Glosario sobre selecciones y campeonatos del interior de OFI

Me encantaría encarar este tema fuertemente asesorado por una filóloga, por un semiólogo, por una especialista en semántica, por un lingüista. Pero no, acá estoy, con mi formación autodidacta. Se trata de la dinámica de la lengua viva, como si estuviese en un control de calidad, para apartar, defender y cuidar términos y definiciones, que por alguna razón deben mantenerse así.

En la línea de producción de las buenas palabras y las justas definiciones, estamos nosotros, unos cuantos miles de canarios, impidiendo pasar aquellas que dicen capital, interior, regional centro tanto. No, no debemos dejarlas pasar.

Sucede que ahora, con el producto en televisación masiva, parece que los nuevos comunicadores tuviesen un mandato del cual no se pueden apartar, y debieran definir todo, nombres y campeonatos, con esa casi innominada definición de capital o interior. Choca con aquello que sabemos, aprendimos y dominamos, a llamar a nuestras selecciones por su nombre, y choca además con los nuevos comunicadores que por lo pronto y por definición saben que la selección de su ciudad se llama como su ciudad y no capital o interior.

Un tema capital

Es preciso que haya una defensa sostenida, justa y razonable de definiciones y palabras que deben sostenerse en el tiempo y en la vida. También documentada, claro, y por ello trataré de sostener este intento de glosario del campeonato de fútbol del interior, una suerte de máxima justa futbolística territorial del universo de los uruguayos.

Para dotarlo de un encuadre que justiprecie el debido sostén de las definiciones, utilizaremos la historia, la jerarquía adquirida justamente a través de ese peso histórico avalado por la sistematicidad de la competencia, y también el cambio profundo y de justa renovación y evolución que adquirieron las competencias, abriendo posibilidades a más participantes, e imponiendo denominaciones administrativas que se transforman en nombres y definiciones naturales y normales para los nativos. Con el paso del tiempo se ha enquistado también una tercera corriente que es la de aquellos que fueron modificando o no, a través de una pensada adaptación, los nombres de los participantes, de los torneos y hasta su validez o jerarquía.

En definitiva, no es justo -y es hasta inaceptable- que por razones de afectada modernización y renovación, se anden cambiando los nombres de los lugares que nos generan adhesión por torpes e insípidas definiciones que no representan absolutamente nada en la identidad de un pueblo.

En 1922, cuando el Dr. Alberto Blas Langon, fundaba la Confederación del Litoral, y el campeonato de selecciones del litoral, del río Uruguay, no sabían los orientales de aquellos día que estaban dando inicio a la competición futbolística, que sumando otras piezas, (Sur en 1924, Norte en 1926 y Este en 1927) conformaría el campeonato más uruguayo del fútbol, y que sin embargo, por la ausencia de Montevideo -con sus conductas etnocentristas-, queda relegado de información, difusión y entendimiento.

El Litoral, el Sur y el Este, avanzan sistemáticamente en sus competiciones anuales aún mucho antes de que haya una organización general que las aglutine administrativa y políticamente, como lo es la Organización del Fútbol del Interior (OFI). Recién unos años después de la fundación de la OFI (14 de julio de 1946), nace formalmente el campeonato del Interior, que aglutina a las confederaciones, con sus campeonatos, ya históricos, y a las selecciones departamentales, que casi sin excepción representaban a las ciudades capitales.

Son apenas cuatro o cinco las representaciones no capitales que logran ponerse en competencia, y así aparece muy tempranamente Batlle y Ordoñez en el Este, Paso de los Toros en el Norte, varios pueblos de Colonia asociados en el Litoral, y algunas localidades del este de Canelones, pero básicamente concentradas en Pando, cuando la irrupción de Canelones del Este.

Es lógico pensar que conociéramos a la selección de futbolistas de Mercedes como Soriano, primer campeón del Litoral en 1922, o a la de la centenaria Liga Minuana de Fútbol, como la selección de Lavalleja. Así con todos. Antes a la selección de Fray Bentos la conocíamos como la de Río Negro, a la de Melo como Cerro Largo, y a la de Treinta y Tres como Treinta y Tres, sin importar si en Vergara o Cerro Chato jugaban al fútbol y les interesaba competir.

Nombre y número

En 1992, en un entorno de evolución y también de ampliar las bases del negocio, porque siete décadas después el campeonato ya era algo más que un juego también en el interior, se produjeron cambios notables en el campeonato, en los campeonatos.

Entonces fue que se aprobó que aquellos históricos torneos de selecciones departamentales pasasen a ser de selecciones de ciudades o combinados de pueblos. Los de abajo empujaban y se hicieron un lugar. La primera denominación pasó a ser tosca y categorizadora: Sector 2, mientras que aquellos que conocíamos como Maldonado, Florida o Salto seguían siendo jerárquicamente Maldonado, Florida o Salto, y en alguna ficha administrativa que no pasaba de las oficinas decía Sector 1. Reaccionarios, comedidos y advenedizos pusieron el grito en el cielo, pero no pudieron con el poder de los pueblos. Así una potencia en fútbol como San Carlos pudo jugar en representación propia y de otros pueblos vecinos. Aparecieron pueblos olvidados como Bella Unión, Young, Guichón, Libertad, Sarandí Grande, Vergara, Río Branco, o federaciones asociadas que podían poner a sus deportistas en competiciones de excelencia. Definitivamente había dejado de ser un campeonato de selecciones departamentales, para pasar a ser uno de selecciones de ciudades o de combinados de participantes en una misma liga.

Politicamente correcto, socialmente incorrecto

Más acá en el tiempo la categorización de 1 o 2 pasó a una políticamente más correcta, como el de Sector Capital o Interior, que tal vez administrativamente o por una cuestión de protocolo deba usarse al cargar sistemas en las computadoras de OFI, pero que es imposible se transfiera al pueblo. Nadie puede sentir el más mínimo compromiso o adhesión por un colectivo que en vez de su nombre lleve el de Sector Interior, y con el nombre del departamento como apellido prestado. No, es necesario que llamemos las cosas por su nombre: Nueva Palmira campeón del Interior en 2016 no puede ser recordado como Sector Interior de Soriano campeón de la 13a Copa Nacional de Selecciones. No. Aunque formalmente esté bien, está todo mal.

Claro, porque eso es lo otro, los nombres de las competencias. El Sur es el Sur, y no Regional Centro Sur. Lo mismo con el Litoral y con el Este. Lo mismo sucede con el nombre del campeonato del interior. Si bien es cierto que desde 2003 se reformuló el nombre de la competencia a Copa Nacional de Selecciones, también es cierto que se trataba del mismo logro que se jugaba formalmente bajo los auspicios de la OFI desde 1952, por tanto se trata de un evento que llegó ya a 67 ediciones. Sólo entre Durazno (11) y Tacuarembó (9), suman más copas que el ordinal que ordena la 17a Copa Nacional de Selecciones.

Pongámosle que OFI, por su protocolo y disposición administrativa, no los puede llamar de otra manera en el papelerío oficial, pero inmediatamente después hay un escalón de difusión en donde el pueblo o los pueblos deben llevar su nombre y no otro. La nomenclatura técnica les hace estúpidamente llevar apellidos como Capital, Interior, Sector, que terminan hundiendo en el ostracismo al pueblo que se llama Carmelo a secas, Durazno, Young, Rivera o Batlle y Ordoñez.

Este año son 31 los participantes, que para la semana próxima serán 20 y estarán definiendo, con su nombre y su camiseta, los maravillosos torneos del Este, Litoral y Sur.

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