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¿Invertir en capital humano?

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El 24 de enero, Día Internacional de la Educación, se desarrolló un encuentro en Washington titulado “Habilidades para la juventud: invertir en capital humano en América Latina y el Caribe”. Según la difusión para el evento, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con apoyo de JP Morgan, hay 110 millones de jóvenes en nuestro continente que “carecen de habilidades para navegar con éxito la vida y el trabajo”. “Conceptos como perseverancia, colaboración, ciudadanía digital, pensamiento crítico y comunicación” permitirían, según los organizadores, “vidas saludables, productivas y felices”, combatiendo el “desempleo, la informalidad y la inactividad”, permitiendo aumentar 17% el producto interno bruto (PIB) de “un conjunto de países de la región” (BID, 2023).

¿Cómo surgen esas ideas que, aparentemente, ayudarían a llevar la felicidad a la juventud latinoamericana y caribeña?

En 1947 fue creada en Suiza la Sociedad de Mont Pelerin, respondiendo a una convocatoria de Frederich Hayek. “Entre los célebres participantes estaban no solamente adversarios firmes del Estado de bienestar europeo, sino también enemigos férreos del New Deal norteamericano. Entre la selecta asistencia se encontraban, entre otros, Milton Friedman, Karl Popper, Lionel Robbins, Ludwig von Mises, Walter Eukpen, Walter Lippmann, Michel Polanyi y Salvador de Madariaga”, dice Perry Anderson en su conferencia “Balance del neoliberalismo, lecciones para la izquierda” (1995, p. 111). Según la conferencia citada, para ellos “El remedio [...] era claro: mantener un Estado fuerte, sí, pero en su capacidad de romper el poder de los sindicatos y en el control del dinero, pero parco en todos los gastos sociales y en las intervenciones económicas” (p. 112). Proponían desarmar el Estado de bienestar que se imponía en Europa y Estados Unidos en esa época.

Según Anderson, fue recién en 1979, con el triunfo de Margaret Thatcher en Inglaterra, que esas ideas comenzaron a ponerse en práctica de manera influyente. En 1980 le siguieron Ronald Reagan en Estados Unidos y en 1982 Helmult Kohl en Alemania. A partir de entonces, el neoliberalismo se transformó en el pensamiento dominante, al menos en lo que llamamos Occidente.

En América del Sur, las ideas de Milton Friedman se aplicaron un lustro antes que en Inglaterra y tuvieron como “laboratorio” la cruel dictadura de Augusto Pinochet. Según la revista chilena Economía y Sociedad, la carta del economista al dictador es “de una lucidez extraordinaria, tiene un altísimo valor histórico para Chile. Es un documento complementario y plenamente coherente con el Plan de Recuperación Económica del 24 de abril de 1975” (s/p).

Teoría del capital humano

Gary Becker y Jacob Mincer fueron alumnos dilectos de Friedman en la Universidad de Chicago. Elaboraron, en la década de 1960, la teoría del capital humano. Esta concepción establece un enfoque económico de la educación que busca la rentabilidad entre lo que se invierte en cada alumno y sus posibilidades económicas en el futuro. Becker obtuvo un premio conmemorativo del Nobel de Economía en 1992 e integra también la Sociedad de Mont Pelerin. Mincer es autor de una ecuación que establece el cálculo del salario en función de la escolaridad.

A partir de 1995, el Banco Mundial incorpora formalmente la teoría del capital humano en su concepción, a través del documento “Prioridades y estrategias para la educación. Examen del Banco Mundial”. El maestro Miguel Soler analizó ese documento en 1997, en una publicación conjunta de la Revista de la Educación del Pueblo y la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Dice el maestro: “El banco considera la educación una ‘inversión en capital humano´. Como toda inversión, la que se realice en educación ha de ser rentable” (p. 12).

Para el BID, la tasa de rentabilidad de la educación “se expresa como rendimiento anual (porcentaje), similar al cotizado para las cuentas bancarias de ahorro o de Bonos del Estado. [...] La contribución de la educación se puede calcular por el efecto en la productividad, que se mide comparando la diferencia de ingresos a través del tiempo de las personas con y sin un tipo determinado de educación con el costo de la economía para producir esa educación. Esa medida se conoce como tasa de rentabilidad social de la inversión en educación” (Soler, 1997, p. 22-23).

Nos explica Soler que “las consecuencias de esta concepción son importantísimas puesto que ella prescinde de todos los valores que generalmente sustentan el noble –y cada día más sacrificado– quehacer de los educadores. Cuando el docente se sitúe ante un grupo de alumnos –pobres, ricos, niños, adolescentes, adultos, varones, mujeres–, su objetivo, de seguir las tesis del Banco, habría de ser capacitar a sus alumnos para que en su vida futura estén en condiciones de lograr los máximos ingresos posibles, de modo que resulte incrementada la tasa de rentabilidad de la inversión en educación, tasa que, de más está decirlo, depende del sueldo que se le otorgue al docente, de la ratio alumnos por docente, de un currículum en el que el lugar para el juego, la expresión, la imaginación, la literatura, las ciencias sociales, poco rentables, en principio, tendrá que ser forzosamente el mínimo. En ninguna de sus páginas, el Banco nos recuerda que la educación ha de ser integral. En ninguna expone una teoría de la educación como contribución al pleno desarrollo de las personalidades. El alumno ya no es el fin; el crecimiento económico sí” (p. 12-13).

Pedagogía bancomundialista

Estas expresiones pedagógicas, que se diferencian claramente de las tradiciones de la escuela pública, la educación media pública y la formación docente de nuestro país, tienen sus anclajes en las propuestas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y son financiadas por el Banco Mundial (BM) mediante el otorgamiento de créditos que, de diferentes maneras, condicionan las políticas educativas. Al BM se suma el BID. En la educación pública de Uruguay, ambas agencias están presentes, de manera ininterrumpida, desde 1994. Con mutaciones, pero siempre con la teoría del capital humano como respaldo teórico, han estado detrás de las llamadas “innovaciones educativas”. En los hechos, se puede rastrear la influencia de esa concepción, que algunos llamamos “pedagogía bancomundialista”, en la llamada Transformación Educativa.

El primer préstamo del BM, de 30,5 millones de dólares, se aprobó en 1994 para “Mejoramiento de la educación básica” y se renovó, con el mismo organismo, en 1998, 2002 y 2009. En 2012 se concretó, también con el BM, el Proyecto de Apoyo a la Escuela Pública Uruguaya (PAEPU), por 40 millones de dólares, renovado, incorporado a la educación inicial, por el mismo monto, en 2016. Se ha vuelto a renovar, y está presente actualmente en la política educativa de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).

Mientras que el BM se ha dedicado a primaria, el BID lo ha hecho con educación media y formación docente: por 40 millones de dólares se firmó en 1996 el préstamo para “Modernización de la educación secundaria y la formación docente” (MESyFOD), renovado en 2001 por 75 millones de dólares, en 2010 por 48 millones y en 2016 por 200 millones de dólares, que ha sido renovado por el actual gobierno y por 50 millones, ahora con el nombre de PAEMFE (Programa de Apoyo a la Educación Media y Técnica y a la Formación en Educación).

Nos tenemos que preguntar, ya que desde hace casi tres décadas la teoría del capital humano marca las “innovaciones” educativas en Uruguay, cuán eficiente ha resultado esa presencia.

Poco peso económico, mucha influencia ideológica

Los préstamos se pagan a 30 años y tienen “contrapartida” nacional. Además, si bien tienen gran influencia en la elaboración de las políticas educativas, no pesan en el presupuesto total de la ANEP. Si se tiene en cuenta que los recursos se distribuyen en tres o más años, en la actualidad están muy por debajo del 1% del total presupuestal, que supera ampliamente los 2.000 millones de dólares. La educación pública perfectamente podría prescindir de ese “aporte”, que ya no tendría injerencia en la formulación de sus políticas.

Nos tenemos que preguntar, ya que desde hace casi tres décadas la teoría del capital humano marca las “innovaciones” educativas en Uruguay, cuán eficiente ha resultado esa presencia. Quien esto escribe, creyendo interpretar a una amplia mayoría de las y los trabajadores de la educación, cree que ha llegado el momento de romper con esa influencia y volver a lo que siempre se pensó en el país: la educación debe ser integral y promover la libertad. Si el fin de la educación es el crecimiento económico, no se promueve el pleno desarrollo de los individuos y su integración social. Sólo se fomenta la capacidad de adaptación para que se acepten las brutales injusticias que existen en la actualidad.

Además, como lo sabemos en América Latina y el Caribe, el “derrame” nunca se produce, el neoliberalismo socializa las pérdidas y privatiza las ganancias, el crecimiento económico que promueve no se traduce en desarrollo social y cultural, sino en concentración de la riqueza. Habrá que ir hacia una educación que sea promotora de libertad y que ayude a construir un futuro donde seamos “socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”, según la feliz expresión de Rosa Luxemburgo. Ese es otro camino, y tenemos propuestas.

Julián Mazzoni es consejero del Codicen de la ANEP, electo por el colectivo docente.

Bibliografía

Anderson, Perry (1997). Balance del neoliberalismo: lecciones para la izquierda. En Procesos: revista ecuatoriana de historia, N° 11, II Semestre, pp. 11-127. Recuperado de http://hdl.handle.net/10644/1350

Banco Interamericano de Desarrollo (BID) (20 de enero de 2023). Habilidades para la juventud. Invertir en el capital humano de América Latina y el Caribe [video]. Youtube.

Banco Mundial (1996). Prioridades y estrategias para la educación. Examen del Banco Mundial. Washington DC: Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento / Banco Mundial. Recuperado de https://documents1.worldbank.org/curated/en/715681468329483128/pdf/14948010spanish.pdf

Friedman, Milton (21 de abril de 1975). [Carta al presidente Pinochet]. Documentos históricos, revista Economía y Sociedad, N° 97, octubre-diciembre 2018. Recuperado de https://www.economiaysociedad.cl/la-carta-de-friedman-al-presidente-pinochet

Internacional de la Educación América Latina (2022). La política educativa en Uruguay: experimentos y alianzas empresariales para lucrar con el derecho a la educación. San José, Costa Rica: Editorial Internacional de la Educación América Latina.

Soler Roca, Miguel (1997). El Banco Mundial metido a educador. Montevideo, Uruguay: Revista de la Educación del Pueblo, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

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