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Fernando Pereira y Luis Lacalle Pou (archivo, julio de 2022).

Foto: Alessandro Maradei

Choque de visiones sobre los ganadores y perdedores por las nuevas reglas jubilatorias

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Con distintas simulaciones, el gobierno defiende que el 50% de menores ingresos tendría más beneficios; los críticos plantean que en el mejor caso habría “un empate” con más años de trabajo, y las pérdidas crecen a partir de los sectores de ingresos medios.

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Leído por Mathías Buela.
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Pasaron algo más de dos semanas desde que el presidente Luis Lacalle Pou divulgó el anteproyecto de reforma de la seguridad social, lo que disparó diversas instancias de diálogo, análisis y negociación en el sistema político y los actores sociales con intereses en el tema. Si bien ya hubo posicionamientos, como el PIT-CNT, que mostró reparos, y las cámaras empresariales, que respaldaron los cambios jubilatorios, todas las partes se encuentran calibrando las nuevas reglas y viendo sus implicancias a futuro.

Según distintas consultas que realizó la diaria con fuentes especializadas, ya existen esquemas de simulación de las nuevas reglas para comparar y ver si los resultados son más o menos favorables que con el esquema actual. En todos los casos se aclaró que son estudios primarios para analizar con cautela, y que se trata de cálculos técnicos que dependen de muchas variables, teniendo en cuenta que no hay dos trayectorias laborales iguales.

Más allá de esas salvedades, desde el gobierno defienden los cambios en virtud de que el esquema de subsidios del nuevo régimen, que tendrá vigencia plena en 2043 y desde 2027 se aplicará de forma mixta, tendrá más transparencia que el actual y será direccionado en los sectores de menos ingresos. Esto tiene relación con el llamado “suplemento solidario” que trae la reforma, un adicional que se sumará a la “jubilación propia”. 

Presente y futuro

Las reglas jubilatorias actuales, que rigen desde la reforma de 1996 que creó el sistema de AFAP, establecen que una persona puede jubilarse con 60 años de edad y 30 años de aportes. Con esa exigencia, se brinda una pasividad conjunta, con un tramo denominado solidario a través del Banco de Previsión Social (BPS), donde se subsidia la contribución del trabajador mediante un esquema no atado al nivel de ingresos, y aparte se cobra una jubilación por la AFAP, que se compone del ahorro individual y la rentabilidad que haya logrado la administradora de fondos. 

Un trabajador que se jubila a los 60 años hoy cobra una tasa de reemplazo de 45%, es decir recibe ese porcentaje de su sueldo básico jubilatorio, el ingreso promedio que se tomó para el cálculo, que puede surgir de los diez últimos años de contribución o los 20 mejores años con una bonificación de 5%. Esa tasa de reemplazo puede crecer a 55%, por ejemplo, si posterga la jubilación hasta los 65 años, y así sucesivamente en función de trabajar más años, hasta 82,5%.

Aparte existe la denominada jubilación por edad avanzada, que permite a una persona tener causal para cobrar una prestación con 65 años y 25 de aportes, o 66 años y 23 de contribuciones, y así hasta llegar a 70 años y 15 de aportes. A su vez, existen pensiones a la vejez para personas sin esos niveles de aportes, que pueden cobrarse a los 65 años en casos de extrema vulnerabilidad, o a los 70 años siempre que la persona no tenga otros ingresos para subsistir. 

Más allá de esto, fuentes especializadas señalaron que como hoy día todavía existen jubilaciones previas a 1996, cuando no existía un registro de la historia laboral, las personas acceden a una prestación en base a testigos o pruebas testimoniales. “Hoy la gente que tiene problemas para llegar a los años se jubila antes de los 65” por estos últimos mecanismos, que a medida que pasan los años tenderían a desaparecer, indicaron. 

A diferencia de lo mencionado, el anteproyecto del gobierno propone dejar de lado el concepto de tasa de reemplazo y pasar a utilizar para el cálculo jubilatorio la “tasa de adquisición”. Esa variable, que incide en el monto a cobrar por el jubilado, es creciente en función de los años de trabajo. A su vez, para el sueldo básico jubilatorio pasan a tomarse los 25 mejores años de aporte de la persona, es decir un período más prolongado. 

En tanto, también se plantea mediante un esquema gradual subir la edad de retiro hasta 65 años, límite que empezaría a regir diez años después de la reforma. Así las cosas, para tener causal jubilatorio deberá acumularse 65 años de edad y 30 de aportes, o en su defecto 66 y 27 años, continuando con esa secuencia hasta llegar a 70 años de edad y 15 de aportes. Quienes a los 71 años no tengan el nivel necesario de aportes, accederán a un ingreso universal sin mayores condiciones, que equivaldría al monto actual de la jubilación mínima.

Como agregado a la pasividad que surge de la tasa de adquisición, aparece el “complemento solidario”, que opera a partir de 14.000 pesos -la jubilación mínima- y se aplica de forma progresional: a menor monto inicial del cálculo jubilatorio es mayor el suplemento, hasta 31.550 pesos; desde ese valor el suplemento empieza a decrecer, y ya no rige por encima de 52.000 pesos.

Recalculando

Para ejemplificar las reglas del anteproyecto, la diaria accedió a una serie de simulaciones que elaboró el equipo del gobierno. Una persona con un sueldo estable de 23.500 pesos, al llegar a 65 años de edad y 30 años de aporte, tendría una tasa de adquisición que se estableció en 1,5, por lo que acumularía 5.600 pesos por BPS y 5.000 pesos por AFAP, lo que da 10.600 pesos de cálculo inicial; a eso se suma el complemento solidario, que para el ejemplo equivaldría a 9.700 pesos, logrando así una pasividad de 20.300 pesos. 

Para ver cómo opera ese adicional, hay otro ejemplo de una persona con un salario de 112.000 pesos, que en las mismas condiciones de jubilación que el caso anterior termina con 26.900 por BPS más 20.000 por AFAP, con un complemento de 2.300 pesos -el mínimo entre la población que accede al subsidio-, dando un total de 49.200 pesos. Este caso sería el límite superior al que aplicaría el adicional, cuyo nivel tiene ligación con el nivel salarial de la persona, y por ende con cuánto cobraría con el cálculo inicial.

En virtud de este nuevo esquema, que a diferencia del actual ata el nivel de subsidio al ingreso de la persona, es que Rodolfo Saldain, quien presidió la Comisión de Expertos en Seguridad Social y lideró el equipo que redactó el anteproyecto, afirmó que la reforma beneficiará a las personas de menores ingresos. “Las personas de los primeros cinco deciles de ingresos [el 50% de menor poder adquisitivo] van a tener todas suplemento solidario, cuanto más abajo será más. Todos ellos van a tener más beneficios [una mejor jubilación] en la mayor parte de los casos, o a lo sumo será igual”, dijo Saldain el jueves en Desayunos informales de Canal 12.

Otra es la lectura que hacen quienes miran con ojos críticos estos cambios en materia previsional, que ponen reparos y matices al discurso del gobierno. Distintas fuentes especializadas dijeron a la diaria que al estirar en cinco años la edad de retiro, en realidad la supuesta mejora en las pasividades más bajas son “autofinanciadas” por la persona, que aporta más años para su jubilación.

“Es un empate”, dijo una fuente. Esto significa que la tasa de reemplazo actual, o la tasa de adquisición más el suplemento futuro, tienen bastante equidad para los salarios que serán más subsidiados en el nuevo esquema; pero con la salvedad que se precisarán más años para acceder, o, visto de otro modo, si se trae a “valor presente” ambas pasividades, la que surge de las reglas actuales sería superior, explicó la fuente. 

Siguiendo este razonamiento comparativo, en los sectores de ingresos medios que recibirán el suplemento solidario mínimo -entre 31.500 y 52.000 pesos de monto inicial tras aplicar la tasa de adquisición- pasará a ser clave qué tanto reciban por el sistema de AFAP para ver si ganan o pierden frente a las reglas actuales. El gobierno busca fomentar el ahorro voluntario, es decir lo volcado a la cuenta individual de la AFAP, más allá del dinero obligatorio del sueldo mensual; y también proyectan cambios en las reglas de funcionamiento del régimen, en busca de aumentar la rentabilidad que llega al afiliado.

En los sectores de ingresos medios-bajos indicaron las fuentes que ven de forma crítica la reforma, habrá distintas casuísticas en función de la trayectoria laboral de la persona para definir si es beneficiada o no, siempre haciendo la comparación del escenario actual con el retiro a los 60 años y el futuro a los 65 años, sin traer el resultado a valor presente. 

Sin embargo, donde sí las fuentes afirman que habrá una afectación es en aquellas personas que tras aplicar la tasa de adquisición tengan una pasividad superior a 52.000 pesos, porque perderán el subsidio al que acceden actualmente. Una de las simulaciones del gobierno muestra que el suplemento solidario no aplicaría para una persona con un salario promedio de 131.000 pesos, que cobraría 52.000 pesos de jubilación. 

Para este último grupo “habría pérdidas grandes”, dijo una fuente. Otra sostuvo que “la redistribución se hace entre trabajadores” que, más allá de que cobraron en su vida activa buenos sueldos, pueden “no estar salvados” económicamente. “A los sectores de ingresos medios les pegaría fuerte” la reforma previsional, y “a los sectores medios-altos, fortísimo”, resumió uno de los consultados. 

Además, una de las fuentes señaló que los más perjudicados por las nuevas reglas serán quienes se jubilen por edad avanzada, es decir personas que no tienen los períodos de aporte necesarios para el causal jubilatorio. Si bien desde los 71 años tendrán un ingreso universal, se les corre el punto de llegada con la suba de la edad de retiro, y suponiendo que son personas de baja calificación, se les complicará para llegar a esa edad aun con algún tipo de ingreso por su trabajo.

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