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Gabriel Calderón (archivo, marzo de 2022).

Foto: Alessandro Maradei

Gabriel Calderón: “Tenemos el deber de crear el teatro del futuro”

13 minutos de lectura
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El director de la Comedia Nacional comienza su último año de gestión mirando hacia adelante.

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Hace dos años, Gabriel Calderón comenzaba su gestión al frente de la Comedia Nacional y hablaba de su momento personal, sus planes y el rol que debería cumplir este elenco estable. Hace un año, la charla incluyó una evaluación de la primera temporada y un anticipo de la segunda. Esta vez, comenzando su tercer y último año, Calderón habla de todo lo que habrá en él y también de lo que quedará (o no) cuando deje el cargo. Si las murgas comienzan a despedirse el primer día de Carnaval, no suena tan descabellado pensar en el futuro con tanta antelación.

¿Te parece bien que la gestión de director de la Comedia Nacional sea de tres años?

Yo acepté sabiendo que las posibilidades eran tres o seis y me parece que está bueno. Si lo primero que digo es que me parece mal, parece que quiero quedarme. Dicho esto y no esquivando, lo que me parece mal en Uruguay es algo más profundo, que es la imposibilidad de vivir del teatro, del arte en general. En los países donde yo trabajo la gestión puede ser de tres, de cinco, hasta de diez, pero hay una posibilidad de alternancia: si te vas a hacer teatro, vas a vivir de hacer teatro. Acá el límite más grande es que es casi la única institución vinculada al teatro que yo puedo dirigir dedicándome full a ella. Entonces, para una persona que tiene una carrera internacional, tres años no parece una mala opción. Es una respuesta que me hace pensar. Yo estoy cómodo con ello.

Sabías cuánto tiempo era, pero, ¿no hay cambios que hayas querido aplicar y no te alcanzó el tiempo?

A veces me pregunto si hubiese trabajado con esta intensidad si obligatoriamente hubieran sido seis años. La compañía también. Hay algo de los tres años que fue decir: “No hay tiempo, hay que lograr cosas cada año”. Y un Uruguay que siempre aparece como lento, burocrático, que la gente necesita tiempo, pudo acompañar rápidamente un cambio. Tanto la organización como el público. Todavía queda un año, pero me voy a ir con cierta sorpresa de la cantidad de cosas que se pueden hacer dentro de un solo año. Inmediatamente tengo que despersonalizar y ser consciente de que el elenco me apoyó mucho, el público me apoyó mucho, las autoridades políticas que me tocaron en mi administración, María Inés Obaldía, Débora Quiring, Carolina Cosse. A ninguna de estas tres personas tengo que explicarle lo que la cultura puede ser; están convencidas. Lo mismo el elenco, que en su historia tuvo diversas posiciones en torno a la dirección. Yo lo tuve siempre trabajando en la dirección que les proponía. Es un lujo del que soy consciente y que le agradezco. Y después el público, que acompañó desde el día uno. Opinando, diciendo “Esto me gustó menos, esto me gustó más”, pero entendiendo la invitación de “Vamos a hacer algo vivo y a tomar riesgos. En momentos vamos a aguantar nosotros y en otros van a tener que aguantar ustedes”.

El público que critica es un buen público.

Es buenísimo. No soñaba un público que llenara todas las salas, y trato de no centrarnos en los números o en que agotamos. Y me parece que hacia el futuro es una responsabilidad, porque vos le tocás la puerta al público, despertás una manera de ver y vivir el arte, y después hay que sostener. Yo me voy para volver. También medio que se me agotaron las ideas, porque yo pensaba: “Vamos a poner muchas ideas, porque la mitad no van a salir”. Y la lección fue: “¿Y si todas salen?”. Qué problema, porque no tengo tantas más. No te diría que todas salieron, pero la gran mayoría. En el sentido de la respuesta de la gente, los directores y directoras que convocamos, las salidas afuera, al interior, a los barrios, la creación de espectáculos al aire libre, la publicación de obras... Todo eso sale y no le puedo dar la atención que cada cosita merecería. Entonces, me voy para pensar nuevas cosas, para renovar, para seguir mi carrera. Y si estos tres años fueron buenos, se va a ver sobre todo cuando yo no esté.

Uno imagina que en tu primera temporada empezaste a volcar todas esas ideas y en la segunda las consolidaste. ¿Lo sentiste así?

Lo sentí así, no sé si era nuestro plan. Hay un plan personal de decir: “Nos salió bien el primer año, la gente respaldó, ¿respaldará un segundo?”. Después está el plano institucional. Como sentía que nos íbamos a algo más tradicional, convencional o conservador que eran los clásicos, nos habilitaba a hacerlo de un modo más arriesgado. Nos basamos en textos más conocidos por la gente. Vos hacés La trágica agonía de un pájaro azul y ya es un riesgo programarlo en la sala grande; después tenés que tratar de no romperla. Pero cuando hacés Fausto, hacés Edipo o hacés Frankenstein tenés una base. Despertaste cerebritos en la ciudad que tal vez no les gusta el teatro, pero dicen: “Eso me suena”. Y van.

Y después ya están ahí. Son un público cautivo, en el buen sentido.

En el mejor de los sentidos, porque llegan con una expectativa que no es teatral, y tienen una sorpresa teatral, porque no ven teatro como esperaban verlo. Eso es ganar-ganar. Creo que el año pasado nadie vino a confirmar el Edipo que leyó, o el Frankenstein que leyó, o los Cien años de soledad que había leído. Y en el proceso entendió que la experiencia teatral es de otro orden. Siento que el año pasado mostramos lo grande que puede ser el teatro para la ciudad. Macondo, yo te lo contaba y era una locura. Siento que este año no tenemos que forzar tanto eso de “Qué otra locura nueva podemos hacer”, sino como institución pública, como único elenco estable de toda Iberoamérica, como el único teatro profesional, por pena, en un sistema cultural rico como el uruguayo, tenemos que crear nuevos sistemas de relacionamiento. Tenemos que pensar en el teatro del futuro. Y está bien que lo proponga cuando me voy, porque no tengo intereses creados inmediatos. Siento que la ciudadanía y nosotros nos dijimos: “Nos queremos, nos necesitamos, somos importantes”, y al teatro independiente le dice lo mismo. Pero el sistema está roto. Los teatros tienen deudas, la gente no vive de eso, los fondos no alcanzan. Hay que crear nuevos contratos de relación y la Comedia tiene que decirle a la gente que nos ayude a pensarlos. Hay una discusión antigua de si el arte tiene que reflejar el mundo o tiene que crearlo, y la propuesta de este año es que no es una dicotomía. Se puede hacer de todo, pero sin olvidar que tenemos una responsabilidad de crear futuro. Por eso este año se va a llamar Otros mundos, pero no por el contenido de las obras. Estamos pensando en otro mundo de relaciones.

¿Tenés respuestas personales sobre cuál debería ser el teatro del futuro?

No tengo. Y es una pregunta un poco tramposa, porque se pregunta algo desde una institución que tiene muchos recursos. Cuando vos te preguntás cómo va a ser el futuro y no tenés esos recursos, o no tenés sala, o tu sala está llena de deudas...

Tu problema es el presente.

Tu problema es el presente y tu pregunta hacia el futuro tiene un interés casi vital. La mía es casi filosófica. También siento que un problema es que no estamos creando un nuevo modelo. En algún momento todo el sistema teatral se juntó y creó la Comedia Nacional, y la Escuela, y a la misma vez se creó la Federación Uruguaya de Teatros Independientes. Eso pasó. Y por alguna razón hemos perdido la ambición de crear el teatro del futuro. Crear las instituciones y las organizaciones que van a gestionar el teatro del futuro. Desde mi lugar de privilegio me animo a decir: “Tenemos el deber de crear un sistema, porque el que tenemos no funciona”. Un objetivo del tercer año es intentar un sistema de relaciones nuevas, que lo hicimos cuando coprodujimos y este año lo vamos a volver a hacer. Vamos a hacer una creación en el interior del país, vamos a permitirnos obras más pequeñas, actos de creación menos ambiciosos en el sentido de número. Creo que replegarse es un acto político. Nos importa ir al interior del país aunque no nos vea muchísima gente. Eso nos va a permitir hacer más obras, y si hacemos más obras damos más trabajo. Eso nos importa. Y va a ser un año en el que vamos a tener cinco o seis directores internacionales, porque tenemos que dar trabajo acá, pero tenemos que estar conectados con el mundo.

¿Cómo terminó el elenco la temporada pasada?

Agotado. Terminó cansado.

Vos decís que ellos pedían esas exigencias.

Sí, sí. Es como un deportista. Quieren ir al Mundial, pero se cansan. Se agotan. Si lo hacen mal, se lastiman. Siento mucho, mucho orgullo de este elenco. Trabajan muy bien, aceptan cualquier desafío y empiezan a trabajar. Después lo sostienen. Me gusta mucho el elenco actual de la Comedia Nacional. Me parece que es de gran prestigio y a su vez es un elenco joven. La mayoría de la gente está entre los 30 y los 60. Este elenco va a ser así de diez a 20 años. Y tienen muchísimo para crecer. Muchos integrantes que están en los 50 años están llegando a una etapa de madurez y de disfrute hermosa, donde los ves plantados con los instrumentos potentes. Ellos van a seguir, ellos sí se piensan a largo plazo. A mí me toca ser el director de estos años y mantener una llama viva.

Gabriel Calderón durante la lectura de fragmentos de Cien años de Soledad en la sala Zabala (archivo, octubre de 2023).

Foto: Ernesto Ryan

Volvamos un poco a estos Otros mundos de 2024.

Vamos a empezar el año haciendo El público de Lorca en la sala grande, que para mí es una declaración, es como decir: “Esta es mi propuesta”. En esta obra Lorca presenta al director de un teatro al aire libre, muy popular y que la gente ama, pero él quiere fundar un nuevo teatro bajo la arena y mostrar lo que nadie quiere ver. Hay una revolución, el público se le vuelve en contra y termina solo. Todo esto es muy poético, no lo vas a entender así cuando veas la obra porque es de la época surrealista de Lorca. Es una de las tres obras que él llamaba “Teatro imposible”, porque no se podía hacer, entonces es el desafío de tratar de explicar lo inexplicable y mostrar lo que nadie quiere ver. Que en Lorca tiene que ver con su homosexualidad, pero también tiene que ver con alguien que dice: “Este teatro no, hay que fundar uno nuevo”. Y el público lo abandona y termina nevando.

¿Quién dirige?

Marta Pazos, una gran directora. Una de las número uno actualmente en el mundo, que entre otras cosas aceptó porque nunca dirigió un elenco estable. Este año vamos a tener a tres directores que son número uno y que vienen porque nunca trabajaron con un elenco estable así. Arrancamos fuerte con El público y en la sala Verdi invitamos a dirigir a Carla Zúñiga, autora de La trágica agonía de un pájaro azul. Tiene varias obras y al final terminamos armando un díptico con dos obras de 50 minutos en las que actúan las mismas actrices. Son una comedia y un drama, se llaman Un montón de brujas volando y La violación de una actriz de teatro. Ya te podés dar cuenta de cuál es el drama y cuál la comedia. Después estamos yendo por los barrios con el Teatrino, que está siendo una experiencia demoledora, y ese elenco va a estrenar La máquina del tiempo en el marco de los 300 años de Montevideo. El argentino Luciano Delprato y Martín López Romanelli, ex Bosquimanos Koryak, están creando un espectáculo que utiliza partes del libro de Wells pero básicamente ellos sostienen que en un país en donde todo está estatizado, la Intendencia de Montevideo tiene una máquina del tiempo pública, que trae momentos artísticos hacia acá. Eso es bien para los barrios. Y vamos a reponer La gayina en la Zavala Muniz.

Ese sería el primer bloque.

Más adelante reponemos Edipo, porque el año pasado nos desbordó. Y vamos a hacer otro díptico con obras de Pascal Rambert, el dramaturgo francés más importante vivo. Pascal va a venir a dirigir una de las dos, Finlandia, también en la sala Verdi, y Anthony Fletcher va a dirigir Ensayo en la segunda mitad del año. Dos obras del artista, pero no dirigidas las dos por él, por un tema de tiempo. Después vamos a estrenar una obra en Rivera con Tamara Cubas, que tiene un espectáculo con mujeres migrantes. Va a traer a seis actrices de distintos puntos del mundo, y la uruguaya va a ser de la Comedia Nacional. La obra va a estar una semana en Rivera, una semana acá, y se va de gira. En la Zavala a mitad de año vamos a hacer Todos pájaros, de Wajdi Mouahad, autor conocido porque acá El Galpón hizo Incendios y la Comedia hizo Litoral. La obra trata sobre el conflicto Israel-Palestina tomando una posición humana en relación a lo que le pasa a la gente mientras esto sucede desde hace décadas. Y la coproducción de este año es con el teatro Victoria. Invitamos a Margarita Musto, que después de Las actas va a hacer Audiencias. Una obra rara, porque el elenco va a ensayar un mes y va a presentar una parte de una hora, otro mes y va a presentar la segunda, y otro mes y va a presentar la tercera.

O sea que serían tres obras cortas que se van a ir estrenando.

Ella lo llama “una serie teatral en tres capítulos”. Junto a Inés Bortagaray, Virginia Martínez y Ana Guevara estuvieron investigando la violencia que sufren los niños cuando sus padres se pelean judicialmente. Al principio eran casos, con un personaje que atravesaba todo, pero ahora creo que es un mismo caso con distintos enfoques. Vas viendo por un lado lo que les pasa a los padres, por el otro lado lo que le pasa a la jueza y por otro lo que les pasa a los menores. Ahí lo que vamos a experimentar es estar cuatro meses en cartel con algo. Y también es invitar al público a experiencias nuevas o distintas.

No necesariamente parateatrales, ¿o sí?

Sí, también. Te invitamos a una obra de teatro un poco distinta, y también te invitamos a vivir cosas por fuera de la obra de teatro. Donde más hay que invertir es en lo que sucede en torno a la obra de teatro. En la mayoría de las salas de la ciudad vas a ver obras de calidad, que te van a gustar más o menos, pero los actores son buenos y los directores son buenos. Ahora tenemos que mejorar en el entorno, que ha ido en depresión por ausencia de recursos. Hay toda una parateatralidad que me interesa, y si esas obras te hacen ir tres veces al teatro Victoria, ya es un check para nosotros.

Sigamos con el resto de la programación.

A final de año tenemos Fuenteovejuna en la sala grande, dirigida por Xavier Albertí, que es un gran director de teatro y un gran pensador. La invitación fue que viniera a hacer verso, con un título que está en el ADN de la tradición teatral del Uruguay y con elenco completo. Después tenemos a Mariano Tenconi Blanco, que va a escribir una obra llamada Madre ficción, sobre cómo la literatura se vuelve madre de las patrias en el Río de la Plata, a partir de una investigación en diarios de Levrero, Onetti, Idea Vilariño, sobre un artista que va de un lado a otro tratando de crear una ficción. Y después vamos a hacer las tres conferencias autoficcionales de Sergio Blanco. Él va a dirigir a un actor que hace de él y vamos a tener una pequeña itinerancia. Finalmente, tenemos una coproducción internacional con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Vamos a crear un espectáculo en conjunto sobre poesía del siglo XVI, con poetas contemporáneos uruguayos que responden a sonetos. Se presenta primero acá y luego en Madrid.

Volviendo a tu gestión, ¿hay algo más que no pudiste hacer en estos años?

La Comedia ya lo había hecho y a mí me hubiese encantado hacer un año de foco de autor nacional. Me va a quedar en el debe, porque prioricé otras cosas. Y porque también siento que durante los últimos años varios y varias hemos logrado que el autor nacional se valorice. Porque además, contrariamente a lo que se puede creer, el autor nacional es el más visto en Uruguay. Siempre estuvieron presentes, pero la verdadera apuesta con la que me quedo con ganas es hacerlos todo un año. Que la Comedia ya lo hizo, no sería por innovar sino para mostrar esa vitalidad, y porque somos la Comedia Nacional y tendríamos que estar mostrando eso. Otro debe es que necesitamos un espacio o una sala, porque a muchas obras les fue muy bien y las bajamos con entradas agotadas. Es muy complejo y no se resolvería sólo con una sala, pero tendríamos una manera de planificarlo.

Parece un problema lindo.

Nosotros tenemos que mantener la creación activa, no sólo medir lo que la gente quiere ver y dárselo. Pero sentimos que ya del propio entorno se queda gente afuera. Este año vamos a mejorar un poquito yendo a los barrios, o haciendo espectáculos más pequeños que nos permitan salir más rápido que con obras grandes. Entonces podemos ir a algunas salas descentralizadas, o al interior del país. Este año también vamos a invitar a maestros internacionales a dar talleres, para el elenco pero también para el medio. Viene Sean Holmes, el director artístico del Shakespeare's Globe, y viene el grupo argentino Piel de lava. Es focalizarnos en que nosotros tenemos que relacionarnos con artistas y hacer que vengan a trabajar, independientemente de si cuadra o no en una obra de teatro.

Todo esto pasa porque se dio el contacto con el público.

En ese sentido vamos a hacer tres cosas: vamos a volver a tener posfunciones, como reflexión temática con el público. Vamos a invitar a espectadores a que vean la obra desde adentro del escenario, desde las patas, porque sabemos que el espectáculo desde este lado es otro. Y en las obras grandes, ya lo hicimos en El público, tenemos 15 espectadores que vinieron al primer ensayo, vienen al ensayo del medio, al montaje y al estreno. Eso, que se llama Más allá del escenario, es para fortalecer esa comunidad, y que acompañe en el entorno y no sólo en la obra de teatro.

Perdón por hacer la pregunta más obvia, pero, ¿qué querés que se recuerde de tu gestión?

Me gustaría que quedaran algunas cosas que yo viví diariamente acá. Dejar de pensar que hay mucho teatro en esta ciudad y que quede demostrado que puede haber infinito teatro, porque hay infinitas posibilidades de crecer. Y lo otro es que la Comedia Nacional es realmente un prestigio del país. La Comedia ha salido a festivales y lugares del mundo en donde quedó muy bien, pero por nuestra humildad natural no nos convencemos de la potencia que es y que puede ser a nivel internacional. Antes esto parecía en desmedro del teatro independiente, pero creo que no, que la avanzada de este camino internacional la hizo Marianella, Roberto, Sergio, Mariana, El Galpón, el Circular, Complot. Gente que salió primero, creó una expectativa y se hizo bastante natural que los festivales internacionales más prestigiosos empezaran a tener a Uruguay en su programación. Me gustaría eso. O puedo desechar todo lo anterior y decir algo más simple: me gustaría haber sido un factor de crecimiento para todas las áreas que tocan a la Comedia Nacional. Para la comunidad artística a la que yo pertenezco, para los espectadores... Que la Comedia Nacional antes era una cosa, y después de que yo pasé quedó más grande. Después veremos cuánto dura, no importa. Pero siento que si eso creció, uno hizo su trabajo.

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