Símbolo del under teatral de los 80, el actor, escritor y guionista uruguayo Alejandro Urdapilleta fue una figura central del teatro luego de la recuperación de la democracia en la vecina orilla. En la década de los 80 brilló en el under porteño junto con Salvador Batato Barea y Humberto Tortorese. Así, el uruguayo comenzó su activa carrera actoral como uno de los pilares del Parakultural, a partir de su teatro experimental y marginal. El centro Parakultural organizaba las trasnoches de teatro, música en vivo y artes plásticas, con una estética incierta que emergía en el contexto de una democracia aún vacilante.

En el transcurso de esos años, Urdapilleta, Barea y Tortorese crearon espectáculos como Alfonsina y el mal, La caracha y La moribunda, trabajos en los que la transgresión escénica y la confusión de los sexos se adentraban en arriesgados juegos. Luego, en los 90, con la muerte de Batato y la fuerza cada vez mayor que adquiría el under, Urdapilleta y Tortonese pasaron a formar parte de los elegidos de Antonio Gasalla en El palacio de la risa.

En 2014, el actor Braulio Marchisio y el poeta José Arenas estrenaron Los desesperados, pieza teatral basada en textos de Urdapilleta (Poemas decorados) y en una performance de la dupla Urdapilleta-Tortonese, que los actores desplegaron en el marco de una conferencia sobre la desesperación.

Se trató del primer trabajo que reunió a Marchisio y Arenas, dupla que este año vuelve con Vagones transportan humo, una evocación a la figura del actor uruguayo. Según dijo Arenas a la diaria, esta pieza selecciona poemas de Urdapilleta en una puesta menos humorística y más lírica que Los desesperados.

Vagones transportan humo, además, cuenta con poemas de Alejandra Pizarnik, Fernando Noy y Marosa Di Giorgio, escritores que Urdapilleta elegía para sus espectáculos. “En esta oportunidad nos dedicamos mucho a la figura de Urdapilleta y a desentrañar quién era él, por qué elegía a estos poetas”, contó Arenas.

Un paraíso para los malditos

El poeta recordó que lo primero que les llamó la atención fue el fenómeno del under de los 80: qué sucedía con el fin de la dictadura y cuáles eran las manifestaciones que ocurrían en un lugar como el Parakultural. “Este centro oficiaba como una suerte de destape porteño, detrás del cual estaba Urdapilleta. Aquí habíamos conocido manifestaciones que tenían algo que ver con esa movida, pero artísticamente eran muy descartables”, reconoció el actor.

En cuanto a la recepción de los textos del uruguayo, Arenas explicó que al comienzo desconocían cómo reaccionaría el público, ya que se pueden considerar textos fuertes, pero a su vez ya hace al menos 30 años que fueron publicados. “El entusiasmo del público se mantuvo en todas las funciones, incluso cuando presentábamos dos por semana”, recordó.

Cuando comenzaron, la única seguridad con la que contaban los creadores era la potencia de estos textos: “Si en algo confiábamos era en su talento. Creo que la gente respondió porque los textos son bellísimos poéticamente, pero además cuentan con un humor ácido, directo y crudo: por más que uno esté viviendo una revolución emocional, no puede evitar la carcajada. Esa tensión entre la diversión, la emoción y el choque -en todos los sentidos de la palabra- ha generado que la gente se sienta estimulada con la obra”, analizó.