La investigación señala que casi todas las políticas implementadas por los países latinoamericanos ante el aumento de los precios de los alimentos “estuvieron concentradas en reducir los precios” con el objetivo de “asegurar el consumo de la población”. La “liberalización de importaciones de determinados productos” fue adoptada por la mayoría de los países, lo que evidencia “una actitud pro-comercio” aun cuando se mantiene “un margen de protección relevante”. La restricción a las exportaciones fue la segunda medida de política comercial adoptada, “con el objetivo de asegurar el abastecimiento interno y reducir los precios internamente”, donde se destaca el caso argentino de “detracciones o retenciones a las exportaciones”. El estudio sostiene que en el caso de Argentina, las detracciones a las exportaciones se aplicaron con diversos objetivos desde 1864 por distintos gobiernos. En la coyuntura actual, las detracciones procuraron “controlar la inflación y aumentar la recaudación fiscal”. Sin embargo, su aplicación redundó en una caída de las exportaciones en algunos rubros, a la vez que afectó “los incentivos de largo plazo para la inversión y el aumento de la producción agrícola”. “La medida tuvo escasa efectividad sobre el control de la inflación”, apuntó.

Concluye que el incremento de los ingresos fiscales en el contexto de un aumento de precios podría lograrse “a través de políticas tributarias progresivas”, y advierte, en línea con lo que sugiere la teoría, que “una política económica con varios objetivos genera problemas de inconsistencia”.