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Telarañas masivas en Paso Severino durante la sequía. Foto Marcelo Casacuberta

La crisis hídrica que afectó a nuestro país permitió el primer estudio sobre telas masivas de arañas durante una sequía

13 minutos de lectura
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En julio nuestro fotógrafo Ernesto Ryan se sorprendió por la gran cantidad de telas de arañas que vio en Paso Severino; avisado del fenómeno, un equipo de investigación realizó el primer reporte de telas masivas durante una sequía y muestra que para los linífidos grandes crisis (hídricas) son grandes oportunidades.

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Parece que fue hace mucho, pero hace menos de seis meses la ciudad de Montevideo se había quedado sin agua potable y por la canilla salía un líquido pasado de sal, cloro y trihalometanos. El 1° de julio, Ernesto Ryan, compañero fotógrafo de la diaria, había regresado de sacar unas cuantas fotos en Paso Severino, que con la crisis hídrica que atravesaba al país no sólo era un centro de interés para hacer buen periodismo gráfico, sino que además ofrecía unos paisajes alienígenas ante los que las personas sensibles a buscar encuadres y juegos de luces y sombras sucumbían. “Me iba a volver a las 14.00, pero me colgué tanto que me quedé hasta las 22.00. Perdí mi sábado entre el lodo”, me comentó por Whatsapp el domingo. “Pero te trajiste fotazas”, le respondí, ya que me había compartido unas cuantas imágenes y hasta un video tomado con su dron.

Pero Ernesto no sólo tiene buen ojo para fotografiar un paisaje dantesco como aquel. “Hay una cosa súper interesante”, me escribió acicalando mi curiosidad. “Se llenó de telas de arañas”, agregó. “¿Tenés fotos de eso? Consulto a los aracnólogos”, le repliqué entusiasmado. Me mandó unas fotos con la aclaración de que en varias se veían, pero que había visto cientos de metros cubiertos con seda de araña en la zona cercana al Puente Viejo, que había quedado al descubierto debido a la bajante histórica.

Reenvié las fotos de Ernesto a la aracnóloga Anita Aisenberg, del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), quien de inmediato me contestó que sin dudas se trataba de un caso de telas masivas y que habría que ir hasta el lugar. Los días pasaban así que me atreví a preguntarle si lo que estaba pasando en el Santa Lucía no tendría algo que ver con el reporte de telas masivas durante las inundaciones de 2015 en el que ella y otros colegas de aquí y Argentina habían publicado un artículo científico que fuera recogido en nuestra sección, agregándole si no sería “una linda chance de ver qué pasa cuando hay sequía”. “Sí, lo es. ¡Quiero ir, pero estoy tapada de cosas”, me contestó Anita el 6 de julio. Pero algo pasó y al rato me avisó que al día siguiente salían hacia el Santa Lucía a investigar. “Gracias a tus fotos y comentarios mañana las aracnólogas van a Paso Severino a ver las telas”, le comuniqué a Ernesto.

Así que el 7 de julio un equipo del IIBCE, conformado por Anita Aisemberg, Paulina Pintos, Nadia Kacevas y Diego Cavassa, todos del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva, Verónica Gonnet, del Departamento de Biodiversidad y Genética, y el fotógrafo Marcelo Casacuberta, de la Sección Comunicación Institucional y Divulgación Científica del instituto, partió hacia el lugar.

Pero, claro, un embalse seco es un lugar grande y Ernesto tenía aún un aporte que hacer. Anita me escribió desde Paso Severino diciendo que no encontraban telas por ningún lado. Para colmo el día anterior había llovido, lo que podría haber cambiado las condiciones para las arañas. Ernesto les pasó las coordenadas de donde había fotografiado las telas. Estaban cerca, pero en la orilla opuesta del Puente Viejo. Cuando finalmente llegaron al lugar –gracias también a las indicaciones del dueño de un establecimiento que estaba encantado de colaborar con la investigación– todos respiramos aliviados: allí estaban las telas masivas esperando al equipo de investigadoras e investigadores, que de inmediato se pusieron a trabajar muestreando la zona.

El jueves 7 de diciembre, exactamente cinco meses después de aquella salida de campo, en el marco del Congreso Uruguayo de Zoología, que se llevó a cabo en la Facultad de Ciencias durante toda esa semana, se presentaba el póster Tras la sequía: evento de dispersión masiva de linífidos en Paso Severino. Además de estar firmado por todo el equipo que salió hasta el embalse por la carambola de acontecimientos que Ernesto puso en movimiento, al trabajo se sumó Manuel Cajade, de la Sección Entomología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.

Saliendo a investigar

“El embalse de Paso Severino, Florida, constituye una de las reservas de agua dulce más importantes de abastecimiento de agua potable a la ciudad de Montevideo. En 2023, Uruguay pasó por una sequía histórica y prolongada que agotó sus reservas, dejando grandes áreas del sustrato del embalse al descubierto”, dice el póster en su introducción. “En julio de 2023, periodistas del medio de prensa la diaria notificaron la existencia de un fenómeno de telas masivas de arañas en dicha zona. Este evento motivó el registro y la identificación de la diversidad de arañas que provocaron dicho fenómeno de telas masivas en el embalse”, agregan los autores.

Dado que en el Congreso Uruguayo de Zoología hay horarios en los que se presentan los pósteres, no dejamos pasar la oportunidad de conversar con dos de sus autores, Paulina Pintos y Manuel Cajade. Paulina está haciendo su maestría en el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva del IIBCE y estudia el comportamiento reproductivo y selección sexual de una araña lobo, mientras que Manuel está haciendo su doctorado en la Sección Entomología de la Facultad de Ciencias.

“Anita nos avisó del evento y entonces empezamos a coordinar cuándo podíamos ir a Paso Severino. La idea era no dejar pasar mucho tiempo para tratar de que el fenómeno siguiera y que cuando llegáramos hubiera telas. Por suerte pudimos coordinar y salimos al día siguiente”, cuenta Paulina.

Una vez que llegaron y solucionaron el problema de la ubicación, no desperdiciaron el tiempo. “Decidimos hacer un muestreo para ver qué arañas se encontraban allí, y para ello seguimos la metodología de un paper previo que había trabajado con un fenómeno de telas masivas de arañas durante inundaciones”, agrega haciendo referencia al trabajo al que ya referimos y que salió publicado en 2021 en la revista Ecological Entomology con el título “Acumulaciones masivas de telarañas en pastizales sudamericanos después de inundaciones”. “Aquí había telas masivas, pero por lo opuesto, durante una sequía”, sostiene Paulina.

Pequeño linífido en su tela en Paso Severino

Foto: Marcelo Casacuberta

Así que cuando llegaron ya sabían qué metodología emplear. “Decidimos hacer dos cuadrantes en una zona que estaba próxima al remanente de agua, cerca del Puente Viejo, y una un poco más lejos, pero aún en una zona que usualmente estaría bajo agua si no fuera por la sequía. En cada una de las zonas dos colectores, uno por cada cuadrante, realizamos la colecta manual de las arañas que había allí”, dice Paulina como si fuera algo sencillo. Pero no lo es tanto: se trata de capturar las arañas una a una de forma manual. Y como veremos, la mayoría de las que encontraron son diminutas, por lo que la tarea es más difícil de lo que suena.

“Contamos con la ayuda del Falcon, del vasito colector y de pinzitas”, dice Paulina como si así fuera más sencillo. El Falcon es un pequeño tubo cónico esterilizado que se usa para muestras de diversa índole. “Es una tarea bastante delicada. Más aún cuando la idea es colectarlas lo más enteras posible”, dice Manuel, que si bien no trabajó en esta colecta, como veremos más adelante, está habituado a trabajar colectando arañas y, en particular, arañas pequeñas.

“Se muestrearon dos áreas del embalse previamente cubiertas por agua”, señala el póster. La que denominaron “Zona Puente” era “adyacente al Puente Viejo y próxima al agua remanente”. En el trabajo señalan que poseía “un sustrato de tierra sin vegetación y agrietado, propio de quedar al descubierto por la disminución del nivel del agua”. La que denominaron “Zona Alta”, en cambio, estaba “próxima a la línea de vegetación no inundable y a 80 metros” de la zona del puente. Tras recoger manualmente los arácnidos que veían durante una hora en cada cuadrante, se llevaron los animales al laboratorio para realizar la identificación de cada especie.

“Como vimos que entre las arañas colectadas había muchos linífidos, fue que decidimos contactar a Manuel, que es el especialista en esa familia”, dice Paulina. “Bueno, creo que ‘especialista’ es mucho”, dice Manuel con humildad y una sonrisa. “Más que especialista prefiero considerarme alguien al que le gusta mucho esa familia. Empecé hace relativamente poco a trabajar con ellas”, reconoce Manuel. “Cuando Paulina me contactó por mail me sumé encantado, porque todo lo que tiene que ver con la taxonomía es lo que más me gusta, si bien hago trabajos también de diversidad y ecología”, confiesa.

¿Quiénes aprovecharon la seca para hacer telas masivas?

“Al estudiar las colectas, más del 95% de las arañas eran linífidos. Más aún, la gran mayoría, 96%, eran de una única especie, Laminacauda montevidensis. Así que si bien en Uruguay se sabe poco de esta familia, justo esta especie ya estaba citada para el país, por lo que no fue tan difícil identificarla”, cuenta Manuel.

En el trabajo señalan que se recolectaron un total de 185 linífidos de cinco especies, la más abundante, la ya mencionada Laminacauda montevidensis, que fue la única que estuvo presente en ambas zonas. De todas las arañas de esta especie, 77% fueron ejemplares juveniles. A su vez, en la zona del Puente Viejo se encontró la mayor cantidad de individuos (160, de los cuales 130 fueron juveniles), mientras que en la zona más alejada dieron con menos ejemplares (25, de los cuales 14 fueron juveniles).

“A nivel del Neotrópico hay cierto conocimiento de esta familia, pero no al grado de detalle que se tiene en el hemisferio norte, donde se conoce muy bien la fauna de linífidos”, apunta Manuel. “En Sudamérica, si bien hay especialistas de linífidos, más que nada en Brasil, en la zona más templada, como Uruguay o Argentina, no es mucho lo que se conoce”.

La especie que dominó las muestras, la Laminacauda montevidensis, fue descrita por el aracnólogo Eugen von Keyserling en 1878, que en realidad la bautizó Erigone montevidensis. La especie pasó a llamarse Neriene montevidensis en 1902, Oedothorax montevidensis en 1911, hasta llegar a su nombre actual. Al morir Keyserling, su colección de más de 10.000 especímenes de arañas, muchas de ellas de Sudamérica, pasó a formar parte del Museo de Historia Natural de Londres. Allí hoy hay dos ejemplares de Laminacauda montevidensis de la colección de Keyserling, uno de ellos el holotipo, es decir el ejemplar con el cual se describió la especie para la ciencia.

“Si bien es una especie descrita en 1878, hace ya casi 150 años, tampoco es una especie que se reconozca fácilmente”, señala Manuel. “Al ir estudiándolas a uno se le va haciendo el ojo, pero al principio, como son muy pequeñas y al mismo tiempo muy complejas, en muchas ocasiones requerís cierto equipamiento óptico con muy buen aumento para poder identificarlas”, agrega, dando incluso a entender que tal vez por esta dificultad muchos investigadores que trabajan con arañas prefieren estudiar otros grupos en los que el tamaño hace un poco más fácil las cosas. “Por suerte ahora aquí estamos haciendo esfuerzos para estudiarlas mejor”, agrega.

¿Un presagio para las embotelladoras de agua?

Cuando le pregunto a Manuel qué tienen de especial los linífidos, qué es lo que los cautivó para ponerse a estudiarlos, cuenta una anécdota sorprendente.

“En Inglaterra, por ejemplo, se las conoce como arañas del dinero. De esas arañas que de repente, de la nada, te aterrizan en el pelo o en las manos, la mayoría son linífidos. En Inglaterra entonces está la tradición popular de que si encontrás una de estas arañas linífidas en tu pelo, eso te va a traer buena suerte con el dinero”, relata. Tal vez alguna de estas Laminacauda montevidensis hayan aterrizado en las cabezas de los propietarios de empresas embotelladores de agua mineral, porque algunos sí que hicieron muchísimo dinero durante la crisis hídrica.

“Los linífidos tienen una alta capacidad para hacer ballooning, que es una forma de dispersión aérea de las arañas”, sostiene Paulina, que explica que hay varias maneras de hacerlo. “La idea general es que las arañas lanzan un hilo de seda, el viento lleva ese hilo y se lleva a la araña consigo”, explica, y aquí los linífidos tienen una particularidad: “Al ser tan pequeñitos, pueden hacer ballooning tanto de adultos como de juveniles, mientras que en otras familias de arañas más grandes el ballooning se da sólo en individuos juveniles, porque las arañas adultas son demasiado pesadas como para que las levante el viento”, señala.

“Por fuera de lo cultural, a nivel más biológico, son arañas de gran utilidad en los ecosistemas, porque por un lado son muy abundantes y por otro son de los primeros depredadores que hay en las cadenas tróficas”, complementa Manuel. Los linífidos no son sólo útiles para el ecosistema, ocupando un lugar preciso en el entramado de la vida, sino también nos resultan útiles a los humanos. “Pueden consumir artrópodos pequeños que son plagas, hay algunas especies que son indicadoras de calidad ambiental, ya sea de que el ambiente esté muy perturbado o de que el ambiente esté conservado, por lo que su conocimiento nos puede dar herramientas para determinar el estado de los ecosistemas, algo que también pasa con otras arañas y otros organismos”, agrega.

¿Tendrá que ver esta capacidad de los linífidos para hacer ballooning, término en inglés que refiere a los globos aeroestáticos y que en español podríamos traducir como “globismo”, con su aparición masiva en Paso Severino durante la sequía? Aparentemente sí.

Pioneras en ambientes perturbados

“Esta habilidad para el ballooning tanto de juveniles como de adultos da a los linífidos una gran capacidad de dispersión y de ser especie pionera y colonizar nuevos ambientes”, apunta Paulina. “Y eso es un poco lo que pensamos del fenómeno que observamos durante la sequía en Paso Severino”.

En el póster en el que resumen su investigación señalan que sus datos “indicarían que esta especie se comporta como pionera, colonizando el suelo descubierto producto de la sequía”, así como que “la abundancia de los linífidos en las zonas templadas y su gran capacidad de dispersión por ballooning les permite colonizar ambientes perturbados”, lo que “explicaría su mayor abundancia y agregación en la zona del puente, así como la ocurrencia de fenómenos de telas masivas”.

Paulina, de todas formas, enfatiza que el trabajo que realizaron “es una foto de lo que pasó ese día, en ese lugar”. Aun así señala que el hecho de ver que había una mayor abundancia de linífidos en la zona que estaba más próxima al agua les sugiere que, como es la que quedó al descubierto hace menos tiempo, todo apunta a que fueron pioneras en llegar allí. “En esa zona tampoco había vegetación, sólo había barro, pero también allí vimos muchos artrópodos muy pequeñitos que podrían ser presa de los linífidos”, agrega.

“¿Qué pasó con estas arañas cuando se empezaron a recuperar las reservas? Es algo que no sabemos. Capaz se dio un proceso inverso y los individuos se movieron masivamente hacia las zonas no inundables. Eso sería algo más parecido a lo reportado anteriormente, con fenómenos de telas masivas por inundaciones. Pero eso no lo sabemos, no lo hemos podido seguir en el tiempo”, señala Paulina.

Laminacauda montevidensis macho.

Foto: Manuel Cajade

No es la primera vez que los linífidos se reportan como especies pioneras en zonas perturbadas. Ambos citan trabajos que los registran conquistando lugares en donde hubo incendios, erupciones volcánicas, retiro de glaciares y demás. Incluso la especie abundante en Paso Severino se ha encontrado en nuestro país en plantaciones de eucaliptus, es decir, en un ecosistema perturbado, además de en bosques ribereños, pastizales y plantaciones.

“Si bien algo se conoce de esta familia a nivel del continente, lo que se sabe a nivel ecológico es menor aún que lo que sabemos en lo taxonómico. Salvo algún caso puntual, se sabe muy poco de la historia natural de la mayoría de estas especies”, apunta Manuel. “Esta no es una especie rara, aparece en muchos ambientes, aparece incluso en jardines o parques, pero no es muy abundante. Lo sorprendente fue que en este evento fuera tan abundante y por qué no aparecieron otras especies de linífidos que son más comunes en otros tipos de ambientes”, agrega.

Y sobre la tela masiva, ¿para qué les serviría? ¿O es el vestigio no más de que llegan haciendo ballooning? “Podría estar asociado con la dispersión de estas arañas, pero también los linífidos son arañas que hacen tela”, apunta Paulina.

“Lo que he visto en algunas especies de linífidos de acá es que suelen estar agregados, o sea, uno ve una tela debajo de un árbol y de repente a 15 centímetros ve otras. Pero no es un fenómeno tan grande así, tan denso. A veces lo que ocurre es que los machos hacen telas cerca de las hembras. Entonces quizás está asociado a eso, como una cierta presencia de muchas hembras y quizás machos que van a tejer en las proximidades de ellas”, conjetura Manuel. Les digo entonces que podría ser una especie de Woodstock: estaba lleno de barro y las arañas se acercaron a practicar el sexo libre.

“El tema es que la mayoría de los individuos que encontramos son juveniles. Entonces no sé si la presencia de los machos y hembras adultos que encontramos fueron de juveniles que maduraron o de individuos que llegaron junto con los juveniles”, ataja Paulina. “Para poder responder esta y otras preguntas tendríamos que hacer muestreos sistemáticos y ver cómo es que cambia la aracnofauna de ahí. Tampoco se conoce la fenología de esta especie”, agrega. “Sí, no se sabe cómo es su ciclo, cuándo se reproducen, etcétera”, complementa Manuel.

“Desconozco si tienen un período reproductivo, si se reproducen todo el año, si hay superposición de generaciones, o si es todo explosivo”, dice Paulina, y destaca que esto “es como un primer paso que da información interesante como para seguir estudiando, un trabajo que aporta un granito de arena no solamente sobre lo que pasa en estos eventos poco frecuentes , sino que aportó para el conocimiento de los linífidos”.

Investigar fuera de agenda

Paulina está haciendo su maestría. Manuel su doctorado. Por tanto, las investigaciones que realizan están orientadas hacia los objetivos de sus respectivas tesis. Aquí, sin embargo, no eran esos temas los que los llamaban a investigar, sino la caprichosa naturaleza. ¿Este llamado de algo que está pasando fue una molestia para su trabajo o la oportunidad de estudiar algo fuera de agenda?

“Ahora, con el avance de la tecnología y lo que es la ciencia ciudadana, es más frecuente y es más fácil conectarse con las personas que han visto algún registro curioso. Eso además permite conocer cosas en áreas a las que los científicos no accedemos tan fácil. Hay cosas que para las personas que están en el lugar son moneda corriente y para nosotros pueden ser algo no tan frecuente, o que sucede en un sitio alejado de las instituciones donde se realizan las investigaciones relacionadas con la temática”, apunta Paulina. “Hoy es mucho más fácil conectar y poder tratar de ayudar, de describir esos fenómenos, y también de involucrar a la población. Si bien uno es profesional y se formó para hacer ciencia, la ciencia la pueden hacer también personas que no están formadas en ciencia. Conocer y cuidar el ambiente depende de todos y de la unión de todos los saberes. Para eso la ciencia ciudadana es extremadamente valiosa”, dice convencida Paulina.

“Yo creo que para los que nos gusta la profesión, es una belleza que te pase esto. Porque por más que estés trabajando en algo un poco diferente, son oportunidades geniales para aprender algo nuevo y para ver que lo que sabemos tiene sus huecos. Es más lo que desconocemos que lo que sabemos, entonces se pueden abrir nuevas investigaciones a partir de estos eventos y de estudiarlos más a fondo, ver qué pasa si hay otras sequías, y demás. Se abren nuevas puertas y, lejos de ser una molestia, creo que es una especie de suerte que pase esto y uno pueda descubrir cosas. Ver algo nuevo, darte cuenta de lo que no sabés y aprender algo es maravilloso”, resume Manuel.

La ciencia empieza con la curiosidad. La del ojo de un fotógrafo sensible a la luz y a la naturaleza. La de un equipo de investigadores que ante algo que sale de lo común se calza las botas y sale a hacer muestreos. La que el resto de nosotros y nosotras sentimos al vibrar con esas aventuras. Entre todo lo espantoso que nos dejó la crisis hídrica, al menos podemos sacar como positivo que algo aprendimos de todo lo que nos falta saber de nuestros linífidos.

Póster: Tras la sequía: evento de dispersión masiva de linífidos en Paso Severino
Presentado en: Congreso Uruguayo de Zoología (diciembre de 2023)
Autores: Paulina Pintos, Manuel Cajade, Diego Cavassa, Nadia Kacevas, Verónica Gonnet, Marcelo Casacuberta y Anita Aisenberg.

Diego Cavassa y Paulina Pintos, colectando arañas, en Paso Severino.

Foto: Marcelo Casacuberta

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