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Detalle de hoja de la nueva especie de chirca. Foto: gentileza Mauricio Bonifacino

Uruguay suma dos especies de plantas nuevas para la ciencia: la carqueja Baccharis rectialata y la chirca Baccharis funkiae

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Dada su restringida distribución en el país y el avance de la forestación, ambas ya se encuentran en categorías de amenaza de extinción.

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Leído por Abril Mederos
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Vivimos en un país que tiene un tamaño que permite viajar por tierra de un extremo al otro en menos de un día. Pese a ello, y por más que estemos en pleno siglo XXI y que tengamos el museo de historia natural más antiguo de América del Sur, aún nos queda mucho por conocer. Muestra de ello es la reciente publicación de dos artículos que suman un par de nuevas especies de plantas al catálogo de la biodiversidad de Uruguay: una carqueja y una chirca, ambas del género Baccharis.

Las dos nuevas incorporaciones a nuestra flora nativa comparten, además del género, otras dos características: por un lado, sus ejemplares tipo –aquellos que se usan como referencia al momento de acuñar el nombre de la nueva especie– fueron encontrados en la Quebrada de los Cuervos, área protegida del departamento de Treinta y Tres; por otro lado, si bien acaban de ser descritas para la ciencia, las dos ya están en categorías de amenaza de extinción. Así que antes de que sea demasiado tarde, conozcamos un poco más de la carqueja Baccharis rectialata y de la chirca Baccharis funkiae.

Una nueva carqueja

La nueva especie de carqueja se dio a conocer en un artículo publicado en la revista Phytotaxa en enero. Allí se dice que el género Baccharis en Uruguay está compuesto por cerca de 50 especies, lo que lo convierte en el género de plantas con más especies del país. Las Baccharis, a su vez, forman parte de la familia de plantas Compositae o Asteraceae, las plantas con mayor número de especies a nivel mundial. Como si la familia no fuera ya suficientemente numerosa, los investigadores Victoria Valtierra, Eduardo Marchesi, Gustavo Heiden y Mauricio Bonifacino, todos (excepto Heiden, que es investigador del Embrapa Clima Temperado en Brasil) del Laboratorio de Botánica de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, suman una especie más para atender.

Valtierra y sus colegas reportan que Baccharis rectialata no fue encontrada primero en la naturaleza, sino que, como sucede muchas veces, lo nuevo surge de lo que ya estaba. En este caso, lo que ya estaba era el Herbario de la Facultad de Agronomía, donde había algunas muestras de carqueja no identificadas que presentaban algunas características que les llamaban la atención.

Tras cerciorarse de que algo tenían entre manos, los investigadores decidieron buscar esta planta en donde se había colectado, de manera de “obtener información sobre el hábitat y las características morfológicas que generalmente se pierden en los especímenes secos, como la arquitectura de la planta, la forma del involucro y el color de la corola”.

Tras colectar, medir, fotografiar, comparar con otras especies de carqueja y analizar los materiales, Valtierra y sus colegas decidieron bautizar a la nueva especie de carqueja Baccharis rectialata. “Se llama así porque las alas se ven bastante rectas”, comenta a la diaria el botánico Mauricio Bonifacino, uno de los autores de ambos trabajos. Las carquejas son Baccharis que, por lo general, tienen tallos alados. No es que vuelen, pero quien se haya hecho un té o le haya agregado carqueja a un mate seguro recuerde que los tallos tienen unas ondulaciones características. Uno podría pensar que esas ondulaciones son las hojas de la carqueja, pero se equivoca: de escasos milímetros, las hojas de la carqueja crecen entre ala y ala; las alas representan la base de las hojas, que crece adherida a los tallos.

Bonifacino retoma la explicación del nombre científico que le dieron a la planta: “En la mayoría de las carquejas es bastante notorio el angostamiento desde la base del ala hasta el ápice. En esta carqueja hay un ancho más uniforme a lo largo del ala, lo que le da un aspecto más recto”. Eso es lo que significa rectialata. “En lo personal, prefiero usar términos que sean descriptivos, porque eso ayuda en el proceso de recordar el nombre”, dice antes de que alguien lo acuse de falta de imaginación al nombrar una especie o le endilgue el no haber homenajeado a una personalidad de Uruguay.

En el artículo, que se desprende del trabajo de estudio de las carquejas realizado por Valtierra para su tesis de maestría, consignan que el ejemplar tipo se encontró en un “matorral en la ladera alta rocosa” de la Quebrada, y que fuera de allí se ha colectado solamente en zonas de Cerro Largo, como el Arroyo de la Tigra, en Durazno, y, también en territorio de Treinta y Tres, en una estancia con predios forestados. La carqueja de ala recta florece entre febrero y mayo y da fruto entre junio y agosto. “Cuando vimos que se trataba de otra especie, empezamos a afinar el ojo en áreas similares o relativamente próximas. Y entonces empezamos a ver en otros lados la carqueja de la Quebrada”, añade Bonifacino.

“Ese material hacía bastante tiempo que nos generaba dudas. Había muestras con una identificación con la que no nos sentíamos cómodos, porque no se ajustaban bien en varios detalles de distintas características morfológicas”, comenta Bonifacino en retrospectiva. Dice que gracias al trabajo de Valtierra, quien ya está haciendo su doctorado, “hoy estamos reconociendo para Uruguay 17 especies de carquejas, es decir, se sumarán tres o cuatro especies, algunas de las cuales incluso aún no han sido descritas, por lo que en breve vamos a dar a conocer otras especies nuevas”. La descripción de estas forma parte de un proyecto más ambicioso aún, que los investigadores llevan a cabo: un catálogo exhaustivo de las plantas de la familia Compositae de Uruguay.

Carqueja de ala recta de la Quebrada de los Cuervos (Baccharis rectialata) - foto gentileza Mauricio Bonifacino

Una nueva chirca

En este afán de conocer mejor las plantas de Compositae o Asteraceae de nuestro país, los botánicos de la Facultad de Agronomía se toparon con otro Baccharis que les llamaba la atención y no coincidía estrictamente con las especies descritas para el país y la región. Los resultados de esa extraña especie fueron publicados en la revista Systematic Botany en diciembre del pandémico 2020. El artículo, titulado “Baccharis funkiae, una nueva especie endémica extrema de Uruguay”, fue escrito por los cuatro mismos autores y, como veremos, es un buen ejemplo de cómo en ciencia nada es estático.

“Desde hace tiempo Eduardo Marchesi, el botánico que mejor conoce la flora de Uruguay, tenía visto un Baccharis raro en la Quebrada de los Cuervos. Para él tenía una hoja muy brillante y distintiva, pero por esos avatares de la exploración botánica, nunca coincidió que fuera al lugar cuando la planta estaba florecida” cuenta Bonifacino, pero como bien atestigua el artículo publicado, el botánico y la flor terminaron coincidiendo. “Cuando empezamos a sistematizar el conocimiento de las compuestas del país, esa era una de las que teníamos en la mira, y empezamos a ir a la Quebrada a intervalos regulares hasta que un día la encontramos florecida. Y entonces quedó de manifiesto que tenía características que la diferenciaban de otros Baccharis”, relata.

La nueva planta fue bautizada Baccharis funkiae. Dado que a Mauricio le gustan los nombres descriptivos, uno podría pensar que la planta tiene un ritmo especial que le vale el mote de funk. Pero no. Ciencia no es igual a rigidez. En este caso, el nombre tiene otra razón de ser. “Dedicamos esta especie a nuestra difunta amiga Vicki Funk, reconocida botánica que fue la fuerza impulsora detrás de una red internacional de sistemáticos de la familia Compositae. El espíritu alegre y amistoso de Vicki ha inspirado y empoderado a innumerables jóvenes sistemáticos a perseguir su pasión por la investigación de Compositae, por lo que pensamos que era apropiado que el género más grande de la tribu Astereae tuviera una especie que lleve su nombre”, dicen en su artículo nuestros investigadores. En la Semana de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, vaya el recuerdo entonces para Vicki Funk, ahora parte de la biodiversidad de nuestra flora.

Según consigna el trabajo, la chirca de Funk florece entre noviembre y enero, tiene hojas de tres formas diferentes pero con un patrón común, y presenta (o presentaba, ya veremos) otra particularidad: a diferencia de la nueva carqueja, esta Baccharis se encontraba sólo en la localidad de su lugar tipo, es decir, laderas superiores de afloramientos rocosos en el Paisaje Protegido Quebrada de los Cuervos. La nueva chirca no aparecía por ninguna otra parte, por lo que, como dice el título del artículo, se trababa de un endemismo estrecho, es decir, un organismo de distribución extremadamente restringida a una única zona. Pero desde que el artículo se publicó, en diciembre, y a pesar de la gran sequía y de La Niña que padecemos, mucha agua, al menos botánicamente hablando, ha pasado por debajo del puente.

¿Qué son las plantas compuestas?

“La familia Compositae o Asteraceae, también conocida como la familia de las Compuestas, recibe ese nombre debido a que sus flores se agrupan en una inflorescencia (conjunto de flores) con aspecto de flor. Una margarita, el típico representante de esta familia, lejos de ser una flor es en realidad un conjunto de ellas, usualmente muchas. Los tan mentados ‘pétalos’ de una margarita son en realidad flores enteras de un tipo diferente a las flores que se encuentran hacia el centro del anillo formado por esos ‘pétalos’. Algunas especies tienen un solo tipo de flor en el capítulo (como los Baccharis) y otras dos (como es el caso de la margarita). Entonces, para aquel que quiera regalar flores y ande justo de pesos, la clave es una margarita, ¡ahí está regalando decenas o centenares de flores!”

“Desde que se publicó ese artículo encontramos esta especie también en Paysandú, sobre el río Uruguay”, dice Bonifacino. “La planta estaba en un ambiente también bastante exigido, como el de la Quebrada, creciendo sobre afloramientos rocosos. La distribución sería entonces un poco más amplia de la que inicialmente reportamos”, agrega. Si la Baccharis funkiae se encuentra en Paysandú y en Treinta y Tres, es altamente probable que también se encuentre en algún punto intermedio. “Hay que afinar el ojo: seguramente en Tacuarembó haya zonas donde pueda aparecer”, comenta. Y no sólo allí.

“Las plantas que están citadas para Uruguay, salvo casos muy concretos, usualmente van a estar también en Brasil o Argentina”, dice Bonifacino y agrega: “Ha pasado con muchas especies: se han definido como endémicas de Uruguay y luego se encuentran en Brasil”.

Chirca (Baccharis funkiae) - foto gentileza Mauricio Bonifacino

Plantas que prometen

Conocer dos nuevas especies de plantas, que son una novedad tanto para el país como para el mundo, ya de por sí es extremadamente valioso. Pero además, esta carqueja y esta chirca nuevas podrían darnos aún más satisfacciones. Por lo pronto, le pregunto a Bonifacino si la carqueja de alas rectas serviría para colocar en el agua del termo y para hacerse un té. “Tomo bastante té y no tendría problema en ponerle de esta carqueja”, responde, excusándose por ser “uno de los pocos uruguayos que no toman mate”. Pero más allá del uso cotidiano, aquí también hay más ciencia para hacer.

“Estamos colaborando con colegas brasileños que están estudiando los metabolitos secundarios presentes en las carquejas. Esta nueva especie está siendo analizada en ese estudio. La idea es saber qué tienen, para saber cuál sería su potencial de uso”. Es que conocer la biodiversidad tiene valor como conocimiento por sí mismo, es decir, por esa fascinante aventura de descubrir y desentrañar los secretos del árbol de la vida en este planeta. Pero además, conocer qué plantas tenemos también encierra la promesa de conocer compuestos, sustancias activas, que podrían tener alguna utilidad, más aún en un mundo que está patentando a los seres vivos. “Es el descubrimiento de una nueva especie en un grupo que posee compuestos que ya tienen usos comprobados. Hay varios estudios sobre componentes de las carquejas y está detectado que existen compuestos que pueden llegar a ser de utilidad”, complementa Bonifacino.

Tal vez si hablamos tanto de la carqueja, la chirca se ponga celosa. Vamos con ella: “La Baccharis funkiae puede tener propiedades interesantes que también van a ser exploradas en estos análisis de metabolitos de nuestros colegas brasileños”, adelanta Bonifacino. “De hecho, esas hojas brillantes que tienen se deben a un aceite, lo que las hace candidatas para tener propiedades relevantes. De hecho, se cree que todas las plantas de la familia de las Compuestas, dentro de las están los Baccharis, son candidatas: por algo son una de las familias de plantas más exitosas, ya que son las que tienen mayor número de especies no sólo en Uruguay sino a nivel mundial. Se piensa que parte de ese éxito puede deberse al arsenal químico con que cuentan para defenderse de predadores. Lo que a la planta le sirve para que un insecto no se la coma tal vez involucre un compuesto con un uso potencial”, explica. “Encontrar la cura de una enfermedad en una planta que tengas acá es el sueño dorado”, remata, y si bien los sueños suelen tener narrativas caóticas, describir una especie nueva parecería ser el primer paso para que, algún día, ese sueño se haga realidad.

Tan jóvenes y ya amenazadas

La chirca de Funk ya lleva unos dos meses de descrita para la ciencia. La carqueja de ala recta, menos de un mes. Sin embargo, ambas especies ya se encuentran amenazadas. “Baccharis rectialata se clasificó como en peligro de extinción (EN)”, dice el artículo. Al respecto, informan que “sólo se han encontrado cinco poblaciones dispersas de esta especie” y que “sólo una de estas poblaciones se encuentra en un área de conservación, el área protegida” mientras que las otras poblaciones “se encuentran en las áreas donde la forestación con especies exóticas se ha intensificado significativamente en los últimos años”. En el caso de Baccharis funkiae, señalan que se categorizó como “en peligro crítico (CR)” de la categoría de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, ya que habían encontrado una única población en la Quebrada de los Cuervos. Que hoy se haya encontrado también en Paysandú, si bien es una buena noticia, a lo sumo hará que pase a estar en la categoría en peligro como su pariente carqueja.

“Determinar el grado de amenaza es parte del paquete de acciones que emprendés al reportar una especie nueva. De esa manera uno puede proponer planes de manejo o conservación, o les da argumentos a quienes toman decisiones para proteger la biodiversidad”, dice Bonifacino. Y así como sucede con estas dos nuevas especies de Baccharis reportadas, es probable que las nuevas especies se describan dentro del marco del catálogo de plantas compuestas de Uruguay.

“Cerro Largo es un punto muy caliente en términos de biodiversidad. Por un lado, tiene proximidad con la mata atlántica brasileña, pero además tiene una geología particular, con terrenos con areniscas y zonas húmedas, por lo que es un sitio de interés importante para relevar nuevas especies de plantas. Lamentablemente, la forestación se está expandiendo allí de forma importante”, señala. Pero además, en esta carrera entre la velocidad del avance de los emprendimientos agroindustriales y los botánicos por relevar la biodiversidad mientras aún está en la zona, hay un tercer integrante que ejerce presión.

“Hay mucha gente que está trabajando en esto. Y como muchas de estas especies ocurren tanto del lado brasileño como del nuestro, si no estás al alpiste, o si estás al alpiste y te diste cuenta de que hay algo nuevo para reportar pero te retrasás en hacerlo, es posible que un colega te gane de mano”, dice. “Tenés que hacer las cosas rápido, pero al mismo tiempo tenés que ser cuidadoso, porque si te apurás demasiado se te puede estar escapando alguna cosa que ya esté publicada y lo que estás proponiendo pasa a ser una sinonimia de algo que ya existe”, comenta Bonifacino.

En esa carrera por relevar lo que tenemos en el país, Valtierra, Marchesi, Heiden y Bonifacino se anotaron un par de tantos. Pero piensan que hay muchísimos más. En este caso, la tesis de maestría de Valtierra, como sucede muchas veces, empujó a que se conociera más de un grupo de organismos. La trayectoria y dedicación de los demás autores, así como la idea de tener un catálogo completo de la flora del país, también ayuda. Pero el panorama a veces se hace cuesta arriba. Hace falta más trabajo en sistemática, una materia que Bonifacino dice que no estaba presente en la currícula de la Universidad hasta hace un tiempo, lo que impedía que los estudiantes se acercaran a la diversidad botánica del país. Y luego hay otro asunto: “Para poder trabajar bien en la descripción de la biodiversidad tenés que trabajar asociado a una colección que esté bien curada y bien mantenida. Y eso está bastante distante de la situación que impera en nuestro caso”, dice Bonifacino, con quien ya habíamos conversado sobre el tema.

Hay piedras en el camino. Pero sobre todo hay investigadores e investigadoras que, con la paciencia y tenacidad con que el mar convierte las rocas en arena, siguen sumando especies al país y al planeta. Imaginemos cómo sería la playa de nuestra biodiversidad si encima les diéramos los recursos para que, además de la paciencia y la tenacidad del mar, tuvieran su enorme potencia.

Detalle de la nueva especie de carqueja de la Quebrada de los Cuervos. Foto: gentileza Mauricio Bonifacino

Artículo:Baccharis rectialata (Compositae: Astereae): a new species of carqueja from Uruguay”.
Publicación: Phytotaxa (enero, 2021).
Autores: María Victoria Valtierra, Eduardo Marchesi, Gustavo Heiden, Mauricio Bonifacino.

Artículo:Baccharis funkiae (Compositae: Astereae), a new narrow endemic species from Uruguay”.
Publicación: Systematic Botany (2020).
Autores: Mauricio Bonifacino, Gustavo Heiden, María Victoria Valtierra, Eduardo Marchesi.

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