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Jorge Camargo en la Unidad N° 4 "Santiago Vazquez"- INR (ex Comcar), el 6 de julio del 2020

Foto: .

Director de Comcar deja su cargo por decisión personal

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Es suplantado por Anthony Vallejo, el policía más antiguo del sistema carcelario.

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Jorge Camargo asumió la dirección de la Unidad 4 Santiago Vázquez (ex Comcar) en junio de 2019. Tiene 35 años, es licenciado en Seguridad por la Dirección Nacional de Educación Policial y tiene un diplomado en políticas públicas y género de la Universidad de la República.

Por razones personales, solicitó al Ministerio del Interior ser removido. Luego de reunirse con Luis Mendoza, director del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), y Luis Alberto Heber, ministro del Interior, estos dieron lugar a su pedido y fue removido del cargo.

En su lugar asume Anthony Vallejo, que es comisario mayor y es el policía más antiguo del sistema carcelario. Junto a Juan Rosa, también comisario mayor y subdirector operativo nacional del INR, con 30 años de servicio, son los dos policías que tienen más años trabajando en las cárceles.

Vallejo era director de la Unidad 13 Las Rosas, cárcel de Maldonado. En su lugar asume otro policía: Josua Fernández.

Camargo pasará a trabajar dentro de la subdirección operativa nacional, con Rosa al mando.

Las palabras de Camargo

Tras dejar la dirección del Comcar, Camargo publicó una carta en redes sociales en la que dice estar “agradecido por el camino recorrido”. Explica que asumió en junio de 2019 “con el objetivo de llevar adelante el proyecto de división del complejo carcelario en unidades más pequeñas, para así mejorar la gestión integral penitenciaria”. Ese proyecto “finalizó materialmente en julio de 2020, cuando en lo que era el módulo 14 se inauguró una nueva comunidad educativa”. “Todo el tiempo que vino después fue de dar pasos para llegar a la real independencia administrativa de las unidades”, afirma.

Luego, Camargo relata una serie de avances asociados a su gestión, que destacó que se consiguieron “junto al funcionariado del Comcar”: “Cuidamos la higiene de la cárcel; mejoramos las condiciones edilicias; eliminamos los ‘calabozos’ del módulo 3 para convertirlos en talleres y en una policlínica”. Según dice, “la gestión de residuos ha sido un desafío permanente”; en ese sentido, subraya la eliminación de un basurero al aire libre detrás del módulo 11, que llevaba muchos años de acumulación. Allí, junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, se instalaron dos invernáculos “que hoy abastecen a quienes requieren un régimen alimenticio especial en la Unidad 4B (módulos 10 y 11)”. También resalta la creación de huertas “en distintos lugares del complejo carcelario, que suministran verduras a las distintas cocinas del establecimiento”.

“Hicimos una plaza en el medio de la cárcel con una fotogalería del Centro de Fotografía, en conjunto con Nada Crece a la Sombra, la Intendencia de Montevideo y el INR”, dice, y destaca que además, con el apoyo de la División Limpieza, se instalaron contenedores de residuos y “pasamos a ser ‘un barrio más’ de Montevideo en esa materia”. A su vez, se instaló el alumbrado público en el exterior de la cárcel.

Por otro lado, “se inauguró la primera oficina del Ministerio de Desarrollo Social dentro de una cárcel y abrimos el primer centro de preegreso, con capacidad para 80 personas”. También destaca el rol de la Secretaría Nacional del Deporte, que ingresó a la unidad con una serie de propuestas.

La educación también tuvo un lugar de importancia durante su gestión: “Fortalecimos, junto a Progresa, de la Universidad de la República, la educación terciaria, siendo una de las unidades que integran el ‘circuito universitario’”. A su vez, Camargo afirma en la carta que “el Programa Aprender Siempre del Ministerio de Educación y Cultura aumentó la atención que ya venía realizando”.

“En medio de todo eso, llegó la covid-19”, continúa, y asegura que, “con un protocolo creado por el SAI-PPL [Servicio de Atención para Personas Privadas de Libertad] de ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado] y ejecutado por funcionarios y personas privadas de libertad, le hicimos frente a la pandemia”. “La sociedad civil se movilizó para ayudarnos, el Comcar se empezó a abrir hacia el afuera y así vinieron organizaciones civiles, sindicatos, colectivos vecinales, congregaciones religiosas, librerías, empresarios, otras dependencias estatales, la Oficina del Comisionado Parlamentario Penitenciario y particulares, todos unidos y trabajando para disminuir el golpe que implicaba la necesaria reducción del ingreso de visitantes a las unidades”, resaltó. En la carta de despedida agrega: “Si bien los pronósticos eran pesimistas, se decidió que la población privada de libertad fuera prioritaria en la vacunación y así fueron vacunados 96% de los reclusos del Comcar, con las mismas garantías que en cualquier vacunatorio del país”.

Para terminar, Camargo afirma que “seguíamos construyendo con humanidad” y que “hubo muchos momentos difíciles, tristes, momentos en los que no encontramos explicaciones válidas o lógicas para situaciones que ocurrieron”. En esos “momentos difíciles”, destacó que “estuvieron las autoridades para respaldar, para reafirmar la confianza y para decirnos que ese era el camino”, en el que lo acompañaron “hombres y mujeres de inmenso valor, con el compromiso de quien sigue una causa propia, con fuerzas, con ganas y con muchas ideas”. “A ellas y ellos, que siempre están en el anonimato y en las tristes generalizaciones, a esas funcionarias y funcionarios del Comcar, el agradecimiento más sincero y más profundo. Gracias por creer, gracias por apoyar y, sobre todas las cosas, gracias por confiar”, concluye su carta.

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