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Picarflor rubí en Marindia. Foto: Wilder Rodríguez

Registran por primera vez en Uruguay al picaflor rubí; sería su incursión más al noreste del continente americano

8 minutos de lectura
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Esta ave de corona multicolor, el picaflor que vive más al sur de América y que es endémico del noroeste patagónico, apareció sorpresivamente en el jardín de una casa de Marindia y provocó una peregrinación inédita digna de una comedia cinematográfica.

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Un lunes de mañana de invierno, Wilder Rodríguez estaba vistiéndose para salir a su trabajo cuando recibió la llamada de una persona desconocida de Maldonado, que un rato antes le había pedido el número de su teléfono a través de las redes sociales. “Te aviso que están yendo a tu casa con escaleras”, le advirtió la voz.

Nada podía sonar más amenazador en ese momento para Wilder y su esposa Noelia, ambos a punto de dejar vacío su hogar. ¿Por qué motivo alguien se dirigía a su casa de Marindia con elementos como para trepar la cerca? Parecía una locura.

Unos minutos después, Wilder miró por la ventana y entró en pánico. Era cierto. Había gente con escaleras del otro lado del cerco y también algunas personas apostadas en la puerta del jardín. No conocía a ninguna de ellas ni tenía idea de lo que estaba ocurriendo, pero su primer razonamiento fue que estaban asediando su casa y preparándose para saltar adentro del jardín. ¿Qué clase de grupo organizado lo había elegido como blanco y por qué?

El asedio también era virtual. El teléfono de Wilder sonaba con notificaciones de mensajes de desconocidos que, sin embargo, parecían estar más al tanto que él del asunto. A algunos les preguntó directamente qué estaba ocurriendo. “Quedate tranquilo que no pasa nada, no se te van a meter, no te van a robar, no te van a hacer nada”, le dijo uno, una frase menos tranquilizadora de lo que debería.

Fue entonces cuando le explicaron lo que ocurría y cayó en la cuenta de que él mismo había causado inadvertidamente aquel revuelo. Los visitantes estaban detrás de algo valioso que se encontraba en su casa, sí, pero para entender qué era y cuál fue el origen de aquella invasión es necesario hacer un flashback en esta historia y retroceder por lo menos 48 horas.

El misterio del rubí

Unos días antes de estos sucesos, Wilder se encontraba en su casa cuando notó algo extraño en el grupo de picaflores que se disputan por lo general los bebederos del jardín. Le pareció ver a un visitante nuevo y que no se asemejaba en nada a las especies que él conoce bien, pero como no llegó a observarlo de cerca, dudó de sí mismo.

Wilder tiene ojo entrenado para esto. Es un apasionado por la naturaleza, que llegó a cursar un par años en la Facultad de Ciencias con el objetivo de centrarse en etología (el comportamiento animal), hasta que la vida lo llevó por otros lados. Aunque los felinos fueron su primer interés animal, con el tiempo se fue deslumbrando por las aves, cuya observación encaró en forma minuciosa, con la disposición de un naturalista.

Por eso, tenía fundamentos para pensar que podía haberse topado con algo interesante que debía observar en forma más detallada. Su atención dio sus frutos. Volvió a ver a este picaflor brevemente, mientras libaba, y se convenció de que era totalmente distinto a los demás.

“En invierno generalmente vienen acá el picaflor negro (Florisuga fusca), el bronceado (Hylocharis chrysura) y el de la garganta blanca (Leucochloris albicollis). Y este no era ninguno de esos”, cuenta Wilder desde su casa en Marindia, ya libre de curiosos.

Lo que necesitaba ahora era evidencia fotográfica y mucha paciencia. El sábado 10 de agosto se apostó en el sofá de su casa, frente al ventanal, y esperó un rato muy largo hasta que este vistoso picaflor apareció nuevamente. Y colaboró con él, porque se quedó tiempo suficiente para permitirle sacar fotos con muy buen detalle, pese a que en ese momento tenía una cámara chica y con poco zoom.

“Mi esposa estaba en el fondo. La llamé y le dije que viniera porque me iba a dar algo, estaba con taquicardia. Era una especie que no aparecía en ninguna de las guías locales de aves, pero sí en la guía de aves de Argentina y Uruguay de Tito Narosky y Darío Yzurieta”, dice Wilder. Comprobó hojeando sus páginas que el visitante de su jardín era el picaflor rubí (Sephanoides sephaniodes), lo que le causó aún más perplejidad. Esa especie supuestamente no debía estar allí, en su casa de Marindia. Se trata del picaflor más austral de Sudamérica y es endémico de la región patagónica noroeste de Chile y Argentina.

Pica ahí

Wilder decidió consultar entonces a algunos especialistas locales para comprobar si había registros anteriores de este picaflor en el país. Entre ellos, el guardaparques y “bichero” Antonio Ripoll, que le aseguró que se trataba de un primer registro para Uruguay y que debía publicar la foto.

Eso fue justamente lo que hizo Wilder el domingo: publicó varias fotos en el grupo de Facebook Aves Uruguay y puso la ubicación en la que las sacó. Subestimó por completo la tenacidad, pasión y organización de muchos observadores de aves, que a partir del lunes se lanzaron escalera en mano a ubicar el jardín y probar suerte para fotografiar a esta especie jamás registrada en el país. La imagen parecía salida de El gran año, la comedia sobre fanáticos observadores de aves protagonizada por Jack Black, Steve Martin y Owen Wilson, capaces de hacer cualquier cosa por un avistamiento nuevo. Y no es una exageración: la película tiene una escena en la que algunos observadores se las ingenian para meterse en el patio de la casa de una señora y registrar allí al picaflor de Xantus, endémico de la península de Baja California.

Era gracias a esta visita impensada del picaflor rubí, entonces, que había un grupo organizado en las puertas de su casa poco antes de que saliera a trabajar. Los vecinos le contaron que desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde hubo gente durante varios días, apostada con sus escaleras del lado de afuera del cerco de su hogar.

No buscaban invadir la intimidad de Wilder sino solamente la del picaflor rubí, objetivo que lograron. Hay varias fotos de la especie, posteriores a las que sacó Wilder, publicadas en plataformas naturalistas como eBird. “En muchas de esas se identifica mi casa. No vi una sola foto de la especie que no fuera en mi casa, fue muy loco también ver eso”, dice Wilder.

Tras constatar que se trataba de personas interesadas en la naturaleza, no en coparles la casa, Wilder y Noelia abrieron sus jardines a algunos visitantes en esa semana, pero a partir del jueves el picaflor rubí desapareció para no volver más.

Más allá del susto inicial de aquel lunes, el registro del picaflor rubí le permitió a Wilder conectarse más estrechamente con el mundo increíble del avistamiento de aves en Uruguay, en particular con un montón de especialistas que lo guiaron con generosidad en esos momentos, como el Club de Observadores de Aves (COA) Atlántida, Adrián Antúnez, Mauricio Silvera, Sergio Saldaña, Jorge Chamorro, Joaquín Muñoz, Diego Castelli, Washington Jones y Carlos Calimares. Fue Calimares, justamente, quien lo animó a registrar formalmente la presencia de esta especie en Uruguay con un artículo científico, publicado recientemente en la revista Achará, cuya última edición tiene a este hermoso animal en tapa.

Tiene coronita

Lo primero que llama la atención de este picaflor es la bellísima corona multicolor del macho, en la que predomina el rojo. Sus “descubridores” para la ciencia, los franceses Rene Primevère Lesson y Prosper Garnot, lo vieron en Chile, lo llamaron “colibrí de corona morada” en 1827 y destacaron su capacidad para resistir climas australes.

Tal cual aclara el artículo de Wilder, es un residente permanente del noroeste patagónico, pero “teniendo en cuenta por un lado la tolerancia y plasticidad de esta especie ante diferentes escenarios ecológicos, y por otro lado los registros hacia el norte de Argentina y Chile, es probable que durante los meses más fríos se comporte como migrante estacional”.

Si uno ve el mapa de distribución de la especie, se pregunta inmediatamente cómo es posible que haya llegado hasta aquí, lo que quizá se explique por la naturaleza exploradora que parecen tener algunos individuos, que han sido registrados ocasionalmente en zonas no tan lejanas a nuestro país. “Hacia el este en Argentina se detectaron individuos en la provincia de Buenos Aires y Santa Fe, mientras que hacia el oeste existen dos registros en el sur de la provincia de San Juan”, indica el trabajo.

“Este reporte implica una especie lejana a su distribución, rara y primera vez registrada para nuestro país. Además, también constituye el registro más al noreste del continente americano, distanciándose aproximadamente 770 kilómetros del registro más al noroeste previo. La importancia que tiene este registro es considerando los movimientos extensos y erráticos de la especie en invierno”, agrega el artículo de Wilder.

Wilder se pregunta si el visitante que tuvo en su jardín habrá sido justamente uno de estos individuos vagantes que cada tanto arriban a Buenos Aires, “ayudado” en su llegada a Uruguay por los vientos fuertes que se registraron en el invierno pasado, aunque admite que eso sólo es especulativo. “Aparte, sus características lo ayudan a aguantar mucho tiempo sin consumir alimentos y puede viajar largos trechos sin beber, eso pudo haber contribuido”, agrega.

Chiquito y revoltoso

Lo más interesante de este registro es que nos muestra cuán gratificante puede ser una mirada sensible y despierta sobre la naturaleza que nos rodea, incluso dentro de nuestras casas. Es poco probable que el picaflor rubí haya decidido hacer la temporada invernal en Uruguay únicamente en la casa de Wilder, pero fue él quien estaba prestando atención a su entorno. Más ojos atentos en el futuro quizá nos ayuden a entender si este fue un registro excepcional o no.

“Se promueve la observación en tiempos futuros, respecto de la evolución del estatus de esta especie en la región. No se puede concluir el estatus concreto en base a este registro, pero sí se puede llevar un seguimiento de los movimientos vagantes de la especie”, concluye Wilder en el artículo. “Yo creo que es importante eso, seguir prestando atención, porque en Argentina este picaflor parece estar llegando más al norte. Tengo dudas de cuántos ejemplares aparecerán por acá y pasarán inadvertidos”, agrega.

Su condición de “visitante” en tierras extrañas no lo hizo amilanarse. “Durante el tiempo que lo vi mostró una conducta sumamente dominante. He visto que los picaflores de garganta blanca se apostan en algún lado y si viene otro colibrí empiezan a hacer un llamado. Este no se dejaba intimidar. Les hacía frente a los otros y los terminaba expulsando. Me hubiera gustado verlo en acción conjuntamente con el picaflor negro, que tiene un tamaño que puede resultar más intimidatorio, a ver qué pasaba. Me llamó la atención lo agresivo que es para su tamaño”, dice Wilder. El artículo destaca esto mismo, que es una especie dominante a la hora de defender sus fuentes de alimento.

El picaflor rubí, como comprobó Wilder, es igual de capaz de generar revuelo en la comunidad de picaflores que disputan un bebedero como en la comunidad local de observadores de aves, algo que a él le vino muy bien para expandir sus horizontes.

El gran año

“Para mí, simplemente se dio que vi un picaflor nuevo en casa y creí que no me iba a dar bolilla nadie, que no iba a pasar nada. Todas las repercusiones posteriores me asombraron mucho, nunca dimensioné el resultado. Fue todo un mundo nuevo que se abrió, no sabía que iba a generar todo el revuelo que generó”, dice Wilder, aún impactado.

La llegada del picaflor rubí le permitió a Wilder modificar su experiencia como observador de aves, que pasó de ser un placer solitario o en pareja a uno compartido en grupo. Como le pasa a mucha gente que se mete en ese agujero de conejo que es la observación de aves, lo unió con muchas personas que saben muchísimo y hasta entonces le eran desconocidas, pero con las que hoy intercambia conocimiento y hace también salidas.

Según su esposa, Noelia, el picaflor rubí y toda la comunidad de personas que trajo consigo fue una especie de regalo de la naturaleza para Wilder, que se ha dedicado con perfil bajo a la conservación y las causas ambientales.

La aparición de este colibrí también muestra que no hay que aislarse en un bosque lejano para conectarse con el mundo natural. Animales capaces de producirnos sorpresa, asombro, alegría, bienestar, placer, y que aparentemente poseen el magnetismo suficiente para atraer a personas con escaleras de varias partes del país, están a veces ahí nomás, en un jardín cualquiera, esperando recompensar a quien sepa mirar el mundo a su alrededor.

Artículo: Primer registro del picaflor rubí Sephanoides sephaniodes (Lesson & Garnot, 1827) para Uruguay Publicación: Achará (diciembre de 2024) Autor: Wilder Rodríguez.

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