Mañana a las 21.00 en Espacio Guambia, Jorge Galemire, Alberto Mandrake Wolf, Samantha Navarro, Ana Prada, Urbano Moraes, Nicolás Sarser, Eli-u Pena, Juan Pablo Chapa Chapital, Maia Castro, Nino Restuccia, Javier Cardelino, Herman Klang, Pablo Damonte, Pedro Restuccia, Alfonsina Álvarez y Mónica Navarro celebran las canciones de Luis Alberto Spinetta.

Allí, los anillos del Capitán Beto esparcidos por el río llegarán en círculos concéntricos para escribir los libros de la buena memoria, en almas de diamante, en forma de plegarias para niños dormidos. Canciones que bajan, al barro tal vez, a la penumbra, de una noche en que Ana no duerme, cual muchacha ojos de papel, tras los parlantes que chorreando jugo de lúcuma se esparcirán invisibles en el jardín de los presentes. Un homenaje, un tributo en canciones de un flaco que iluminó desde la vecina orilla 40 años de historia de la música de estas latitudes. Desde Almendra a Las Bandas Eternas
-pasando por Pescado Rabioso, Invisible, Jade y una extensa carrera solista-, la de Spinetta es una obra signada por la música como ideología máxima del más puro arte sin concesiones marketineras.

En Montevideo, mientras aún se está asimilando su ausencia, se presenta este show para mantener presentes las canciones eternas, vivas en la memoria, esas que trascienden la existencia de un artista ejemplar. Un momento único en el que variados músicos locales de distintas generaciones conviven tras el poder de las míticas canciones de un artista iluminado, ese Flaco que cada uno de ellos encontró guardado en su corazón y que varios de los que estarán en el homenaje recuerdan a continuación en palabras.

Pedro Restuccia

Fue en abril del 99, cuando mi viejo me llevó al cine Plaza al recital de Los Socios del Desierto... Ahí mismo quedé atónito ante lo que estaba presenciando. La música me cambió para siempre tras aquella patada en el estómago que recibí, de fuerza y melodía, de contundencia y belleza, de rabia y amor, algo como nunca antes había escuchado... Desde entonces fue cuestión de pocos años hasta deglutir por completo su enorme y diversa discografía, recorriendo ferias y disquerías tras los más inhóspitos originales, sacando sus temas en la viola, leyendo todas las entrevistas que pude conseguir en revistas o libros. Fui todo Spinetta. Lo vi en vivo cerca de diez veces, aquí y allá, y siempre fue una emoción y un aprendizaje hacerlo. Hoy se me infla el pecho al saber que Spinetta fue y será una de las más grandes influencias en mi vida como compositor, pero también en la vida misma. Su legado no es sólo musical, lo es también su integridad como artista, ese ejemplo de cómo poner la música delante de todo, sin caretismos ni personajes, ejemplo de cómo romper con lo anterior para buscar lo nuevo, siempre con el corazón adelante. Llevo sus canciones como mi cédula de identidad, como un expreso que quedó en el pasado y a la vez como un vestigio del futuro. ¡Salú, Flaquito!

Juan Pablo Chapital

Llegué a Spinetta por el disco Artaud, de Pescado Rabioso, un disco de 1973… Yo tendría 17 años y venía curtiendo cosas rockeras, y cuando escuché ese disco me partió la cabeza… Se me abrió otro mundo porque el tipo tocaba tremendas canciones rockeras con solos de viola o muy buenas baladas cantadas de una manera muy particular, una cosa dulce y visceral, con unas letras alucinantes y melodías re personales... A partir de entonces, creo que fueron los discos Alma de diamante, Los niños que escriben en el cielo y Kamikaze, los que hicieron que hasta el día de hoy siga escuchándolo y que siga emocionándome como la primera vez. Tuve la suerte de conocerlo y compartir camarín en un concierto de Liliana Herrero en Buenos Aires... Casi no pude hablarle, tuvimos un diálogo como el de una sala de espera en un dentista, muy cómico. Pero, la verdad, lo que me transmitió fue profundidad, simpleza, humildad y, sobre todo, mucho respeto. Lo escuché tocar y cantar solo con la viola a dos metros de mí en ese show. No me olvido nunca más. Obviamente su partida nos dejó un gran vacío, dolió mucho la noticia, como cuando alguien muy cercano se va. Pero en algún lugar todos sabemos que su magia está, y siempre va a estar, entre todos los que amamos su obra y también entre los que aún la están descubriendo o están por descubrir. Un gran amigo me escribió un mensaje el día que murió el Flaco que decía: “¡Ahora más gente va a entender su mensaje profundo, humanista y de respeto por la naturaleza, aun los que no lo conocen!”.

Herman Klang

Creo que el primer disco de Spinetta que escuché fue Bajo Belgrano, de Spinetta Jade. Se transformó en mi disco de cabecera durante varios meses. Yo tendría unos 23 años y el disco ya tenía como diez. Me acuerdo de que el solo de teclado de “Mapa de tu amor” lo puse tantas veces que arruiné el CD. No tardé en conseguir todos los discos de Spinetta Jade. Una vez que mi deformación auditiva de músico me permitió dejar de enfocarme exclusivamente en la riqueza armónica, en los arreglos y en lo que tocaban los tipos (tuvieron que pasar varios años), pude empezar a apreciar las letras y la construcción de las canciones. La poesía del tipo es a veces críptica, pero muy lógica. Eso tiene la ventaja de que las interpretaciones de los escuchas varía. Cada uno interpreta en función de sus propias experiencias. Ejercicio: discuta con un amigo una letra de Spinetta y comparen interpretaciones. En definitiva, la música que dejó es para ser disfrutada por siempre. No sólo escuchando, también analizando, tocando, discutiendo, versionando. Y eso es lo que hace a un gran artista.

Eli-u Pena

La música de Luis Alberto Spinetta fue uno de los paisajes sonoros más increíbles con los que me haya encontrado durante mi infancia. La primera vez que puse un casete de Spinetta por voluntad propia tenía 11 años. Era el Artaud. La verdad es que nunca olvidé el cúmulo de sensaciones que experimenté sentada frente a los parlantes, quedé atrapada, frases como “yo te amo tanto que no puedo despertarme sin amar” y otras me impactaron profundamente. Aquellas melodías, la poesía, las imágenes. Lo relaciono con mi viejo porque fue él quien me presentó ese universo musical. Solíamos pasar largas horas escuchando y gozando de los discos de Spinetta, cantando sus canciones. Creo que su música es un alimento para el espíritu. No ha dejado de acompañarme, de iluminarme, y sé que continuará musicalizando mi vida até o fim. Eterno poeta, es sin duda uno de esos músicos altamente inspiradores tanto por su arte como por su libertad. Es luz.

Jorge Galemire

Yo conquisté una chica en el Cerro con una canción del Flaco. Si tendría poder ese Ser. Todos los días me tomo un tren hacia el Sur. Al final, nos irá bien; estoy seguro. Llevamos, gracias a ese Flaco, buenas cosas.

Alfonsina Álvarez

Llevaba dos días con una canción en repeat. Sin exagerar, a razón de unas 20 reproducciones del mismo tema de Luis Alberto Spinetta por día. Cruzó por mi mente la posibilidad de que él estuviese vibrando fuerte en mí porque llegaba su momento de cambiar sin retorno. Ahuyenté el presagio por miedo. Una semana después, lloraba la noticia. Me preguntaron por qué lo hacía y respondí que él era un lucero. Su existencia musical enteramente poética desde la deliciosa palabra hasta el paisaje armónico ha sido mi guía. La realidad espiritual encontraba palabra en su boca, convirtiéndolo en un espejo que mi alma necesita. Maestro en contenido y forma, un profundo maestro para mí.

Alberto Wolf

Sólo la tapa y contratapa del primer disco de Almendra Spinetta hace explicable lo inexplicable.

Samantha Navarro

No recuerdo cuál fue el primer disco que escuché de Spinetta. El primero que me compré fue Artaud, pero en CD; me encantaría tener ese vinilo, con su arte increíble. Al principio no entendí nada, pero me fascinaba la estructura de las canciones, su libertad y ambición, y su voz. Me encanta cómo canta Spinetta, me influyó muchísimo. Su guitarra también canta, sus melodías son deliciosas, y las armonías van a lugares especiales, vuelan y agitan alas de música como mariposas mágicas. La poesía de Spinetta es maravillosa. Llena de espiritualidad pero también política, manejando elementos cotidianos y elementos raros. Como dice Klang, “tiene la ventaja de que las interpretaciones de los escuchas varía”. Son canciones que se terminan en los oyentes, que cambian con el tiempo, con el cambio de éstos. Son libres.