Hasta hace poco, quien quisiera investigar las anotaciones personales de Felisberto Hernández tenía dos problemas. Uno de ellos permanece: la mayoría de los papeles está en manos de una de sus herederas, no muy dispuesta a compartirlos. El otro, en cambio fue resuelto. El escritor había ideado una variante de la escritura taquigráfica que volvía prácticamente ilegibles sus manuscritos. El mes pasado, el ingeniero y escritor Juan Grompone logró descifrar ese código privado de Felisberto.
Hernández habría aprendido taquigrafía de manera autodidacta, y luego tuvo contacto con Avenir Rossell, taquígrafo del Parlamento, quien lo introdujo en el sistema Stenital, nombre compuesto que viene de “estenografía italiana”. Según Grompone -a quien recurrió la Fundación Felisberto Hernández a través de la ministra de Educación y Cultura, María Simon- allí está una de las claves del asunto: esta corriente italiana de la taquigrafía cayó en desuso luego de mediados del siglo XX, por lo que los profesionales actuales, formados en la corriente británica, no la dominan. En términos generales, el sistema italiano es fonético, en tanto que los británicos son una mezcla de alfabético y fonético.
Para “desencriptar” las anotaciones de Felisberto, Grompone contó con una ayuda fundamental: debido a la presencia de algunas fechas recurrentes, se partió de la hipótesis de que uno de los textos manuscritos correspondía a una autobiografía literaria que guarda muchas similitudes con la difundida en los estudios críticos de José Pedro Díaz.
A partir de ese avance, Grompone pudo despejar otro tipo de modificaciones que Felisberto le imprimió al sistema. Una es de carácter idiomático: en italiano la “J” y la “I” no se diferencian, no se usa la “H” y la combinación fónica “CH” se abrevia en “K”. A otro nivel, el escritor elaboró símbolos especiales para palabras como “cuento”, algunos apellidos y lugares geográficos. Como se ve, técnicamente no puede hablarse de “encriptación”, pero sí de un sistema de taquigrafía con variantes idiosincráticas.
El anuncio del descubrimiento de Grompone fue efectuado por Walter Diconca, director de la Fundación Felisberto Hernández, hace quince días, con motivo del 107º aniversario del nacimiento de Felisberto. Allí Diconca citó a Avenir Rossell: “con el andar del tiempo, cuando Felisberto Hernández venga a ser un primitivo de la narrativa uruguaya de nuestra época, no faltará un Champollion que aflore la pura linfa de su intelecto depositada en el terreno taquigráfico”.
El Champollion de marras, en tanto, se apresta a publicar un nuevo volumen de su serie de ensayos La danza de Shiva. Experto en informática comunicacional, analista independiente de la teoría marxista y novelista, Grompone se propone plasmar su trabajo sobre los manuscritos de Hernández en una especie de “Diccionario Español-Felisberto” que editará la Academia Nacional de Letras (de la que es miembro de número), con lo que su esfuerzo cobrará difusión internacional.