Fue uno de los directores más influyentes y admirados, y quien descubrió a actores como Marlon Brando o James Dean. Pero también uno de los más cuestionados, por su colaboración con la caza de brujas macarthista.

Ya en los primeros films de Elia Kazan (1909-2003) se nota su particular dirección de actores: propuso una ruptura con las interpretaciones tradicionales hollywoodenses, y hay “algo distinto” por el desarrollo de la historia y el despliegue de los caracteres de los personajes, en su mayoría imprevisibles y contradictorios.

El cineasta de origen griego (se llamaba Elias Kazanjoglou) filmó obras maestras como Nido de ratas (1954), Un tranvía llamado deseo (1951), ¡Viva Zapata! (1952) y Al este del paraíso (1955). En 1950 adaptó La peste, de Albert Camus, en Pánico en las calles, que sobrepasa los límites del policial para ofrecer una vibrante -y a la vez sobria- acción, con complejas secuencias en exteriores.

Kazan decidió que Brando interpretara a Stanley Kowalski en su versión teatral de Un tranvía llamado deseo, que luego llevó al cine con el actor en el mismo papel. Tennessee Williams -autor de la obra- quedó fascinado con el desconocido que interpretaba a un violento e instintivo Kowalski, dominado por una peligrosa insatisfacción. Kazan llegó a decir que Brando era el único actor que podía ser llamado genio, y la argentina Victoria Ocampo afirmó que parecía “una antorcha de carne dorada”.

Nido de ratas podría definirse como un alegato por la justicia, con un héroe portuario que enfrenta a gángsters disfrazados de sindicalistas. El conflicto se da entre el gángster principal, Johny Friendly (Lee J Cobb), y el obrero Terry Malloy (Brando), un ex boxeador consumido por la culpa y deseoso de redención. El film es un despliegue avasallador de violencia -sólo unas pocas veces contenida-, corrupción e injusticia, con una constante metáfora católico-mafiosa que atraviesa muelles, calles y azoteas.

Cuando la vio, Humphrey Bogart dijo: “Envuelvan todos los Oscar, incluso los míos, y envíenlos a Marlon Brando”.

Al este del paraíso fue el origen del mito de James Dean, ícono de la rebeldía adolescente, quien según François Truffaut vino a contradecir la técnica interpretativa de 50 años de cine. Kazan decidió que protagonizara este film basado en una novela de John Steinbeck y centrado en conflictos que remiten a episodios bíblicos. Como telón de fondo corre la Primera Guerra Mundial, pero la historia se centra en los personajes. Kazan fue capaz de lograr glorias interpretativas por parte de Dean, Raumond Massey y Jo Van Fleet en esta película sublime, que retrata el camino recorrido por un hijo que intenta alcanzar el reconocimiento de su padre.

La intensidad emocional que logra Kazan, siempre próxima a lo insostenible, y la magia de esos tipos abandonados, que intentan ser felices de una manera noble, a veces equivocada y casi siempre conmovedora, recuerda que el griego fue uno de los grandes maestros en la historia del cine.