El sábado, un día antes de que en Argentina se conmemorara el aniversario de la Revolución de Mayo previa a la independencia, decenas de personas travestis y trans coparon la plaza frente al Cabildo de Buenos Aires –emblema de aquella proeza de hace 215 años– para reclamarle al Estado un reconocimiento simbólico y material por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra el colectivo de manera sistemática e ininterrumpida durante períodos de democracia y dictaduras.
Reclamo por la Ley de Reparación histórica para la población travesti trans, el 24 de mayo, en la Plaza de Mayo, en Buenos Aires. Foto: Victoria Gesualdi.
“Recién en el año 2012 el Estado argentino nos reconoció como ciudadanas y ciudadanos a partir de la Ley de Identidad de Género. La deuda es con nosotras, nosotros y nosotres: por considerarnos no humanos/as, no ciudadanos/as, no argentinos/as, por negarnos el trabajo, la cultura, la educación y la salud. Exigimos memoria, verdad y justicia. Necesitamos ya una Ley de Reparación Histórica porque la patria también es con las travas”, lee sobre un escenario la activista travesti Marcela Tobaldi, y la audiencia aplaude furiosa. Furia trava y contagiosa.
Es el tercer 24 de mayo consecutivo que la comunidad travesti-trans, abrazada por el conjunto LGBTI+, se autoconvoca y gestiona su propia jornada de lucha. Con la urgencia por enfrentar el ninguneo oficial y acceder al derecho a una vejez digna.
“Hubo reparación económica para artistas que fueron secuestrados o tuvieron que exiliarse durante la última dictadura. Hubo reparación económica para los familiares de las víctimas del submarino ARA San Juan que desapareció [en 2017], y para familiares y sobrevivientes del boliche Cromañón que se incendió [en 2004]. Entonces me pregunto por qué el Estado se olvidó de nosotras, si fuimos secuestradas, encadenadas, torturadas y violadas. Lo viví yo y lo vivieron muchas que están acá. Muchas otras desaparecieron”, dice en el acto de la plaza la referente travesti María Luisa Domínguez.
Domínguez dice sin gritar, pero con rabia. Una rabia que le cierra la garganta, pero que no consigue callarla: “Por eso la reparación nos pertenece. A nosotras ni [Javier] Milei, ni fulano, ni mengano nos dio nada. Todas luchamos, hasta con nuestras familias, para sobrevivir. La sufrimos. Y aunque la Constitución nos marca el derecho a ser libres, nuestra libertad no es tan plena si todavía hay maltratos. Sí, todavía hay chicas trans encarceladas por ser chicas trans. Sí, todavía van presas por estar trabajando en las calles. Sí, tenemos compañeras de 60 o 70 años ejerciendo la prostitución en la ruta para poder comer”.
Interpelan a diputadas y diputados, senadoras y senadores para que den fuerza de ley a un proyecto que se ocuparon de redactar, sin intervenciones ajenas que hablen en su nombre.
Marlene Wayar, psicóloga social y activista travesti, describe a la diaria el objetivo del proyecto que redactaron: “Pretendemos que el Estado argentino reconozca que ha cometido crímenes de lesa humanidad en un contexto genocida contra la comunidad travesti trans. Es el objetivo principal, del cual se desprenden responsabilidades jurídicas que son objetivos secundarios. Reconociendo esto, el Estado se ve obligado jurídicamente –a nivel nacional, regional e internacional– a reparar a las víctimas. Porque ha sido un Estado criminal y esos crímenes deben ser investigados, aclarados y especialmente se les debe dar a las víctimas la certeza de memoria, verdad y justicia. Lo que sucedió es injusto, no debió suceder y no debe volver a suceder. Es el puntapié de una política reparatoria y justa”.
Foto: Victoria Gesualdi.
La venganza de la vejez
“Olé olé, olé olá, para las travas, reparación. Es una deuda que nos debe la nación”.
Desde las 14.00 en la Plaza de Mayo cantan, bailan (cumbia, cuarteto, chacarera), mientras se reparten sandwichitos, facturas, mates y café caliente. Todo vale para apechugar el frío que aprieta a medida que avanza la tarde y se esconde el sol.
“Olé olé, olé olá, lo dijo Lohana y Sacayán: al calabozo no volvemos nunca más”.
De frente a la Casa Rosada, en el escenario se van mencionando y agradeciendo las más de 90 adhesiones que recibió la jornada. Las referentes “históricas” acompañan en la primera fila. Algunas con bastones, con más o menos brillos. Todas con las marcas de las violencias en sus cuerpos siliconados.
“Las Históricas Argentinas es una organización de travestis trans sobrevivientes. El nombre de la agrupación surgió hace varios años cuando íbamos camino a dejarle una carta al presidente de turno pidiendo ya por una ley de reparación. Esa carta no sirvió porque estaba escrita a mano y tenía que ser un documento. Volvíamos, el montón de viejas, cuando una compañera, que falleció antes de entregar la segunda carta, gritó 'somos las históricas argentinas, las sobrevivientes'. Todas paramos la oreja porque nos encantó llamarnos así”, recuerda Patricia Rivas, orgullosa “histórica”, cuando le acercan el micrófono.
Bien entrada la tarde, el festival va tomando protagonismo con las presentaciones de DJ Galga TpK, La Voz Mutante, Invisibles Folklore, Mosquito, Blujaus, Proyecto Loto, Paty Sharon, Kary Música y Viviana González. Para cerrar, cumbia trans con la icónica Tía Marilú.
“Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las travestis en la cara de la gente”.
Las consignas cantadas no pierden densidad política: las mujeres trans y travestis son el grupo poblacional más vulnerado de la Argentina, con una esperanza de vida estimada entre 35 y 40 años según investigaciones de organizaciones del tercer sector como la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti-Transexual (ALITT), la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA) y la Fundación Huésped.
Otra característica que diferencia a la comunidad trans de distintos grupos oprimidos es que la mayoría de las veces sus propias familias no respetan sus identidades. La escuela es otro ámbito de agresión y de humillación por parte de autoridades, docentes y pares, que expulsa, explícita o implícitamente, a niñas, niños y adolescentes travestis, transexuales y transgéneros.
Frente al horror, Érika Moreno, militante trans de la provincia de Tierra del Fuego, repite el mantra trava: “Fuimos la escoba de carne de la sociedad, que ensañó su enorme violencia contra nosotras. Por lo tanto, nuestra mejor venganza es llegar a viejas”.
Es que, a diferencia del régimen reparatorio que Uruguay estableció en la Ley Integral para Personas Trans reglamentada en abril de 2019, en Argentina la Ley 26.743 de Identidad de Género aprobada en 2012 pasó por alto la necesidad de reparar las vidas rotas por una crueldad institucional implacable.
Foto: Victoria Gesualdi.
La potencia de lo colectivo
El nuevo proyecto de Ley de Reparación Histórica para la comunidad travesti es una iniciativa de carácter federal íntegramente redactada por “identidades travestis, travas y travos” de todo el país y se espera presentar en el Congreso durante 2025. En tres capítulos y 20 artículos, la voz colectiva con potencia propia define cómo desea ser reparada.
Wayar, coautora, explica el aura de la obra: “En nuestra ley nos plantamos en el paradigma de los derechos humanos, en la exigencia de igualdad ante la ley. No estamos pidiendo nada que ya no esté contemplado. Por ejemplo, cuando hablamos de crímenes de lesa humanidad, nos referimos a los que están bien definidos en la normativa jurídica, porque el Estado argentino cometió crímenes de lesa humanidad en contexto de un genocidio. Fue el intento por exterminar con mucho éxito a la comunidad travesti en territorio argentino. Nos importa que el Estado argentino criminal investigue, reconozca y cumpla con las tantas demandas para la reparación integral, que es compleja porque se analiza cada caso particular, pero que entre los lineamientos básicos tiene la garantía de no repetición. Es decir, que el Estado tenga miedo económico y político de ser visto como criminal y de tener que pagar en consecuencia”.
El proyecto propone el armado de una Comisión de Verdad, Memoria y Reparación Travesti que habilite el registro de víctimas, con el fin de documentar los casos y garantizar la reparación.
Además, una reparación económica que incluya una pensión mensual equivalente a no menos de ocho jubilaciones mínimas para las travestis mayores de 50 años que acrediten haber sido víctimas de la persecución estatal. Se plantea que igualmente se beneficien de una pensión hijos, hijas, nietas y nietos de personas travestis y trans fallecidas por estas violencias. Misma importancia tiene el reclamo por una reparación simbólica: el Estado argentino deberá pedir disculpas públicas por cadena nacional a la comunidad travesti por los crímenes que cometió.
Finalmente, se insta a generar un archivo nacional para recopilar testimonios, documentos y material probatorio de la violencia ejercida por el Estado contra esta población. Este archivo, de acceso público, apunta a promover conciencia y garantía de no repetición.
Para Wayar, la coyuntura de gobierno no es excusa para no embarcarse en el proceso legislativo: “Nunca hubo un contexto que no sea áspero para las travestis, por lo menos en la memoria de las viejas. Quizás alguna generación que creció durante el kirchnerismo tuvo otro contexto laboral, social y cultural. Pero eso que las generaciones más jóvenes han podido disfrutar fue conquistado en épocas ásperas. Hoy Milei es el presidente y el puesto más importante en un país presidencialista, pero Milei no resume la democracia. Nosotras estamos interpelando a nuestros representantes directos en el Congreso de la Nación, y las compañeras harán lo mismo en las provincias. Se trata de que el Congreso se calce la investidura, se mire al espejo y entienda cuál es su rol porque, en última instancia, lo que está en discusión es la plena concepción de lo humano”.
Pasadas las 20.00, sigue llegando gente al baile trava en la Plaza de Mayo. Llegan y se abrazan con quienes andan desde temprano. Doble abrazo, para un lado y otro con la cabeza, en una adaptación del doble beso español o correntino. Se les nota disfrutar del encuentro. Parece que festejan que siguen vivas.