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Rodrigo Arim en el Consejo Directivo Central de la Udelar (archivo, setiembre de 2021).

Foto: Alessandro Maradei

La Udelar comenzó a discutir en qué modalidades se darán los cursos del primer semestre de 2022

7 minutos de lectura
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Los integrantes del CDC también evaluarán de qué forma se combina la virtualidad y la presencialidad en el mediano y largo plazo.

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Leído por Andrés Alba.
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A pocas semanas de que terminen las clases de este año, el Consejo Directivo Central (CDC) de la Universidad de la República (Udelar) comenzó a considerar cómo serán los cursos de las distintas carreras en el primer semestre de 2022. El rector de la Udelar, Rodrigo Arim, consideró que la institución tendrá dos objetivos de cara a 2022. Por un lado, dijo que habrá que “asegurarse de no perder estudiantes por transiciones abruptas entre virtualidad y presencialidad”. Al mismo tiempo, dijo que también se debe apelar a una “sintonía fina” para “recuperar los espacios de formación, de intercambio y de convivencia universitaria” en forma presencial, que no existieron en los últimos dos años.

De todas formas, Arim consideró que una vez que el CDC defina cómo encarar el inicio de cursos del año que viene deberá darse “una reflexión más general” sobre cómo se desarrollará la enseñanza en el futuro. Al respecto, varios de los decanos plantearon en el CDC de este martes que la pandemia introdujo cambios que permanecerán en el tiempo. Por ejemplo, el de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Marcelo Danza, adelantó que podemos estar frente a “un cambio de paradigma”. Además, planteó que debe discutirse críticamente el uso que se hace de las herramientas tecnológicas en función de los requerimientos de las diferentes actividades de enseñanza, sin que ello implique una pérdida en la calidad académica.

El decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración, Jorge Xavier, entendió que la Udelar está transitando un camino “hacia formatos híbridos” y que cada disciplina lo hará “con su lógica”. Valoró que “la pandemia permitió abrir posibilidades a algunos actores que estaban fuera de la Udelar, cuyas posibilidades de acceso eran peores” que las de quienes habitaban las aulas antes de 2020. Entre esas personas nombró a “gente que trabaja, que tiene cuidados a cargo o que vive lejos”. Xavier sostuvo que el año 2022 “no debería ser un retorno a 2019” y, en ese sentido, que “hay que apoyarse en las cosas que hicimos [durante la pandemia] y salieron muy bien”. El decano también cuestionó la forma en que se sostenían las actividades de enseñanza con grupos masivos antes de la emergencia sanitaria y entendió que tener “250 personas en un salón” no se puede entender “como enseñanza presencial”.

Reclamos

La discusión en el CDC tuvo en cuenta los reclamos de grupos de estudiantes que piden la permanencia de la modalidad virtual para poder continuar con sus estudios. En ese sentido, Arim dijo que “es natural y razonable que emerja la demanda de preservar algo que la universidad ha hecho bien”. “Si hay grupos de estudiantes que en los distintos servicios están solicitando mantener componentes de la formación en plataformas digitales, es porque, aun bajo el signo de la emergencia sanitaria y de lo extraordinario, hemos logrado sostener procesos de enseñanza que cumplen algunos requerimientos”, completó.

De todas formas, valoró que la institución debe “ser particularmente cuidadosa” a la hora de planificar a futuro, “porque lo hecho en condiciones extraordinarias no es un pronóstico de lo que debemos hacer en condiciones de normalidad”. Al respecto, entendió que “no es lo mismo la enseñanza clínica, la creación artística, la interacción con sistemas biológicos que la enseñanza más de corte teórico” y que “tampoco podemos confundir el acceso con los logros”.

“Es probable que la virtualidad facilite el acceso, pero también puede ser un problema para retener estudiantes que vienen con cargas de vulnerabilidad y dificultades. Uno de los requisitos para avanzar en formaciones de calidad tiene que ver con el grado de autonomía del estudiante, que está condicionado por su contexto, por su realidad, por las características de su hogar, tanto desde el punto de vista demográfico como físico. También por los requisitos financieros para sostener el estudio, por sus trayectorias previas”, dijo, y agregó que no sólo debe medirse el acceso sino también “lo que los estudiantes están efectivamente logrando”.

Mientras tanto, los representantes del Orden Estudiantil e integrantes de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) se mostraron más cautos sobre el futuro inmediato. La consejera Mariana Caffa indicó que es “por lo menos un error” afirmar que gracias al proceso de virtualidad para atender la pandemia la Udelar ha logrado la descentralización, ya que esta “ha sido una apuesta desde hace mucho más tiempo”. Además, Caffa dijo que la FEUU está “preocupada” por “asegurar que en los servicios que establezcan distintas modalidades se pueda asegurar la misma calidad de la enseñanza”. En suma, consideró que “hacer una carrera universitaria no implica solamente estar en clase” y que quienes entraron a la Udelar en 2020 y 2021 “se han visto postergados” en ese sentido.

Virtualidad y presencialidad

Andrés Fernández, también integrante de la FEUU, planteó que la presencialidad no sólo es necesaria en las clínicas y las prácticas, sino también en instancias más teóricas, que requieren de un ida y vuelta con los docentes. En una línea similar, el consejero docente Gonzalo Salas entendió que “la universidad no debería incentivar como un modo adecuado de formarse que un estudiante termine su carrera sin pisar un aula”. Salas entendió que las propuestas virtuales no deben pensarse como sustitutas de la presencialidad sino en forma complementaria, sobre todo en los primeros años de carrera, cuando en muchos servicios hay cursos masivos.

Para el docente, las herramientas virtuales permiten “pensar la enseñanza en grupos más reducidos”. “En vez de dar una clase para 300 estudiantes, que puede estar disponible en una plataforma web, el docente puede trabajar [presencialmente] en grupos más pequeños, fomentando el intercambio y de esa forma potenciando la retención de los estudiantes dentro de la universidad”, consideró.

Por su parte, su compañero de delegación, Alejandro Bielli, planteó que la Asociación de Docentes de la Udelar (ADUR) discutió el tema en su Consejo Federal y que existe acuerdo en que el año que viene las actividades deben ser mayormente presenciales, “aunque seguramente el modelo a aplicar no sea el mismo que antes de la pandemia”. Bielli consideró que para el nuevo escenario deben tenerse en cuenta aspectos metodológicos que implican las distintas formas de enseñanza y otros referidos al acceso a los materiales por parte de estudiantes. Además, mencionó que también debe analizarse “cómo combinar el trabajo a distancia con la presencialidad creciente” y para ello deben considerarse aspectos de infraestructura edilicia, pero también de las condiciones laborales en cuanto a “derechos y deberes”, que deben ser respaldados adecuadamente en la normativa universitaria.

Si bien el CDC no llegó a una resolución al respecto, Arim valoró que de cara a 2022 los distintos servicios y carreras “deben ser muy transparentes en señalar qué componentes de la formación pueden sostenerse en plataformas digitales y cuáles no”. “Es nuestra obligación no generar falsas expectativas en este plano. No podemos generar la idea de que la virtualidad es un mecanismo que va a permitir egresar de las carreras universitarias con normalidad”, fundamentó.

Causas y consecuencias

En la sesión del CDC, varios decanos del área Salud de la Udelar plantearon que en las carreras de sus servicios se han generado altos niveles de rezago estudiantil a causa de la pandemia, principalmente por la imposibilidad de desarrollar normalmente actividades prácticas o de laboratorio. En algunos casos ello se debe a la infraestructura edilicia con la que cuenta cada servicio, pero también porque los espacios para hacer prácticas en centros de salud se vieron reducidos.

Algunos servicios ya están pensando en formas de recuperar el tiempo perdido y nivelar los conocimientos de los estudiantes. Ese es el caso de la Facultad de Química, que está diseñando el programa Química Compensa, concretamente para actividades experimentales de laboratorio que tuvieron que ser suspendidas o espaciadas.

Por su parte, los decanos de las facultades de Agronomía y Veterinaria plantearon que en ambos servicios existe un alto porcentaje de estudiantes que no cursan en sus ciudades de origen. Debido a la pandemia, la mayoría se trasladó a dichas ciudades, lo que presenta un desafío a la hora de retomar actividades presenciales. Por ejemplo, Ariel Castro, decano de Agronomía, ilustró que antes de la vuelta a la presencialidad de cualquier curso en su facultad se debe avisar a los estudiantes 30 días antes. Como para muchos es difícil obtener alojamiento sólo por seis meses o han asumido compromisos laborales, se contempla que las clases que pasaron a la presencialidad mantengan grupos virtuales en caso de ser necesario. Además, Castro aclaró que los teóricos y las actividades masivas se mantienen en un formato no presencial y que es probable que ese criterio se mantenga para el año que viene.

Al igual que el resto de los decanos, el de Agronomía planteó que en su servicio se manejan con la hipótesis de que en 2022 buena parte de las actividades serán presenciales. En ese sentido, varios de los consejeros hablaron de experiencias previas a la pandemia en las que habían incorporado herramientas digitales para paliar situaciones de masividad. Por ejemplo, la Facultad de Ingeniería (Fing) desarrolló el proyecto Open Fing, que era conducido por un docente pero sostenido principalmente por estudiantes, explicó la decana de la facultad, María Simon. Según completó, el proyecto surgió hace diez años y consistía en filmar cursos para subirlos a una plataforma.

Simon señaló que esa herramienta “nunca fue pensada para sustituir las clases presenciales sino para complementar y apoyar”, pero produjo cambios en las dinámicas de enseñanza y aprendizaje. La decana explicó que “generó clases al revés”, es decir, se invirtió la tradición de tomar las clases teóricas en la facultad y realizar los prácticos en forma domiciliaria, ya que las clases presenciales comenzaron a ser aprovechadas para trabajar en ejercicios prácticos.

Los integrantes del CDC también expresaron su preocupación por el aumento de la matrícula que se registró el último año, ya que muchos servicios de la Udelar no cuentan con presupuesto para atender adecuadamente esta situación. Al respecto, la Udelar logró que durante el tratamiento de la Rendición de Cuentas la Comisión de Presupuestos integrada con Hacienda votara 25 millones de pesos anuales para atender el desarrollo de actividades en plataformas digitales y otros 25 millones de pesos para el financiamiento de becas.

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