La Ley de Puertos, número 16.246, sancionada durante el mandato del actual presidenciable blanco y a la que el Frente Amplio (FA) se opuso, se enmarcó en una modificación de los sistemas portuarios a escala mundial y fue “una transformación necesaria”.
Al borde del podio
El puerto de Montevideo es uno de los más importantes de la región, ocupando el cuarto lugar en términos de contenedores movilizados detrás de las terminales de Santos, Buenos Aires y Río Grande. De acuerdo con datos de la ANP, la cantidad se ha incrementado sustancialmente en los últimos años, llegando en 2008 a 1.076.948 (incluyendo teus). Ello representa un aumento de 57,4% respecto de 2004, año en que se contabilizaron 684.219 unidades, y de 13,46% en comparación con 2007, cuando se registraron 949.224. ■
Más allá de esa valoración, Puntigliano añadió que la norma trajo “un costo social muy alto”, ya que, si bien se generaron muchas expectativas para “acceder a mejores empleos, se perdieron muchos puestos de trabajo”. Sin embargo, si no se hubiera aprobado, los perjuicios habrían sido mayores para todos los actores. “Coincido en muchos de los aspectos que planteó el sector privado y coincido con el sindicato en que tuvo un impacto social negativo; de todas maneras, si no hubiesen existido esa ley ni ese boom portuario que vino después, el costo social hubiese sido mayor”, resumió. Respecto de la posición del FA, señaló que “tanto los sindicatos como la fuerza política no decían que la ley en sí fuera mala, sino que podía tener otras cosas que eran mejores”. Pero puntualizó: “Esa discusión sólo sirve para pasarse cuentas unos a otros y es un poco infantil. Creo que hay que mirar hacia adelante, es lo que tenemos que hacer. Las leyes salen como salen, y en ese aspecto creo que al sistema portuario le hizo bien la Ley de Puertos”, y añadió que “no hay que tocarla más”. Recomendó que las políticas de la ANP sean orientadas a “mirar la cadena logística de forma integral” y a generar “un marco legal que abarque todo”: obras públicas, transporte y logística.
Muy rico todo
Puntigliano, que dejará próximamente su cargo al frente de la ANP para volver a la actividad privada, confesó a la diaria que, a pesar de que se siente bien en el cargo, no volvería a dirigir esa institución estatal. “Me encantó ese tiempo, me sentí respaldado, me sentí parte de la familia portuaria; sin embargo, no volvería. No volvería porque ya cumplí un ciclo”, explicó el jerarca. ■
Ni un paso atrás
También realizó consideraciones sobre su gestión, ponderando el “amplio respaldo” que tuvo desde el sector privado, el sindical y el gobierno. Su administración se propuso “llevar los procesos de cambio a un punto de irreversibilidad” y fue exitosa. “De lo que se propuso al comienzo de la gestión, casi todo lo llevamos al grado que queríamos “, remarcó, por lo que “el saldo es positivo”. Entre las cosas que quedaron en el tintero, Puntigliano mencionó la mejora de la gestión del Estado. Al comienzo del período se identificó que “el principal problema de gestión iban a ser los tiempos del Estado, y en cuatro años no se ha avanzado mucho”. Pese a ello, celebró el trabajo de diagnóstico realizado desde la OPP, agregando que “esos esfuerzos de comprensión todavía hay que madurarlos para tener una actitud activa y recortar los tiempos del Estado”. “Es una lucha que hay que dar”, aseveró. Indicó que deben adoptarse medidas cuanto antes para que las reformas no estén determinadas por los tiempos electorales. “Estoy de acuerdo con el presidente Tabaré Vázquez, que dice: ‘acá se sigue trabajando hasta que se termine la gestión’, y hay que trabajar en esto, que requerirá procesos políticos; establecer las cosas por los momentos electorales me parece una irresponsabilidad”, subrayó el funcionario.