Ha finalizado una nueva campaña electoral a nivel nacional, con un resultado que claramente nos deja satisfechos y con el objetivo cumplido; los pueblos siempre vuelven a las etapas donde fueron felices.
Durante estas horas la mayoría del Uruguay festeja la victoria del progresismo, pero no debemos olvidar a aquellos ciudadanos que en buena fe optaron por una opción distinta a la que propusimos y que son un sector cuantitativamente muy importante de la población. Ya se han apagado los reflectores, no hablaremos de “herencias malditas” ni recurriremos a la descalificación política hacia la dirigencia coalicionista —a pesar que una parte de ella nunca titubeó en emplearla hacia nuestro proyecto político—, en nuestro jardín no hay odio ni rencor, pero sí una responsabilidad política de colmar las expectativas de un pueblo que postergado por este gobierno optó por un cambio de rumbo.
Creemos que Uruguay ha reencontrado su camino hacia el porvenir pero no debemos confiarnos sobre la situación actual, el país con el que nos encontraremos tendrá un alto déficit fiscal, una situación insostenible de inseguridad, el desapego del Estado en los territorios y un sistema de salud en claro colapso, por tanto (lejos de todo carancheo) tendremos que planificar de forma estructural un nuevo modelo de sociedad para los uruguayos. Esto no lo logra sólo un bloque, por ello debemos convocar a un amplio diálogo político y también moral que establezca una nueva base para los cambios.
La ciudadanía ha comprendido la coyuntura actual y ha dado una nueva lección a la dirigencia, la de la escucha activa. Más allá de los errores pasados aprendidos, en el futuro próximo un nuevo gobierno progresista deberá entablar desde la base el diálogo cotidiano con los de a pie, esa gente que sufrió una bofetada tras las fallidas promesas multicolores y que deposita su confianza en nuestro proyecto político.
Uruguay necesita un cambio en las políticas entabladas por el gobierno de Lacalle Pou, pero no podemos ni debemos gobernar sin escuchar a una parte de la sociedad que discrepa con varios puntos de nuestro proyecto.
El veredicto de la ciudadanía es notorio, Uruguay necesita un cambio en las políticas entabladas por el gobierno de Lacalle Pou, pero no podemos ni debemos gobernar sin escuchar a una parte de la sociedad que discrepa con varios puntos de nuestro proyecto, pero a las cuales debemos comprender para volver a tener un gobierno donde las mayorías sean beneficiadas por las políticas públicas.
Hay tanto para hacer... Tanto, que no debemos olvidar nuestros orígenes, nuestras tradiciones, no podemos perder ni por un minuto el rumbo de la honestidad, de jerarquizar la actividad política y de otorgarle bienestar a la población más desfavorecida.
Con esta victoria del pueblo se renueva la política; en este país nuevamente soplan vientos de cambio que pueden transformarse en una marea de esperanza, optimismo e ilusión, pero que de fallar en la tarea encomendada, pueden resultar lesivas por mucho tiempo. Por eso, es que con humildad, con alegría y con estímulo se construirá un gobierno para las grandes mayorías postergadas.
Uruguay es un maravilloso país, su democracia es el fiel ejemplo de ello, la convivencia poselectoral nos demuestra que somos un faro único e inigualable que no tiene margen alguno de comparación.
Ya han pasado las elecciones y es tiempo de construir ese techo que solidifique nuestra casa común, la patria.
Gastón Castillo es dirigente de Alternativa Frenteamplista, secretario de Juventud de la Coordinadora E y presidente del Comité de Base Unidad Teja.