Alto, espigado, con pantalones de lino y cómodas zapatillas, Duato tiene un innegable aspecto de bohemio europeo. Pero además tiene una frescura casi contagiosa y una manía de no callarse nada que se adivina al instante. “¿Acá dicen coger?”, pregunta entre divertido y precavido como para no meter la pata.

Se formó en la Mudra School de Maurice Béjart, en Bruselas. Durante la charla contó cómo Béjart lo eligió entre un gran grupo de bailarines en una audición en la que sólo hizo un arabesco, y cómo un buen día se decidió a abandonar la prestigiosa compañía y dejó a sus compañeros plantados dos días antes de un estreno.

También estudió en The Ailvin Ailey American Dance Centre, en Estados Unidos, y en el Nederlands Dans Theatre (NDT), donde comenzó su relación con Kylian y Van Manen.

Tal vez lo más remarcable de su discurso en el Solís haya sido su apología de las ideas y la creatividad como principales motores, del trabajo en serio, de lo que pueden rendir cinco horas de trabajo cuando realmente se trabaja.

La CND presentará en Uruguay un programa integrado por tres coreografías de Duato: Castrati, con música de Antonio Vivaldi y Karl Jenkins (integrante de la banda de rock progresivo Soft Machine), sobre la ancestral costumbre de la castración y los castrados que florecieron en Europa a partir del siglo XV; Por vos muero, que trata sobre la danza como expresión del pueblo, y White Darkness, sobre los estragos que pueden causar las drogas y sobre la fragilidad del ser humano.

“No sólo le cambié el espíritu a la Compañía Nacional de Danza, sino que la transformé de arriba a abajo: los bailarines, la imagen, el repertorio; ahora la compañía no tiene nada que ver”, dice Duato. “Lo logré haciendo las cosas a medida, a base de hacer coreografías, trayendo a los mejores coreógrafos del mundo, como Jirí Kylian, Forsythe, Ohad Naharin, Van Manen, Mats Ek, todos ellos han trabajado conmigo y son amigos míos. Yo he sido bailarín de ellos. Y también a base de formar un nuevo repertorio y sacando a la compañía. Además la compañía estaba ahí y les imponían directores, ahora la gente viene porque quiere bailar para mí, quieren venir a bailar conmigo, y el elenco cambia enormemente cuando el bailarín va en busca del coreógrafo. Eso es esencial porque se reúne un grupo de personas con las mismas aspiraciones, con las mismas ideas, con las mismas ganas de hacer algo”.

En cuanto a las aspiraciones de esos bailarines, el español también es directo: “Mis bailarines son bailarines desde su nacimiento. Lo que quieren mis bailarines es bailar, son bailarines, como yo digo, de la mañana hasta por la tarde, y quieren hacer de la danza una forma de vida. Quieren expresar lo que sienten acerca del mundo, de los demás seres y de ellos mismos. Transmitir eso arriba de un escenario y bailar. La danza no es un hobby para ellos. Es algo realmente importante, forma parte de su existencia y eso se nota cuando ves el espectáculo. Se lanzan al cien por cien y transmiten al cien por cien todo lo que ellos sienten a través de la música y del movimiento. Y luego cuentan con un creador que les está haciendo cosas a medida, inspirándose en ellos, en su personalidad, en su movimiento, en su forma de bailar”.

Temas sociales

A la hora de crear, Duato ha elegido temas que preocupan a buena parte de los habitantes del planeta, como el consumo excesivo de drogas, la tortura, los malos tratos a los inmigrantes. Así explica este interés: “Desde muy temprano, mi primer ballet, que hice cuando tenía 23 años, se lo dediqué a la gente que trabaja en el campo en el Mediterráneo. Yo he vivido en el Mediterráneo toda mi vida y he visto a la gente trabajar en el campo, lo duro que es. La gente a veces habla de vida en el campo como si fuese en verdad muy bucólico, dicen: ‘¡ah!, qué bonito el campo’, pero es muy difícil cuando los más jóvenes abandonan los pueblos y los dejan vacíos, y se van a la ciudad y lo que quieren es un coche y un apartamento y una televisión. Y hay mucha gente que se queda en ese terruño toda su vida, que ha sido heredado de generación en generación”.

“He hecho ballets contra el racismo, sobre los derechos humanos, contra la guerra nuclear, contra el muro de Berlín. Hace cuatro años, sobre los ataques terroristas en Madrid, sobre la tortura, las drogas. Incluso está la obra Castrati, que es algo muy exótico que tiene que ver con la aniquilación de un ser humano, porque un castrati es castrado en contra de su voluntad, y cuando deja de cantar se convierte en una persona marginada que no puede procrear, no puede casarse, es como un cero a la izquierda total. Cosa bastante trágica”, aclara, y por si quedan dudas agrega: “Cualquier cosa que hagas hoy en día tiene un mensaje político, incluso tomar un bocadillo tiene un mensaje político porque hay alguien en Somalia que no lo puede hacer”.

¿Qué movida?

A pesar de que es contemporáneo a la generación de la llamada “movida española” (nació en 1957), Duato no se considera parte de ese grupo que fue protagonista del ambiente cultural español en los años 80: “Yo estaba en Holanda en ese momento. Me fui a los 16 años de España y durante la movida estaba en Holanda trabajando con Kylian y viajando por todo el mundo. En general nos ponen en la misma relación con Pedro Almodóvar y Miguel Bosé, pero yo no formé parte de toda esa movida y además estoy muy contento de no haber formado parte de todo eso. No tengo nada que ver con esa realidad de la movida, que no sé si me gustó tanto ni si fue tanta movida. Se le ha dado mucho bombo y platillo, demasiado. ¿Qué pasa, que en cinco años nos han cambiado aquí la mentalidad a todos los españoles cinco señores que mucho de lo que hacían era drogarse y salir? Tampoco es tan importante esa movida”.

Duato considera que la clave de los 70 y 80 es claramente otra: “La movida fue el cambio de la dictadura a la democracia, les tocó a cuatro o cinco, pero la hicimos entre todos los españoles. Quizás estoy hablando demasiado, pero nunca me ha gustado ese tipo de movida, ni estéticamente, ni realmente. Ha dejado mucha resaca y, hablando de las drogas, concretamente, creo que fue un estallido lógico, después de tanta presión, pero para mí no ha sido algo tan importante sino algo que se ha inflado demasiado y se ha tomado como publicidad o propaganda de algo que la gente no ha vivido tanto. Y lo peor es que muchos se han quedado ahí todavía en la movida, están como en la movida, en algo que pasó hace como treinta años, y todavía se han quedado ahí, haciendo las mismas cosas y las mismas películas”.

Con fundamentos

Duato también tiene posición tomada sobre los actuales debates teóricos de la danza contemporánea: “A mí lo único que me interesa son las cosas bien hechas. Las cosas hechas honestamente, al margen de la moda, de lo que pida la gente, al margen de lo que vendan. Todo aquello que es comercial de por sí ya me desagrada bastante. Y si ves mi trabajo a veces no lo saben calificar porque los clásicos creen que es muy contemporáneo y los contemporáneos creen que es demasiado clásico. Como, además, pertenece al gobierno y al Ministerio de Cultura, y al mismo tiempo hablo en contra del Ministerio de Cultura, y hablo sobre la tortura, entonces no soy un ser fácil de ubicar”.

Por si quedan dudas, Duato remata: “Hoy día cualquiera que da dos clases de ballet y tiene una inspiración te monta una coreografía. Los coreógrafos salen del suelo, vas andando y salen como champiñones. Lo mismo sucede con los directores de cine, en España a cualquiera le preguntas: ‘¿y tú qué haces?’ y te dice: ‘yo soy actriz y modelo’. Me interesan las cosas con fundamento, con preparación. Yo prefiero unos zapatos, aunque sean feos, que me lleven de aquí al final de la calle, pero no unos zapatos maravillosos que en la esquina siguiente se me rompe el taco”.