Luego de que los evacuados de la ciudad de Artigas regresaron a sus hogares, un grupo de estudiantes universitarios de las facultades de Arquitectura, Psicología, Nutrición, Odontología, Ciencias, Enfermería y Ciencias de la Comunicación viajaron hasta ese departamento en el norte del país a conversar con los damnificados por las inundaciones y recabar datos para realizar un informe.

Además hicieron un trabajo de contención psicológica y de recreación en el que participaron estudiantes y docentes de la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), de la Facultad de Psicología y del Instituto Superior de Educación Física.

El relevamiento de datos abarcó 424 viviendas de la capital artiguense a las que llegó el agua. El arquitecto Pablo Sierra y la psicóloga Graciela Loarche del Grupo de Gestión Integral de Riesgo (GGIR) de la Udelar que realizó el trabajo de campo explicaron a la diaria que la idea era evaluar la situación sanitaria y edilicia de las casas, así como la social de las personas afectadas que pudieran dar pistas para proyectos a futuro. “A medida que iban llegando los cuestionarios se iban procesando y se atendía todo lo que tenía que ver con emergencias, riesgos de derrumbe o viviendas que ya no podían ser habitables”, dijo Loarche.

Entre las situaciones críticas que reveló el informe se encuentra el peligro de derrumbe de las casas, la destrucción de los pozos negros, la pérdida de bienes y documentos. También afecciones a la salud, como diarreas, broncoespasmos, alergias y afectación emocional. La mayoría de los encuestados dijo tener problemas sanitarios y solicitó canastas y colchones.

“Detectamos mucha precariedad en las viviendas afectadas, una situación muy diversa a la que encontramos en el departamento de Treinta y Tres en las inundaciones de 2007, donde la zona no era tan vulnerable”, señaló Sierra.

Según Loarche, así como las inundaciones de 2007 afectaron por primera vez a mucha gente de clase media y alta, en Artigas las inundaciones se produjeron en zonas donde la gente vive hacinada. “La vulnerabilidad no comenzó con las inundaciones. Éste es sólo un hecho adverso que los marca pero no es lo más adverso que les ha pasado. Cuando consultamos a la gente sobre lo que más le preocupa en este momento, vimos que la atribula la cantidad de víboras y roedores que aparecen cuando se retira el agua, poder pintar y arreglar sus casas”.

Mediante el relevamiento se detectó que las personas afectadas tienen una percepción muy variada sobre los lugares donde viven. “Hay gente que tiene poco tiempo viviendo allí y no tiene tanto vínculo: otros, al vivir cerca de Brasil, eligen un lugar u otro de la frontera para asentarse. En otros lugares hay gente que tiene un arraigo mayor en la zona, también están aquellos que tienen una producción asociada al río y su entorno. Eso permitiría pensar estrategias diferentes a la hora de diseñar soluciones habitacionales”, dijo.

Según explicó, desde la Udelar se apunta a trabajar en prevención y en mejorar las situaciones. “Las estrategias que trabajamos en el GGIR no sirven sólo para las inundaciones, sino para cualquier evento adverso que rompa con la vida cotidiana de las personas”, dijo Loarche.

Para Sierra, la gestión de riesgos “no es sólo la atención a la coyuntura del evento, sino que la idea es que el evento se transforme en un punto de quiebre y genere un proceso de desarrollo en el que la situación posterior al evento pueda ser mejor que la previa. Es necesario que haya herramientas que le permitan a la sociedad posicionarse mejor ante otro evento”.

Según Humberto Tomassino, pro rector de Extensión de la Universidad de la República (Udelar), el trabajo que realizan los universitarios sirve para dar cuenta de forma precisa en qué situaciones queda la gente, desde los problemas edilicios hasta la pérdida de trabajo. “En Artigas mucha de la gente depende del río, los areneros, pedregulleros, gente que trabaja en el monte y hasta gente que pasa cosas de un lado al otro. En estos casos, se pierde la capacidad de producir, todo eso hay que entenderlo bien. Hay que saber en qué situación está la gente para poder reconstruir. El conocimiento de la Udelar puede ser útil para que los organismos concreten políticas públicas. La información que generó la universidad en las inundaciones de 2007 en Treinta y Tres fue muy útil para buscar soluciones”, dijo.

Para el rector de la Udelar, Rodrigo Arocena, el país está aprendiendo a manejar estas situaciones y a colaborar de manera interinstitucional. “Los modos en que se ha manejado esta crisis ponen de manifiesto un aprendizaje institucional sumamente relevante”, concluyó.