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Exterior del estadio San Paolo, en Nápoles, tras el anuncio de la muerte de Diego Armando Maradona, el 27 de noviembre de 2020.

Foto: Alessio Paduano

Roberto Saviano y Maradona en Nápoles

3 minutos de lectura
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El 25 de noviembre murió Diego Armando Maradona y la noticia también pegó fuerte en el sur de Italia, donde el futbolista llegó en 1984 para jugar siete temporadas con el Napoli. Tal vez nadie haya explicado mejor que el escritor y ensayista Roberto Saviano la compleja relación que unía a Maradona con Nápoles.

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“Creía que era inmortal. Maradona coincide con mi infancia. Y su muerte es el cierre definitivo. Todos los recuerdos más felices, casi todos, están vinculados a él”. Así hablaba, en entrevista con La Stampa, Roberto Saviano, el escritor que se volvió famoso a partir de la publicación del best seller Gomorra (2006), un estudio-denuncia sobre el crimen organizado en el sur de Italia.

“Ahora que ya no está, siento que he envejecido de repente. Imaginen lo que supone, a los diez años, tener en tu equipo al mejor jugador del mundo, y tenerlo en un equipo del sur, siempre boicoteado, humillado, marginado por un sistema de fútbol que favorecía a los equipos del norte. ¿Cómo puedo contar lo que Diego Armando Maradona significa para un napolitano? Nunca lo conseguiré. Pertenezco exactamente a la Generación Maradona, la que creció en Nápoles con el culto a Diego. Soy de 1979, tenía siete años en el primer título de liga del Nápoles y diez en el segundo. Diego representa la unión de todo lo mejor y lo peor que ha generado mi tierra.

¿Cómo podría explicar que, exactamente igual que un dios, los vicios, los errores, los crímenes que cometió fueron sólo la sombra que hizo al dios aún más luminoso? Exactamente igual que los dioses, cuyos vicios los hacían tan semejantes a nosotros. Sin embargo, su crueldad, sus errores destacaban aún más su valor, su calidad. ¿Cómo podré explicar que Maradona fue el rescate? Imaginen una tierra que acababa de salir de un terremoto devastador (el de 1980), enferma de desempleo, desgarrada por las luchas de la Camorra. Imaginen que llega un chico nacido en un barrio muy pobre, que promete dar felicidad y cumple esa promesa. Que permite al Napoli ser admirado y temido en todo el mundo por su hermoso juego. Ese chico argentino que nada más llegar a Nápoles encuentra que 80.000 personas han acudido para recibirlo, sólo para saludarlo”, escribió Saviano en El País de Madrid.

En la entrevista con La Stampa, el escritor habla sobre la relación de Maradona con el ambiente criminal napolitano, pero aclara: “Aunque fue un hombre muy cercano a personajes corruptos y a un ambiente terrible, en la cancha mantenía las reglas del placer y la lealtad del juego”. La Camorra, según Saviano, “entendió sus debilidades y las usó para mantenerlo bajo control. Con drogas, con prostitutas y luego, aunque nunca haya habido una sentencia, tal vez con algún campeonato entregado al Milan, porque de lo contrario habría habido demasiadas apuestas para pagar. La soledad, la debilidad y la ignorancia lo llevaron a frecuentar personas como el clan Giuliano. Pero nadie hubiera resistido esa presión. Las solicitudes de dinero, amistad, recomendaciones. Y 60 años, para la vida que ha tenido, es una meta demasiado alta”.

En El País, Saviano recuerda un momento clave del vínculo entre el argentino y los napolitanos ocurrido en el estadio de su equipo: “En el Mundial de 1990 en Italia, la selección italiana llegó a semifinales contra la Argentina de Maradona, que ese mismo año había ganado el segundo título de liga con el Napoli. Un destino terrible quiso que el partido se disputara precisamente en el estadio de San Paolo. Yo tenía casi 11 años y esa noche estaba ahí con mi padre. Cuando en el minuto 18 [Salvatore] Schillaci marca el 1-0, el estadio se alegra. Pero algo anda mal en la tribuna... En el minuto 68, [Claudio] Caniggia empata para Argentina, y los aficionados no napolitanos, no autóctonos, empiezan a culpar a Maradona. Y allí sucedió algo que nunca había sucedido hasta entonces y probablemente nunca volverá a suceder en la historia del fútbol: la tribuna no podía permitir que se ofendiera a Maradona, de modo que las banderitas italianas dejaron de ondear y la afición napolitana se alineó contra su selección de fútbol. Empezamos a gritar: ‘¡Diego!, ¡Diego!’. Por otra parte, estábamos acostumbrados a hacerlo”.

“En ese momento era Maradona quien representaba a la afición del San Paolo, más que una selección nacional de jugadores de otras ciudades de Italia, de Roma, Milán, Turín. Se alentaba a Maradona, se defendía a Maradona porque en ese momento Maradona era nuestra tierra. No tenía que ver con los límites geográficos, la camiseta o el idioma: lo que importaba era que te identificabas con el hombre que te había hecho disfrutar, que te había hecho ganar y que también lo había hecho con corrección. Maradona experimentó la soledad de los seres humanos con talento”.

Saviano, que vive con custodia policial desde la aparición de Gomorra, dijo a La Stampa: “Era multimillonario y evasor de impuestos, pero hasta cierto punto siempre se consideró al servicio de la comunidad. Gracias a la magia de sus pies, los infelices podrían volver a ser felices. Nació en la miseria y estuvo con el pueblo”.

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