Hay un largo camino que terminó en la selva. La directora de Cultura de la Intendencia de Montevideo, María Inés Obaldía, recuerda cómo empezaron a recorrerlo a partir de la programación de la Comedia Nacional: “Veníamos con una grilla que apuntaba a los clásicos reconocidos: un Edipo, un Quiroga, una Mary Shelley. Y de alguna manera también queríamos poner un toque de la gran literatura latinoamericana. Lo conversamos con Gabriel Calderón, que a su vez estuvo buscando la vuelta, y después de un planteo de toda la primera grilla apareció la posibilidad de poner una mirada sobre el aporte de América Latina a la literatura. Con un germen, que es el del hijo del telegrafista de Aracataca, pero que tiene derivaciones por todos lados”.

Gabriel Calderón, director de la Comedia Nacional, comenta: “Cuando estábamos hablando de la programación total, teníamos dos preocupaciones. Primero, cuidarnos de que no nos quedara muy europea, porque la mayoría de los clásicos universales están allí. Lo segundo era cómo hacer alguna representación que fuera nacional o latinoamericana. Cuando hablamos con Adrián Caetano y resolvimos versionar un cuento de Horacio Quiroga, dije: ‘Tal vez no tenemos que ir a un clásico de la dramaturgia, sino a un clásico de la literatura’. Así surgió la idea”.

Ese pensamiento se mezcló con una idea de Calderón previa a su entrada a la Comedia. “Tenía una invitación del Teatro Nacional de Croacia para hacer Cien años de soledad. Y mi respuesta fue: ‘Hagamos Cien monólogos en soledad inspirados en Cien años de soledad’. Cuando surgió esto, en un principio pusieron dos directores argentinos a dialogar con dos directoras uruguayas, Marianella Morena y Paula Villalba. Al final del año pasado Croacia entró en crisis, el teatro por ende también, y ellos deciden retirarse”.

Así, el proyecto dejó de ser Cien monólogos. “Lo que le interesaba a la Comedia Nacional que sucediera, ya que la novela no se puede hacer porque es inabarcable de lo gigante que es, es utilizarla en el mejor de los sentidos como una plataforma para mostrar la dramaturgia o la escritura contemporánea latinoamericana. El proceso fue invitar a 50 escritores a que, inspirados en Cien años de soledad, escribieran dos páginas. Monólogo, ensayo, novela; lo que quisieran”, explicó el autor de Mi muñequita.

“La invitación decía que se inspiraran en un momento, ya fuera para discutirlo, para ampliarlo, para darle voz a un personaje que no lo tiene, o para su primera lectura de la novela. Son aproximaciones. De los 50, contestaron en tiempo y forma 36, que son el corpus textual que tomaron Marianella y Paula para empezar a crear un espectáculo, que hoy por hoy no son monólogos sino que es un espectáculo dentro de la sala. Mucha gente escribió sobre Úrsula y sobre Rebeca y sobre Remedios, muy pocas sobre Aureliano. Entonces el espectáculo es esa performatividad de cerca de 20 universos de autores, que a veces emergen a coro y a veces emergen monólogos”.

En la obra hay una familia leyendo todo el tiempo, y “colectivamente o individualmente” levantan imaginarios de Cien años de soledad. “A los cinco o diez minutos ya te das cuenta de que no es entender un hilo, sino que surjan universos, se apaguen y surjan otros. Y cada uno de esos universos tiene su propia narrativa”.

Sinergia interinstitucional

En el año de “consolidación de la nueva dirección de la Comedia Nacional”, para Obaldía “ya estaba madura como para trabajar en hermandad con los otros elencos”, dice en referencia a la Banda Sinfónica y la Orquesta Filarmónica de Montevideo. “Son tres elencos que tenemos de manera permanente y sostenida, y para nosotros era importante lograr un trabajo conjunto de muestra a toda la comunidad de lo que se hace con esos elencos. Esta era la puerta para hacerlo de cara a los 300 años de Montevideo”.

Lectura de fragmentos de _Cien años de soledad_ previo al estreno de _Macondo_, en la sala Zavala Muniz,  en el teatro Solís.

Lectura de fragmentos de Cien años de soledad previo al estreno de Macondo, en la sala Zavala Muniz, en el teatro Solís.

Foto: Ernesto Ryan

“Como no íbamos a hacer la novela porque es inabarcable, lo que sí podíamos hacer era transformar el teatro Solís en Macondo”, explicó Calderón. “Y que ese mundo, tanto el de Gabo como el de los autores latinoamericanos, tomara el Solís durante un mes”.

Semejante empresa no podía realizarse en solitario. “Nosotros nos podíamos encargar del espectáculo en la sala principal, pero íbamos a necesitar ayuda para los otros espacios. Entonces hablamos con Malena Muyala, directora del Solís. El desafío era decir: ‘Durante un mes no programes a nada más que nosotros, y programá con nosotros esto’. Eso nos permite, por ejemplo, tener un sobreescenario, que sería imposible si estuviéramos compartiendo la sala. Entonces hacemos movimientos escénicos en la caja escénica, en el ambulatorio y en el hall”.

No sólo se trataba de coordinar esfuerzos departamentales, también se involucró a la embajada de Colombia, aclara el dramaturgo. “Había un tema de derechos que nadie sabía muy bien cómo resolver, pero la Fundación Gabo y Colombia decían: ‘Tiene que hacerse’. Y al final de todo eso, con trabajo y conversaciones, se fue resolviendo”.

A su vez, octubre es el mes de la Feria Internacional del Libro de Montevideo, que la intendencia organiza junto con la Cámara del Libro. “El espacio de debate y construcción este año en la feria lo organizamos de manera conjunta con la Cámara Uruguaya del Libro, y por supuesto se llama Aracataca”, acotó Obaldía.

La sinergia alcanzó también reparticiones municipales no inmediatamente asociadas al arte: “Tratamos de trabajar de manera horizontal, es una propuesta de línea de trabajo que jerarquiza la intendenta Carolina Cosse. Lo que pasa es que la selva de Macondo era un desafío en el imaginario de todos nosotros, y afortunadamente la intendencia tiene un vivero municipal y un jardín botánico, y también un técnico de Espacios Públicos, Rodrigo Carrau, que ha diseñado toda esta propuesta de Macondo en la explanada. Capaz que para la Comedia fue una primera vez, pero es algo que nosotros tratamos de incentivar como línea de trabajo”, apuntó Obaldía.

Asimismo, acondicionar otros espacios del edificio fue una tarea intensa y prolongada. “La Comedia tomaba la sala principal, el hall y un poco la fachada. Y le pedimos al Solís que tomara la Zavala Muniz, que se transformó en una gallera. ‘Dale, vamos a hacerla’, contestaron”.

Día a día

Una vez definido el gran proyecto, había que programar actividades para todos los días, de martes a domingo. Comenzaron a hacer invitaciones y propuestas a instituciones bien diversas. “Una vez que decían que sí, proponían actividades que había que contener. Y la Orquesta y la Banda están dentro de nuestro espectáculo, entonces, para la gente que quiera venir a Macondo, tiene dos grandes ejes: uno es el espectáculo todos los días, de martes a domingo, que la Comedia no hace creo que desde mitad de siglo. Y luego todas las actividades que rodean, que son muchas: talleres, conferencias, conciertos, exposiciones”, dice Calderón.

“Todo eso lo ha hecho el teatro Solís con la Comedia Nacional, el Departamento de Cultura y con artistas independientes. Hay varias ideas que se le ocurrieron al propio teatro; lo que necesitábamos era que tomara esa programación para ir llevándola a cabo. Hay cuatro mundos grandes: está el espectáculo, la Gallera, con actividades todos los días, después está la Cueva, es decir la sala Idea Vilariño, que tiene música y lecturas todas las noches, y la cafetería, que en general va hasta la hora en que empieza el espectáculo. Cuando la gente sale, está abierta la Cueva”.

La propuesta permite que se pueda ir al Solís “a satelitar”, más allá de haber conseguido entradas para la obra principal. “Las exposiciones están abiertas todo el tiempo y a las 20.00 abre la Cueva, sin entrada. Abre a la hora del espectáculo justamente para que quien se quede sin entrar pueda ir, y ahí va a haber banda y actividades”. Algunos días tienen actividades específicas, como los martes de academia o debate. “Lo que hicimos fue llenar un ciclo que llamamos Cartografías personales, con artistas de la literatura que tienen geografías o territorios en su escritura”.

“Los domingos hay un ciclo de poesía en la Gallera, que son como contrapuntos; ellos le llaman Gallera poética. Vienen poetas y hay un jurado cada domingo”.

Además, está el Festival Gabo. “Va a ser el 20 y el 21, con presencia de Jaime Abello, que es el director de la Fundación Gabo. También viene Carolina Ethel, que durante años dirigió la Fundación La Cueva, en Barranquilla, donde estaba el bar de los amigos de Gabo”, dice el director.

Foto del artículo 'Macondo: el origen secreto de un proyecto total'

Foto: Ernesto Ryan

La experiencia

“Recorrer Macondo es realmente una experiencia multisensorial. Color, forma, neón, bananeros. El otro día estuve en la cafetería y había una larga fila de escribas que con máquinas de escribir redactaban cartas de amor, de sueño, de lo que quisieras. A la intendenta le leyeron el futuro, yo estaba tocando el hielo, y después cerramos en la Cueva. Creo que es una propuesta extremadamente demandante a todos nuestros sentidos, y a toda nuestra memoria colectiva literaria latinoamericana. Es un desafío al que hay que entregarse y dejarse llevar todos los días en distintas instancias”, apuntó Obaldía.

“Son cosas muy poderosas las que están pasando y es imposible abarcarlas todas, por eso hablamos de una experiencia. Porque uno puede ir varias veces, y si bien la obra en la sala central ya está agotada y tendremos que ver cómo reponerla el año que viene, todo lo demás está abierto y es selvático. Uno da un paso y hay una realidad, y da otro paso y hay otra realidad. Es como la selva, o como se imagina uno, en esta penillanura levemente ondulada, que debe ser la selva colombiana. Dar un paso y encontrar un bananero, pero a la vez dar otro paso y encontrar una mariposa, y de repente otro paso más y una planta carnívora, y de repente escuchar las balas del fusilamiento. Es realmente una experiencia poderosa”, afirmó la directora de Cultura.

“Es muy serio recibir a Mircea Cărtărescu y nombrarlo visitante ilustre de Montevideo cuando su nombre estaba otra vez en el bolillero del Nobel. Y después es muy bello bailar la canción ‘Los cien años de Macondo’ en la sala. Es pendular la propuesta. Estuvimos leyendo 100 momentos de soledad en la Gallera junto a distintas personas que fueron invitadas por la Comedia. Carolina cerró esa lectura, a mí me tocó leer el pasaje de las mariposas y esa bala incrustada en la columna de Mauricio Babilonia que lo deja para siempre postrado en una cama, pero rodeado de mariposas amarillas, guardando el silencio de ese amor al que tenía que proteger hasta la muerte”, recordó Obaldía.

El éxito

Obaldía también reflexiona sobre la popularidad de la Comedia Nacional, que en la nueva dirección ha agotado las temporadas de varias de sus obras. “Los griegos dirían que es un pecado de exceso, un hybris. Los dioses nos van a castigar, porque hemos generado una serie de espectáculos... El ‘hemos’ es un atrevimiento de mi parte. La Comedia ha logrado tener en simultáneo un espectáculo que se agota en su sala principal, pero también ha recorrido el interior. Ha viajado a Argentina, Chile, Colombia, México, Islas Canarias, Madrid, y ahora viaja a País Vasco. En simultáneo: Macondo y Frankenstein y La mujer desnuda y La gayina. Eso ha generado que haya mucha gente con avidez, y que nuestros espectáculos sean acotados. Así que tendremos que pagar este pecado el año que viene, reponiendo la mayor cantidad posible de todas esas obras”.

“Quizás no sea la experiencia Macondo lo que se pueda reponer, porque ese megaesfuerzo se hace una vez en la vida”, dice Obaldía, y explica: “Pero la obra puede volver y que la carpa de Melquíades te reciba, que otra vez puedas volver a tocar el hielo. Quizás no tengamos la posibilidad de hacer, como ahora, una sinergia con la Feria del Libro, o las letras de los carteles de Montevideo en el Cerro y Pocitos ploteadas con Macondo, la claraboya de la Plaza del Entrevero con una flecha hacia el Solís, la caja de vidrio en la explanada de la intendencia convertida en Macondo y un stand dedicado a la edición histórica de homenaje a los 50 años”.

Y agrega: “Quizás eso no esté para el año que viene. Pero la obra, peladita por sí sola, tiene la altura para llenar otra vez y agotar nuevamente, así que tendremos que hacer todo lo posible para que la carpa de Melquíades se vuelva a armar, el hielo se vuelva a congelar, y que quienes quieran llegar allí se encuentren con una gitana que te predice el futuro”.

Toda la programación de Macondo en el Solís durante octubre, incluyendo las lecturas, conferencias, las actividades para niñas y niños en el espacio Macondito de Plan Ceibal y el Espacio Educativo del Solís, puede consultarse en la web teatrosolis.org.uy.