que la temática ya “no forma parte de un interés central que nuclea a la vida familiar y social”, algo que calificó de una “pérdida”. “Toda la sociedad tiene que poner en un lugar de prioridad, en la acción de su vida cotidiana, la educación”, sintetizó.

En particular, Cortazzo atribuyó esos efectos negativos a la aprobación de la ley de urgente consideración (LUC), cuyos resultados se van viendo “como en grageas”: por ejemplo, entre otros, “la afectación de la autonomía de los sistemas educativos” y el que se desdibuje la educación como un derecho humano. En particular, llamó a priorizar este enfoque no sólo a partir de las políticas de formación, sino también las líneas estratégicas propuestas por el FA para la educación, que contrastó con el “rótulo de elementos de carácter vertical y autoritario” de la Transformación Educativa.

Sin embargo, quien puso particular énfasis en el rol de ese vínculo fue Pérez, quien lamentó que, hoy en día, existan adolescencias “que no encuentran modos de motivarse” ni “se sienten parte de las instituciones”, algo que calificó como “un mal del mundo adulto”. De este modo, la exinspectora de la DGEIP dijo que, en su opinión, los dispositivos que tiene Primaria “no terminan siendo más que parches”.

En su lugar, y en vez de invertir dinero de mala forma, Pérez consideró que una “revolución educativa” debería tener en su eje central el garantizar “la condición y las características personales y profesionales” que permitan generar una “red de contención” que se aleje de modelos paternalistas impuestos por “el mundo adulto”. En este sentido, sostuvo que podría empezarse “a tejer esas cuestiones que están rotas, por las que se nos caen las niñeces y las adolescencias”, e incluso “los jóvenes que están en la calle, que cada vez son más”, afirmó.

“En algún momento vamos a tener que empezar a reconocer cuánto de prejuicio y cuánto de frustración colocamos en las infancias y en las adolescencias; cuánto las escuchamos y, de eso que escuchamos, cuánto creemos lo que nos dicen”, concluyó.

Para Sabini, es difícil llegar a una inversión del 6% del PIB en educación

No faltaron menciones al presupuesto que los interlocutores entienden que debería ser destinado a la educación.

En particular, Cortazzo se refirió a los recursos como “un gran botín” y dijo anhelar que, de ganar la actual oposición, en 2026 se concrete el incremento presupuestal de 6% del PIB a la educación y 1% a la investigación que contemplan las bases programáticas del partido de izquierda. “Quizás esa meta se pueda no alcanzar en 2026 y se proyecte para años subsiguientes, pero es importante, porque hay una cuestión en la que las acciones que podamos hacer desde el inicio de la gestión van a poder tener mejores resultados a la luz del análisis si el presupuesto efectivamente se sube”, consideró.

A pesar de ello, Sabini, quien reconoció que a la izquierda le “cuesta mucho discutir sobre educación”, discrepó con el optimismo de la exconsejera docente. “A mí me parece muy difícil llegar al 6%”, consideró, en tanto existe “un problema que es estructural”, la pobreza infantil, en el que considera que “la prioridad va a estar puesta”.

Sin embargo, Sabini reconoció que, “sin duda, hay que invertir más” y apuntó a “cómo orientamos esos recursos” que, en su opinión, deberían ser priorizados hacia las periferias de las ciudades, donde se manifiesta la mayor parte de los problemas. En esta línea, remarcó la importancia de concretar proyectos y, de manera similar a lo expuesto por Pérez y Cortazzo, apuntó a la necesidad de “abrir los liceos” a la comunidad para fomentar vínculos a través de actividades comunitarias.

“No le podemos pedir a la educación que nos resuelva todos los problemas”, dijo el senador frenteamplista, quien en su lugar llamó a trabajar en torno a “una mirada más general y holística”, articulada con “las políticas en territorio”. Es así que, al remarcar la necesidad de trabajar en torno a la participación como “eje de guía”, dijo que, de acceder al gobierno, su partido no debe “caer con una reforma” como lo hizo la actual administración, sino “discutir con todos y generar un gran acuerdo político”.

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