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Foto: Alessandro Maradei

Organizaciones ambientalistas se oponen a un TLC entre Mercosur y la Unión Europea

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Aseguran que Europa intenta “maquillar de verde” un acuerdo que profundizará el agronegocio, generando “conflictos por la tierra, el agua y el territorio”

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En una carta abierta a los gobiernos y parlamentos de los países del Mercosur, las organizaciones Amigos de la Tierra en Uruguay, Brasil, Argentina y Paraguay expresan sus argumentos para ir en contra de un tratado de libre comercio (TLC) entre el bloque regional y la Unión Europea (UE), en tanto entienden que es perjudicial para el ambiente. La UE presentará un protocolo adicional en materia ambiental este martes y, en ese marco, las organizaciones aseguran que es momento de frenar y revisar el acuerdo, ya que “se pretende maquillar de verde” un TLC que “tendrá consecuencias negativas para nuestros países”.

Los ambientalistas piden “entablar un diálogo constructivo” con los representantes para “ahondar sobre nuestras preocupaciones y críticas respecto al instrumento” y al acuerdo en general.

Las organizaciones aclaran que no han tenido acceso al protocolo, pero que en base a declaraciones públicas y los trabajos periodísticos se pueden presentar importantes argumentos en contra de este acuerdo. Además, resaltan que no sólo es perjudicial desde el punto de vista ambiental, sino que mantiene un “carácter neoliberal” en los acuerdos comerciales, con “implicancias negativas para la industrialización y el empleo digno”.

En particular, en materia ambiental, señalan la importancia de poner “en el centro a los pueblos y los sistemas ecológicos y sus funciones. Es necesario reorientar el desarrollo para satisfacer las necesidades humanas, así como garantizar la justicia ambiental, social, económica y de género y los derechos de los pueblos. Ello requiere desarrollar políticas públicas nacionales y regionales que contribuyan a la soberanía alimentaria, la justicia climática, la transición energética justa y feminista, la gestión comunitaria de los bosques y la biodiversidad, y la justicia económica”.

Según las organizaciones, el TLC UE-Mercosur “atenta contra estos objetivos cruciales” y reduce el margen de maniobra de los Estados para aplicar políticas a favor de cada país, independientemente de lo que beneficie a “las empresas transnacionales europeas”.

Remarcan que el TLC no reconoce las “asimetrías históricas entre ambas regiones”, que “abre las puertas a las exportaciones europeas de bienes industriales con alto valor agregado y productos agroindustriales fuertemente subsidiados”, al mismo tiempo que “limita las posibilidades de construir políticas de desarrollo productivo autónomo desde la región”.

Marcan su preocupación por “la matriz productiva del agronegocio” que “expulsa a los Pueblos Indígenas y a las comunidades campesinas y afrodescendientes de sus territorios”. Aseguran que el modelo genera “conflictos por la tierra, el agua y el territorio, el acaparamiento y concentración de tierras, la deforestación y la exposición masiva a agrotóxicos, la contaminación transgénica del maíz, la contaminación de las aguas y la violación de derechos colectivos de los pueblos”.

Las organizaciones aseguran que el acuerdo llevará a “una ampliación de la frontera agrícola o a la sustitución de cultivos alimentarios para producir agrocombustibles” con efectos nocivos para “la soberanía alimentaria” y la producción familiar.

Para los colectivos Amigos de la Tierra del Mercosur, “este tipo de tratados neoliberales son un obstáculo para el cumplimiento de los acuerdos ambientales internacionales y la imperiosa necesidad de llevar a cero real las emisiones de gases de efecto invernadero y la deforestación, mediante una transición justa que reconozca las responsabilidades comunes pero diferenciadas y la deuda climática histórica del Norte Global con el Sur Global”.

“El modelo de producción que promoverá el TLC agravará las crisis y atentará contra las políticas soberanas que apuesten a la justicia climática y ambiental. Más aún, el riesgo es que ese tipo de instrumentos, que es intrínsecamente una falsa solución, lleve a la consolidación y expansión de proyectos como los mercados y compensaciones de carbono y el enverdecimiento del agronegocio a través de la agricultura climáticamente inteligente o la intensificación sostenible, que entre otras iniciativas constituyen falsas soluciones a las crisis”, advierten las organizaciones.

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