Las elecciones legislativas francesas del 12 y 19 de junio dejaron al oficialismo de centroderecha sin mayoría absoluta, a la coalición de izquierda como segunda fuerza y multiplicaron por diez las bancas de la derecha extrema.1 Antes, el gobierno y la gran prensa habían llevado adelante una dura campaña contra los “insumisos” de Jean-Luc Mélenchon.

“¡Bloqueen el camino a los marxistas!”; “¡No se juega con el comunismo! Hay que votar por el progreso, contra la ruina, por la libertad, contra la dictadura”.2 En vísperas de las elecciones legislativas francesas de 1973, la prensa gaullista trabajaba contra la unión de la izquierda y el programa común, haciéndose eco de las figuras de la derecha: “Un acuerdo diabólico”, fustigaba el ex primer ministro Michel Debré; el “fin de toda democracia”, profetizaba el dirigente de centro Jean-Jacques Servan-Schreiber; “la ruina en cinco meses y la dislocación de la economía”, agregaba el barón giscardiano Michel Poniatowski.3 Cincuenta años después, la cantinela del “peligro rojo” conserva toda su fuerza.

Tras la primera vuelta de las recientes elecciones legislativas, el ex ministro de Educación Nacional, Jean-Michel Blanquer, derrotado, le declaró la guerra a Francia Insumisa (LFI), “una extrema izquierda antirrepublicana” y “llena de odio” (BFM TV, 13 de junio). En todas partes, la mayoría presidencial le dedicó sus golpes a la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (NUPES), que además del LFI integran Europa Ecología-Los Verdes, el Partido Socialista y el Partido Comunista Francés. “En el fondo, quieren la anarquía, el desorden y la sumisión”, vociferó en CNews la ministra de Asuntos Europeos Amélie de Montchalin (13 de junio), mientras que el llamado del presidente de la República, Emmanuel Macron, al “sentido común” de los electores y al “movimiento republicano” se repetía en boca de exministros y ministros, bajo la consigna de “bloqueo a la extrema izquierda”: “Movilícense contra la extrema izquierda que quiere menos seguridad y más impuestos”.4

Amplificada por múltiples series de entrevistas audiovisuales, esta campaña se desplegó en un terreno no muy habitual. Con una notable diferencia respecto de los precedentes escrutinios presidenciales, varios medios de comunicación hasta ese entonces hostiles a Jean-Luc Mélenchon (Libération, Mediapart) tomaron partido por NUPES. Algunos meses antes, el diario Le Monde incluso interrumpió, por el lapso de un artículo, el bombardeo a ese partido para rendirle un destacado homenaje a la seriedad de su programa –antes de retomar su senda, a principios de mayo, al subrayar su carácter irresponsable–.5

Tras el escrutinio presidencial y antes de las elecciones legislativas, de las que se sabe que movilizan poco, las obligaciones estructurales del periodismo dictaron una obra dramática bien conocida: teatralizar un enfrentamiento, ya no entre los programas de la derechista Agrupación Nacional (Rassemblement National), de la coalición oficialista Juntos para la Mayoría Presidencial (Ensemble pour la Majorité Presidentielle) y de NUPES, sino entre Mélenchon, retratado como anticuado veterano poseedor de todos los vicios, y Macron en el rol del moderado moderno a quien se amenaza por izquierda. Originalidad, suspenso, golpes bajos: ¡reunidos todos los ingredientes para el rating! La obra prometía ser más emocionante que los apretones de manos rurales de los candidatos de la Agrupación Nacional, que esquivaron el radar periodístico parisino.

A lo largo de un mes, la cobertura mediática de NUPES fue a la vez masiva y negativa.6 Sin embargo, ante el buen resultado de la izquierda la noche de la primera vuelta de las elecciones legislativas, las direcciones editoriales reemplazaron su artillería cotidiana por una estrategia de tipo “bombardeo de saturación”. Formado al ritmo de los canales de información continua, un juicio mediático esgrimió tres acusaciones principales contra la coalición liderada por Mélenchon: su victoria tornaría a Francia “ingobernable”, la arruinaría económicamente y aniquilaría sus “valores republicanos”.

En France 2, el presentador Laurent Delahousse suspiraba: “Vamos a tener una Asamblea tan compleja, tan pesada, tantos debates, tantas fracturas...”; para luego alterarse: “Diecisiete diputados mélenchonistas ya lograban formar una barrera frente al gobierno actual, ¿qué va a pasar cuando sean cien?”. La editorialista de France Télévisions, Nathalie Saint-Cricq, ya comenzaba a temblar: “Va a ser absolutamente inmanejable. [...] Va a ser algo extremadamente violento, ¡sobre todo porque Jean-Luc Mélenchon dijo desde el principio que habrá un polo de la Asamblea y un polo de la calle, de manera de producir una sinergia”. Al día siguiente, el horror inundó las redacciones. “¿Se imaginan si son cien?”, se atragantaba el periodista Renaud Pila en LCI. A su vez, en Le Point, Bernard-Henri Lévy, que había dedicado cuatro de sus últimas diez crónicas a fustigar a Mélenchon, cargaba contra “esos amantes de la tiranía disfrazados de amables agitadores” que “entorpecerán el trabajo de las comisiones en las cuales la costumbre republicana dicta que sean dirigidas por el principal partido de oposición” (16 de junio). También, para dinamizar a las tropas, Le Parisien –que a lo largo de siete días había publicado seis veces en su portada a Macron y a su mayoría, contra únicamente tres veces a NUPES (algunas coberturas fueron compartidas)– mutaba en porrista: “Macron: una semana para ganar la mayoría absoluta” (13 de junio).

Segundo tema: la ruina

Argumentando que “los franceses van a tener miedo”, el presidente del Movimiento de Empresas de Francia (MEDEF), Geoffroy Roux de Bézieux, decreta que el programa de NUPES “nos va a llevar directamente a una enorme recesión y [...] a una quiebra” (Europe 1, 15 de junio). Como los momentos desesperados requieren medidas desesperadas, BFM TV movilizó a tres de sus cronistas el 13 de junio para dispensar los mismos ejercicios de pedagogía. “Este programa es verdaderamente arriesgado, por no decir peligroso para la economía francesa”, alertó Guillaume Paul. Con un techo sobre la herencia de 12 millones de euros, continuó Pierre Kupferman, “el riesgo es que los contribuyentes a los que la medida atañe desplacen su patrimonio. Ya no más casa en la Costa Azul sino en las Baleares, se vende el lujoso departamento de París para comprar uno en Londres o en Dubái”.

En LCI, Jean-Michel Aphatie consideró que un aumento del salario mínimo llevaría a “una crisis inevitable” en Europa (13 de junio). “Si llegan al poder, ¿cómo tranquilizarán a todos aquellos que temen que significará la ruina del país?”, le preguntaron Léa Salamé y Nicolas Demorand a Olivier Faure, primer secretario de un Partido Socialista ahora en coalición con NUPES (France Inter, 15 de junio). Pero ya el editorialista Christophe Barbier había presentado en RMC (14 de junio) la tercera acusación principal: un programa “irresponsable en lo económico” pero también “muy dudoso en cuanto a los valores republicanos”.

Este último eslogan fue repetido sin tregua en los canales de noticias: “¿Jean-Luc Mélenchon es más republicano que la Agrupación Nacional?”, se preguntó en LCI Guillaume Roquette, director de la redacción de Figaro Magazine (12 de junio), mientras que en CNews, Pascal Praud estaba alarmado: “Cada palabra de Mélenchon es para desestabilizar a las instituciones, al poder y para ser el hombre del caos y por qué no, de un clima revolucionario”.7 En RMC (14 de junio), el cronista deportivo Daniel Riolo se dejó llevar contra aquel que “admira a [Hugo] Chávez, [Nicolás] Maduro, al antisemita [Jeremy] Corbyn8 y a toda esa clase de bandidos”, para luego concluir que, entre Marine Le Pen y Mélenchon, “el más antirrepublicano es él”. En Le Figaro, NUPES agitó la poco plebeya pluma de Vincent Trémolet de Villiers: “Ira social, comunitarismo asumido, antiespecismo agresivo, racialismo tranquilo... es un exceso de woke” (14 de junio).

Así, se construyó el retrato político de un país dividido entre, por un lado, “los extremos” y, por el otro, el “bando de la razón”. “Extrema derecha, extrema izquierda, ¿cómo explica usted este aumento de radicalización en Francia?”, le preguntó ingenuamente el presentador matinal de France Inter Nicolas Demorand al dirigente de la mayoría oficialista, Clément Beaume (14 de junio).

La satanización de la izquierda rima, entonces, con la normalización de la extrema derecha, dejada de lado por las críticas. Por ejemplo, en Twitter, en menos de ocho semanas, el filósofo de televisión Raphaël Enthoven colmó a sus 205.800 suscriptores con 319 mensajes contra LFI y los candidatos de NUPES... y sólo 27 contra la extrema derecha. A cinco días de la segunda vuelta de las elecciones legislativas, el jefe de redacción de Le Figaro, Guillaume Tabard, precisaba el objetivo de la campaña mediática en curso: “Desde un punto de vista táctico, Macron debe construir un frente anti-Mélenchon, es decir, convencer a los electores de derecha, de la izquierda moderada, e incluso a simpatizantes de Le Pen, de bloquear a la extrema izquierda”. Vistos los resultados de la segunda vuelta, esta consigna parece haber sido escuchada...

Pauline Perrenot y Mathias Reymond, coorganizadores de la asociación Acrimed (Action critique médias). Traducción: Micaela Houston.


  1. El oficialismo logró 249 de las 577 bancas en disputa (tenía 350), la izquierda NUPES alcanzó 131 (tenía 57), RN de Marine Le Pen obtuvo 89 (tenía 8). 

  2. La Nation, 8 y 10 de marzo de 1973, citado por Bernard Lachaise, “Les droites et le programme commun, 1972-1978”, en Danielle Tartakowsky y Alain Bergounioux (dir.), L’Union sans unité : le programme commun de la gauche, 1963-1968, Presses Universitaires de Rennes, 2012. 

  3. Citados en Le Monde, París, el 23, 22 y 17 de enero de 1973. 

  4. Roxana Maracineanu y Gérald Darmanin, respectivamente, el 12 y 13 de junio. 

  5. Elsa Conesa, “Face à Jean-Luc Mélenchon, les milieux économiques moins critiques qu’il y a cinq ans” y “L’apparence et la réalité du rassemblement à gauche”, Le Monde, respectivamente, 18-2-2022 y 6-5-2022. 

  6. “Anatomie d’une campagne médiatique contre la gauche”, Acrimed.org, 12 de mayo, 24 de mayo y 10 de junio de 2022. 

  7. Citado por Samuel Gontier, “Les chaînes info unies contre les anarchistes d’extrême gauche qui vont plonger le pays dans le chaos”, Télérama, París, 16-6-2022. 

  8. Acerca del pretendido antisemitismo de Jeremy Corbyn, véase Daniel Finn, “El ‘antisemitismo’ de Jeremy Corbyn”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, junio de 2019.