El diminutivo Carlinhos suena extraño para nombrar a este bahiano altísimo y fornido, próximo a cumplir los 47 años y que en realidad se llama Antônio Carlos Santos de Freitas, aunque los españoles también le dicen Carlito Marrón. Pero más allá de sus denominativos, Brown es posiblemente la mayor estrella de la percusión bahiana -o incluso de la brasileña-, además de ser un compositor asombrosamente prolífico (en 1985 llegó a tener 26 canciones de su autoría sonando en las radios de Salvador) y que tiene el raro privilegio (sobre todo para un músico cuya orientación es más que nada hacia la percusión, aunque es un multiinstrumentista) de ser, después de Chico Buarque, el músico que el año pasado recaudó más dinero por derechos de autor en todo Brasil.

Surgido a comienzos de la década del 80 como el percusionista más requerido en los estudios de Salvador, Brown llamó la atención como compositor gracias al excelente tema “Meia lua inteira”, que Caetano Veloso incluyó en su disco Estrangeiro (1985) y que se volvería el principal hit de uno de los discos más exitosos de Veloso. En pocos años pasó de ser acompañante a ser figura central de los shows en los que tocaba, particularmente tras la formación de la agrupación Timbalada, modelada en forma similar a Olodum e Ilê Ayê -es decir, tanto una banda musical como un proyecto social-, por la que pasaron cerca de 100 percusionistas y cantantes, provenientes en su mayoría del barrio de Candeal Pequeno, una comunidad pequeña y particularmente pobre en la que nació Brown.

Timbalada fue -y es- un proyecto exitosísimo que ya tiene más de diez discos editados y que siempre ha sido tutelado por Brown, aunque actualmente es muy raro que participe más allá del plano compositivo, ya que desde la edición de Alfagamabetizado (1996) se encuentra dedicado más que nada a su carrera solista, en la que ya ha editado cinco discos. Hombre al que no parece salirle nada mal, en 2002 se reunió con Arnaldo Antunes y Marisa Monte para realizar un disco de bajo perfil bajo el nombre Tribalistas, que para su sorpresa se convirtió en el mayor éxito de ese año y llegó a vender más de un millón de ejemplares. En 2005 desembarcó en España, un país que tradicionalmente no ha sido particularmente adepto a la música brasileña, para dar una serie de shows que llegaron a congregar a cerca de 400.000 personas y que lo convirtieron en una auténtica figura internacional.

Más que puro ritmo

Pero si la carrera musical de Carlinhos Brown es sin dudas notable, no lo es menos su permanente activismo sociocultural y el aprovechamiento de su prestigio y recursos a favor de su comunidad (algo que en realidad es bastante distintivo de los músicos de Salvador). Brown no sólo ha estructurado sus formaciones musicales como escuelas de tiempo completo para sus percusionistas, que provienen generalmente de los estratos más empobrecidos de su ciudad y particularmente de su barrio, el ya mencionado Candeal Pequeno, sino que también ha sido el impulsor de varias iniciativas extragubernamentales, como el proyecto Tá Rebocado, que en 2002 realizó una importante reforma de urbanización y saneamiento de ese barrio. La obra fue registrada por el director español Fernando Trueba en su documental El milagro de Candeal (2005), ganador de dos premios Goya. En 2007 arrendó el viejo Mercado do Ouro, en el barrio de Comércio, para convertirlo en un centro cultural que no ha cesado de expandirse, ahora convertido en el Muséu du Ritmo, que apunta a convertirse en el principal centro de música negra del mundo, ampliándose y conectándose con comunidades del mundo entero.

Este sábado 31 llega, para celebrar la reapertura del Teatro de Verano, este agitador cultural y músico de excepción, acompañado por más de veinte músicos, en lo que promete ser una experiencia tribal y rítmica capaz de hacer temblar a las canteras y a la rambla circundante.