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Robert Silva (archivo, agosto de 2023).

Foto: Camilo dos Santos

Candidatura de Robert Silva llevará la reforma educativa a la lógica electoral y correrá mayor riesgo su continuidad, advierte politólogo

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Sebastián Sabini advierte que la ANEP queda en posición “incómoda” y Felipe Schipani entiende que lo criticarán independientemente de cuándo defina dejar el cargo.

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Leído por Mathías Buela.
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Si bien no puede decirse que fue una sorpresa, porque desde hace meses se especulaba con la idea, el pedido formal para que Robert Silva sea precandidato del Partido Colorado (PC) sacudió un poco más la agenda educativa. Es la primera vez en la historia reciente que el presidente del principal organismo de la educación pública uruguaya tiene aspiraciones electorales y, de hecho, es algo de lo que se encarga de regular la propia Constitución de la República.

En su artículo 77, la carta magna prohíbe a los directores de entes autónomos “formar parte de comisiones o clubes políticos, de suscribir manifiestos de partido, autorizar el uso de su nombre y, en general ejecutar cualquier otro acto público o privado de carácter político, salvo el voto”. Dicho artículo es el que citan quienes entienden que Silva debería renunciar de inmediato a la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), algo que, por ejemplo, planteó en la red social X la exdirectora de Secundaria Celsa Puente.

De todas formas, hasta el momento, Silva no se ha pronunciado al respecto públicamente ni tampoco en la interna de ANEP y lo único que ha recibido son pedidos para que sea candidato.

Por su parte, el exconsejero de Primaria Héctor Florit también cuestionó públicamente la candidatura de Silva, que, según consideró, implica que “por primera vez se usará la ANEP como plataforma política”. El exjerarca también se refirió a otra inhibición constitucional, concretamente la que plantea que los directores de los entes se postulen a cargos legislativos si desempeñaron ese cargo en el último año antes de la elección. Florit se planteó si no es hora de extender a cinco años dicha prohibición para los consejeros de ANEP, como ocurre con los jerarcas del Banco de Previsión Social.

En la interna partidaria

La interna colorada también estuvo revuelta en los últimos días, en especial en el sector Ciudadanos. Felipe Schipani, diputado colorado e integrante del mismo sector que Silva, manifestó a la diaria su convencimiento de que el actual presidente del Codicen “tiene todas las cualidades para ser candidato, liderar el PC, presentarse en la interna”.

Es que según el diputado, hay “varias razones” para tal afirmación: Silva “siempre ha sabido gestionar muy bien cada una de las responsabilidades que ha tenido”. Si bien destacó su liderazgo del proceso de transformación educativa, con “lo difícil que es hacer cambios en la educación”, subrayó que a nivel partidario tuvo “notorias cualidades para gestión, ejecución y armado de equipos”. Al mismo tiempo, consideró que “tiene carisma y simpatía, lo que también lo hace buen candidato”.

Por otro lado, Schipani subrayó que distintas agrupaciones del partido se han pronunciado en los últimos días para que Silva sea candidato presidencial, y adelantó que en el correr de los días continuará habiendo pronunciamientos, porque la intención es que el impulso parta no sólo de autoridades legislativas o representantes individuales, sino de las agrupaciones en su totalidad.

El secretario general del PC, Julio María Sanguinetti, sugirió que Silva renuncie a su cargo en la ANEP en marzo, pero ello le imposibilitaría ser candidato a cargos legislativos, para lo que tiene que renunciar un año antes de la elección nacional de octubre de 2024. Schipani señaló que no está al tanto de una fecha de renuncia al Codicen, pero esgrimió que “todos los dirigentes creemos que va a aceptar el desafío de la candidatura porque es un hombre de partido y porque hay un reclamo de muchos para que asuma ese rol”.

En oposición a Sanguinetti, Schipani opina que lo mejor sería que Silva se aleje del Codicen en octubre, porque de hacerlo en marzo, “inhabilitaría que pueda ser candidato al Parlamento”, y si bien el sector aspira a la presidencia, “es fundamental que, en caso de que no lleguemos, esté en el Parlamento para liderar el partido”.

“Los que lo van a criticar porque renuncia en octubre también lo van a hacer en marzo, y si no renuncia también”, planteó, con relación a los primeros pedidos de renuncia que comenzaron a llegar desde la oposición y los sindicatos de la educación. Schipani apuntó también que en octubre se terminarán de aprobar los lineamientos generales de la reforma curricular para bachillerato. Puntualizó que, si Silva “toma la decisión de renunciar para asumir [la candidatura], va a ser con el proceso establecido en sus grandes líneas; el núcleo central de la transformación ya fue diseñado y está en ejecución”, señaló.

En ese sentido, destacó que no deja la reforma “a mitad de camino”, porque queda el equipo con el que Silva ha trabajado, como los jerarcas de los distintos subsistemas, la directora de Políticas Educativas, Adriana Aristimuño, y la secretaria general, Virginia Cáceres.

En la oposición

Desde inicios de la gestión de Silva, y particularmente desde que comenzó el proceso de la reforma educativa, desde el Frente Amplio (FA) han manifestado en reiteradas ocasiones que Silva se caracterizó por hacer campaña política partidaria.

Es en ese marco que para el senador por el FA Sebastián Sabini la posible candidatura de Silva “confirma lo que hemos venido planteando: que la gestión de la ANEP ha estado permanentemente marcada por la política electoral”. Para el senador, el accionar actual de Silva en un contexto de reclamos para que sea candidato y trascendidos de prensa sobre el tema “deja en una posición muy incómoda a la institución, porque en definitiva en este momento Silva está recorriendo escuelas, liceos, UTU, participando de actividades propiamente de su investidura, y eso está teñido de política partidaria cuando hay una inhibición muy clara de que el presidente de ANEP no puede hacerlo”.

En cuanto al tránsito de la reforma educativa ante la salida de Silva, Sabini aseguró que “van a quedar un montón de cosas por el camino”, como “la posibilidad de buscar acuerdos con los docentes, con los partidos políticos y de sentar realmente las bases de una transformación educativa” que, según consideró, “no ocurrió”.

De acuerdo al senador, “la reforma ha sido puesta como una especie de trofeo” y “alcanza con ir a las aulas para ver que no hubo grandes transformaciones desde lo metodológico o didáctico”, a lo que se suma “la herida de colectivos docentes que sienten que su voz no ha sido escuchada”. A su vez, Sabini señaló que para adelante también “quedan cosas, con una irresponsabilidad muy grande, porque se deja para la futura administración una malla curricular con cargas horarias que las va a definir quién sabe quien”.

A pesar de lo expuesto, por ahora desde el FA no se aplicará ningún mecanismo formal. Sabini explicó que con los abogados de la fuerza política analizaron que “sí había una inconstitucionalidad, pero en la medida en que son terceros los que están planteando la candidatura y no él mismo, todavía no se puede hacer nada”. No obstante, más allá de lo formal, Sabini manifestó que “no es bueno que esta situación se sostenga, porque no le hace bien a la ANEP”. Lo beneficioso, para Sabini, “sería que se dirima cuanto antes, porque esta situación no es positiva para el debate educativo”.

Desde la academia

Para Nicolás Bentancur, profesor grado 5 del Departamento de Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Sociales, la candidatura del presidente del Codicen es un hecho “bastante inédito” y “al que no estamos acostumbrados”. Si bien dijo que sí ha sido más frecuente que directores de otros entes se catapultaran a la competencia electoral, ello no ha ocurrido en el caso de la ANEP, más allá de que el organismo ha tenido jerarcas que no pasaron desapercibidos en sus funciones, como el propio Germán Rama.

En ese sentido, señaló que tradicionalmente se ha tratado de “preservar” el vínculo entre la educación y la actividad político partidaria, que es la costumbre en un área a la que Bentancur consideró “sensible”. Con relación a las inhibiciones de realizar política, el académico valoró que la actual gestión de Silva jugó “al filo del reglamento” en algunos momentos y habló específicamente de los encuentros “cara a cara”, que si bien trataban sobre la transformación educativa, “tenían una fuerte presencia de dirigentes partidarios y algunas manifestaciones de ese tipo que al menos estaban en la frontera de lo que permite la Constitución”.

Si bien Bentancur señaló que toda discusión sobre educación “naturalmente es política”, desde hace tiempo y “lamentablemente” está “excesivamente partidizada”, algo que no contribuye a generar cambios que perduren en el tiempo y estén legitimados. En ese contexto, dijo que una candidatura “responde a otras motivaciones” y naturalmente abre la pregunta sobre si las decisiones que se tomaron en materia de política educativa no estuvieron alineadas a esa carrera electoral. Bentancur aclaró que ello ocurre independientemente de que las acciones hayan sido realizadas “con buena voluntad”, ya que el gestor y el candidato son la misma persona.

Por ejemplo, el politólogo señaló que una arena propicia para que se abran ese tipo de especulaciones es la presentación de resultados académicos. Al respecto, explicó que todo el mundo sabe que para ver resultados de una política en educación se debe esperar varios años, pero, en cambio, la lógica electoral y la política partidaria exige “demostrar resultados” rápidamente. En ese sentido, señaló que la actual gestión de ANEP se “autoimpuso” algunas metas que en su mayoría no son demasiado ambiciosas, pero sí hay un salto importante sobre los egresos de la educación media. “Existe allí la tentación de buscar resultados inmediatos en esos indicadores, de forma que aparezcan como convalidadores de la eficiencia y la efectividad de una gestión educativa”, valoró el investigador.

Bentancur analizó que es equivocado plantear que los problemas de egreso son de sencilla solución para contraponer resultados con los de gobiernos anteriores, y apuntó contra la simplificación de la discusión de los temas educativos. Según planteó, algo similar ocurre con los temas de seguridad pública, ya que frecuentemente se sostiene que una gestión es total y no parcialmente responsable de los resultados, lo que puede llevar a “desvirtuar” el uso de algunas herramientas, como el caso de la evaluación estudiantil.

El politólogo valoró que la actual transformación educativa puede tener aspectos compartibles y otros que no lo son, pero no puede plantearse como “una panacea” ante problemas profundos “que vienen enraizados desde hace décadas”. Si bien dijo que una parte se ataca a través de cambios en la política educativa, aseguró que otra parte importante tiene que ver con “variables que hacen a las condiciones sociales estructurales en el que ese sistema educativo y los estudiantes se tienen que desenvolver”.

Consultado sobre cómo la candidatura de Silva puede incidir en la continuidad de los cambios una vez que el jerarca abandone su puesto, Bentancur dijo que la forma en que se procesó la transformación ya podía dificultar su continuidad en el tiempo y que, por tanto, las últimas novedades electorales “complejizan aún más” esa posibilidad. Al respecto, explicó que “cuanto más se quiera poner el pie en el acelerador en las reformas educativas, probablemente se esté condicionando la estabilidad de esas reformas”. En tanto, señaló que la lógica electoral implica que los adversarios de Silva sean poco proclives a reconocer méritos de la gestión de su competidor, que “se transforma en una cuestión de réditos y costos políticos”. De hecho, señaló que quizás también se pongan sobre la lupa medidas que en otro contexto hubieran quedado validadas.

Bentancur concluyó que en Uruguay los últimos cambios de partido en el gobierno han implicado que quien llega al poder lo haga con un nuevo libreto y que, en el actual escenario, es posible que ello vuelva a ocurrir. “Los cambios que no incluyen generan más resistencias y si además esos cambios se asocian a un discurso político partidario y a una capitalización política de sus eventuales resultados, naturalmente el movimiento del péndulo es una tentación para cualquier otro actor”, indicó.

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