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Dos o tres estadios y mucha descoordinación

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“Ya va a salir algún politólogo a decir que se terminó el último hito de la era progresista”, bromeaba un amigo el viernes, cuando corría la noticia de que Óscar Washington Tabárez ya no era el técnico de la selección uruguaya.

No por anunciado -se viene gestando desde la anterior ola de malos resultados en las Eliminatorias- el cese dejó de ser menos impactante, dado todo lo que connota el maestro Tabárez para la historia reciente de la sociedad uruguaya.

El fútbol, además, acaparó buena parte de la agenda de la semana. En realidad no exactamente el deporte en sí, sino lo que rodea a las finales continentales que, retomando una tradición distante, se jugarán en el Estadio Centenario.

¿Vieron cuando por falta de coordinación distintos organismos rompen con pocas semanas de separación las mismas veredas del barrio? Yo vivo por Rivera y Soca y estos dos últimos años han sido tremendos. Bueno, con la acogida de estos partidos internacionales, que se vienen gestionando desde hace meses desde Presidencia de la República, pasa algo parecido.

Por un lado, una carambola de la agenda del Estadio Centenario terminó en la postergación, ¡por sexta vez!, del show de Jaime Roos. Pero la interferencia más notoria alcanzó a las elecciones del BPS, que mantienen la fecha del 28, pero que perdieron un poco de estatus al aprobarse de apuro una ley que elimina la veda de alcohol previa a la votación. Hay mucha plata en juego y la Conmebol, esa institución supranacional que no molesta tanto a los antiglobalistas, había pedido, entre muchas otras exigencias, cerveza gelada para las decenas de miles de espectadores extranjeros que están arribando para ver los partidos.

No es la única prevención ni la más preocupante de las que rodea a estos visitantes, y la posibilidad de venderles bebidas con alcohol es bienvenida por el sector turístico y gastronómico, tan golpeado por la pandemia.

Quizás animado por el éxito veloz y unánime de la mini reforma electoral, Iván Posada, el diputado del Partido Independiente, propuso eliminar directamente la obligatoriedad de las elecciones para el BPS, y también para las de la Udelar y la ANEP. ¿Se verá minada, de prosperar la iniciativa posadista, la representatividad de estas instituciones públicas no gubernamentales cuyas autoridades democráticamente elegidas no suelen acompañar las posturas del Partido Nacional y sus socios?

Pasemos a otro estadio (a fin de cuentas, un “arena” es un estadio techado). El jueves tuvo lugar la extraña comparecencia en la Cámara de Senadores del ministro de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini, y del presidente de Antel, Gabriel Gurméndez, para ser “interpelados” por el legislador oficialista Jorge Gandini; en realidad, estaban allí para amplificar las denuncias de irregularidades en la construcción del Antel Arena.

La semana pasada comentábamos algunas de las complicaciones que pueden surgir en una empresa cuya dirección se enfoca en combatir a su antecesora; bueno, durante la “interpelación” esa táctica tuvo otras consecuencias inusuales. Entre ellas, que todos los legisladores frenteamplistas se retiraron de la sala donde se discutía la gestión frenteamplista de Antel, y algunos de ellos concurrieron a un acto convocado por los trabajadores de Antel en el entorno (y “en torno”, porque se convocaba al abrazo) del estadio techado.

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Hasta la semana que viene.

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