“Está muy bien festejar partidos ganados, festejar triunfos, pero quizá lo que demuestran ustedes, y yo me quiero hacer eco con el mensaje que habría que dejar, es que no nos quedemos sólo con los resultados para valorar lo que se hace. El éxito no son sólo los resultados, sino las dificultades que se pasan para obtenerlos. El camino es la recompensa”. La frase, la idea, es de aquel helado mediodía uruguayo con el corazón caliente por la gesta celeste en Sudáfrica. La enuncia el Maestro Óscar Washington Tabárez, que cuatro años antes había llegado pleno de ideas y de proyectos, y que antes de volar a Kimberley ya se había enterado de que había un candidato propuesto para sustituirlo a la vuelta del Mundial. Ahí estaba de vuelta, y con la más increíble comunión que vivimos los uruguayos del siglo XXI entre la celeste y nosotros, la gente.

El Ejecutivo de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), la asociación privada que desde 1900 regula institucionalmente al fútbol uruguayo de competencia, decidió este viernes el cese del cuerpo técnico de la selección celeste comandado por el Maestro.

El contrato que vinculaba al departamento técnico con sus empleadores regía hasta la finalización de la participación uruguaya en el Mundial 2022. Esto es, cuando la selección termine su actuación, ya sea en la clasificatoria o en la fase final que se desarrollará entre noviembre y diciembre del año próximo.

En un comunicado, las autoridades de la AUF expresaron “enfáticamente” que la decisión “no implica desconocer la importante contribución de Tabárez al fútbol uruguayo. Saludamos y reconocemos los fundamentales logros deportivos obtenidos en estos 15 años, que colocaron nuevamente a Uruguay en los primeros lugares del fútbol mundial”, agregaron.

Asimismo, expresaron su “respeto y reconocimiento al profesionalismo y dedicación durante el largo proceso de trabajo y el inconmensurable legado que esta fructífera etapa deja en la historia de la selección”.

Aclararon que esta “difícil decisión” fue tomada “en virtud de las circunstancias presentes, comprometido con el futuro próximo y la obtención de los resultados que todos esperamos”.

Tras la derrota 3-0 ate Bolivia, en conferencia de prensa Tabárez fue consultado sobre si consideraría poner el cargo a disposición, luego de la racha de cuatro derrotas consecutivas: “No, porque yo soy un profesional de esto, hice un contrato y en ese contrato está redactado todo lo que yo tengo que hacer, y ese tipo de decisiones se toman a otro nivel. Hay maneras de hacer las cosas”, concluyó.

Uruguay, como ha pasado en todas las anteriores eliminatorias, está peleando por conseguir un lugar en la fase final de Catar 2022. Restan 12 puntos por disputar, que seguramente los pelearán en campo la mayoría de estos mismos jugadores, y está a un punto de la clasificación. Además, en ninguno de los próximos cuatro partidos debe jugar con Brasil, Argentina, o en la altura de La Paz.

Influencia

Óscar Washington Tabárez había asumido en su segunda época como técnico principal de las selecciones uruguayas el 8 de marzo de 2006, cuando Uruguay había quedado eliminado del Mundial que se desarrolló ese año en Alemania.

En ese momento se planteó establecer políticas de selección y dar permanencia y continuidad a su organización; elevar los rendimientos deportivos y acercar la expresión futbolística de las selecciones nacionales a nivel del fútbol de élite internacional; influir positivamente en el proceso de formación integral de los futbolistas seleccionados. Lo hizo, además, estableciendo conexión entre las selecciones nacionales, dando coordinación y continuidad entre la selección mayor y las de nivel juvenil, que aportan talentos, y promoviendo el tránsito natural de un talento desde las selecciones juveniles en un proceso cuidado que históricamente había sido discontinuo.

Óscar Washington Tabárez, durante el partido ante Ghana por cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010.

Óscar Washington Tabárez, durante el partido ante Ghana por cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010.

Foto: Franck Fife, AFP

Los números que escribió la historia

Tabárez es y será por mucho tiempo el técnico que más veces ha dirigido a una misma selección nacional (221 partidos internacionales A). Fueron 34 partidos en su primera etapa (octubre de 1988 - julio de 1990), cuando su salida fue dolorosa y operaron para la promoción de la llegada del autopostulado Luis Cubilla, y 187 en estos últimos 15 años (8 de marzo de 2006 - 19 de noviembre de 2021). En este proceso acumulativo, en el que aplicó su proyecto de institucionalización de las selecciones nacionales y de formación de los futbolistas, en el que por primera vez sistematizó y conectó a las selecciones juveniles para que desembocaran en la mayor, Uruguay se clasificó a todos los mundiales (2010, 2014, 2018) logrando un cuarto puesto en Sudáfrica y la quinta colocación en Rusia. Además, y en junio de 2012 consiguió su mejor posición histórica en el ranking FIFA, colocándose en el segundo puesto. En los últimos diez años, salvo algunos meses, se ha mantenido siempre entre los diez primeros de una organización que se compone por 210 selecciones nacionales.

En este período entre 2006 y 2021 fue campeón en la Copa América 2011 y se quedó en cuartos de final en 2015, 2019 y 2021. Además, en 2013 fue semifinalista en la Copa de las Confederaciones.

Bajo la dirección de Tabárez, Uruguay ha sido uno de los pocos países en clasificar a todos los mundiales absolutos y sub 20 masculinos que hubo entre 2006 y 2019. Con la conducción general de los procesos de selecciones juveniles, Uruguay fue vicecampeón mundial en sub 17 en 2011, y vicecampeón mundial en 2013 en sub 20. Además, obtuvo el Sudamericano sub 20 en 2017 tras 36 años sin ganar ese campeonato.

Nunca en los últimos 50 años la selección había traspasado los umbrales de lo futbolero y había logrado una comunión de tanta intensidad con el pueblo. Todo esto ha ocurrido con Óscar Washington Tabárez, con Celso Otero, Mario Rebollo, José Herrera y tantos otros.

El futuro ya llegó

Hace más de 15 años, antes de iniciar este largo camino de institucionalización de los procesos de selecciones nacionales y de la formación de sus futbolistas, le preguntamos a Tabárez si no le parecía absolutamente irracional la exigencia de que quien se ponga una camiseta celeste y haya nacido en el mismo lugar que Nasazzi y Obdulio deba ganar sin importar condiciones, infraestructura ni preparación.

Tabárez contestó a modo de explicación: “Eso es producto de un clima emocional que siempre nos invade cuando hablamos de deporte y particularmente de fútbol. Nos movemos muy emocionalmente. Atacamos los problemas en un momento cercano a la situación límite, pero jamás hemos tenido una preocupación constante por ese problema, ni por resolverlo o encararlo definitivamente y con una idea de largo plazo”. Y agregó: “Es en eso donde modestamente aspiramos a que provoquemos un cambio”.

Era marzo de 2006 y habían pasado 16 años y 11 técnicos –Luis Cubilla, Ildo Maneiro, Roberto Fleitas, Héctor Núñez, Juan Ahuntchaín, Roque Máspoli, Victor Púa, Daniel Pasarella, Juan Ramón Carrasco, Jorge Fosatti y Gustavo Ferrín– desde que Tabárez había dejado la celeste tras quedar eliminada ante Italia en el Mundial de 1990. En ese período la celeste logró el título de campeona sudamericana en 1995, en la Copa América que se organizó en Uruguay, y clasificar al Mundial de 2002 en Corea y Japón, del que quedó prontamente eliminada. No pudo clasificar a los mundiales de 1994, 1998 ni 2006.

El día menos pensado

“Yo he dejado mensajes en cuanto a que mi principal anhelo es que cuando me tenga que ir, sea por resultados, por dudas, por razones de edad o por lo que sea, esta manera de hacer las cosas sea continuada por otras personas”, proyectó Tabárez su final, hace 15 años, cuando aún no había dirigido ni un partido. “Si logramos dejar eso será muy importante para el fútbol, pero fundamentalmente para los cambios culturales que pretendemos”.

Ahora, por intereses variados y difíciles de desentrañar, se derrumba un proceso virtuoso que nos ha enseñado a los viejos sufrientes de la celeste que competir y formar es posible, y este camino de 15 años nos ha demostrado que la recompensa está en dar todo desde la idoneidad, la razón y la sensatez, para tratar de que cada día avancemos detrás de nuestras expectativas.