A los 15 minutos Racing ganaba por dos goles. Los conocedores de fútbol de la hinchada de Nacional -seguramente los mismos que reprobaban con gritos a Luis Suárez- silbaban cada aparición de Sebastián Balsas. Y entonces, el delantero centro hizo dos goles, el primero de penal, y Ferro marcó un golazo. Tres puntos clave obtuvo Nacional, que venía de perder el invicto con River en la etapa pasada.
Durante el primer tiempo vimos un duro hostigamiento de gran parte de la parcialidad de Nacional contra su delantero de punta, Sebastián Balsas, ex jugador, justamente, del rival de turno. Al mismo tiempo cobraba temprano destaque en el partido Martín Cauteruccio, jugador de la cantera tricolor cedido a Racing. Una paradoja, realmente. En verdad, Balsas no siempre fue titular en el equipo de Verzeri en la pasada temporada y no es un súper crack, pero alguna virtud tiene y eso lo demostró en cuatro minutos, en el gol de penal que él pidió ejecutar al final del primer tiempo y en el tanto al estilo de un “pescador”, convertido a los cuatro minutos del segundo tiempo, goles que le dieron a Nacional la paridad en el tanteador.
Cauteruccio, por su parte, encabezó el ataque racinguista de los minutos iniciales del primer tiempo, en el que Nacional asumió el papel secundario de equipo contragolpeador.
Estuvo hábil el hombre más avanzado del equipo del ingeniero para aprovechar una décima de vacilación entre el muy buen golero Muñoz y el argentino Matías Rodríguez, lateral devenido en defensa central en medio del recambio de técnicos tricolores y, entonces, llegó rápida la primera ventaja.
Verzeri tiene un sistema madre de línea de cuatro defensas, dos volantes centrales, tres enlaces y un delantero de punta. Entre los tres enlaces, los que jugaban por afuera en la temporada pasada eran Jonathan Blanes siempre y el tucumano Hernández (ahora en Defensor) casi siempre. El sábado, seguramente por la dificultad que planteaba el equipo favorito del Torneo Apertura, el que más puntos ha ganado en cancha de los 16 competidores, el DT del club de Sayago hizo un toque. Retrasó, o le dio funciones más defensivas, al Francés Barrientos, con sus frescos y promisorios 19 años, y al rústico Aguirre pasando a formar dos líneas de cuatro. Quiñones quedaba como único enlace y Cauteruccio como único delantero neto. Y rindió el esquema porque el equipo mantuvo la fisonomía que lo caracteriza, la de sumar más hombres que su rival de turno en la zona donde está la pelota. Y así logró la diferencia de dos goles.
Ésta se vio aminorada con el tanto convertido en el peor de los momentos, cuando se jugaban descuentos del primer tiempo y ya se iban para vestuarios. Balsas lo pidió -con fe como para romper el murmullo reprobatorio que le caía cada vez que entraba en acción- y lo convirtió a pesar del esfuerzo cercano al éxito de Contreras, que llegó a tocar la pelota.
Antes hubo otro momento de definición en el partido. Los protagonistas fueron Eduardo Acevedo y Raúl Ferro. El DT tricolor acudió al combativo mediocampista canario para servirle de rueda de auxilio a OJ Morales. Y el ex Danubio cumplió.
Matute Morales, protagonista del cambio más grande que ha realizado Acevedo con respecto a las formaciones de Pelusso, al darle permanencia y continuidad en la titularidad, es de esos futbolistas que, aunque lo quieran marcar, es difícil de controlar. Y rinde con sus toques de calidad. Estuvo en varias acciones que tendían a quebrar la defensa racinguista y estuvo en la ejecución del córner que trajo el tanto del empate. Además, con las entradas del paraguayo Florentín y de Chapita Blanco, Nacional jugó la última media hora con tres delanteros y el enlace de un Ángel del fútbol que hizo un lujo para disfrute de la tribuna popular lateral, la Atilio García, poco antes de dejar pasar en amague una pelota que conectó OJ desviando por poco. Racing hizo movimientos pero dentro del 4-4-2. Las oportunidades aumentaban para Nacional: un tiro libre de Guigou que provocó gran atajada de Contreras, un tiro de Matute apenas desviado fueron claros ejemplos. El otro es el tremendo derechazo del Tito Ferro, un golazo soñado desde más de 30 metros, jugada que definió el partido.
Nacional llega al breve receso con el ánimo en alto, yéndose hoy a Salto para hacer un pequeño trabajo de cinco días de ajuste físico-táctico. Racing ya quiere que llegue el partido que jugará como local ante Danubio para superar la pérdida del invicto y de tres puntos vitales registrados en un encuentro que pintó muy bien de entrada y que se le fue de las manos lastimosamente.