Los libros de las editoriales cartoneras tienen tapas de cartón fabricadas artesanalmente, y sus páginas suelen imprimirse en pequeñas máquinas. El modelo es la cooperativa argentina Eloísa Cartonera, fundada en 2003 por los escritores Washington Cucurto y Javier Barilaro. Su catálogo actual (“el más puntiagudo de la literatura suramericana”) sobrepasa la centena de títulos e incluye obras de Ricardo Piglia, Osvaldo Lamborghini, Marcelo Cohen, Enrique Lihn, Pedro Lemebel, José Emilio Pacheco y Alan Pauls. Ocurre que algunos escritores (o sus herederos) ceden los derechos de determinadas producciones, obteniendo a cambio un tipo de legitimación que no conseguirían de una editorial tradicional. Eloísa Cartonera se define como un producto de la crisis económica desatada en 2001, que multiplicó notoriamente el número de personas que pasaron a ganarse la vida recogiendo papel y cartón de las calles. De allí proviene el material con el que la editorial elabora sus libros, así como gran parte de su prestigio social.

Su par uruguaya, en cambio, todavía no ha conseguido completar ese aspecto de la producción. “Acá a los recicladores no les conviene juntar cartón porque se paga muy poco: 50 centésimos el kilo”, explica Diego Recoba, uno de los responsables de La Propia, junto con Gonzalo Ledesma y Santiago Vázquez. El trío se consolidó en torno a la revista Caracú, que apareció en mayo de este año y ya va por su quinto número, y los dos primeros eran parte del colectivo poético Lágrimas de Chipre.

Sin embargo, el trío encargado de darle el primer empuje a La Propia tiene bastante aceitada otra parte de la cadena. Las tapas de los libros son armadas por escolares como actividad de un taller de plástica que ellos dirigen, y la idea es educar e incorporar a las familias de los niños en las tareas de encuadernado, impresión y distribución de los libros. Mientras tanto, los libros se arman con cartones que cada cual consigue y con papel fotocopiado. “Es tiraje de urgencia para estar en la Feria del Libro, porque nos enteramos a último momento de la fecha en que se hacía”, dice Recoba, también colaborador en esta sección de la diaria.

El catálogo de la editorial uruguaya también es atractivo: César Aira, Dani Umpi, Elder Silva, Horacio Cavallo y León Félix Batista, entre otros. El contacto con el argentino Aira, uno de los popes de la literatura contemporánea de ese país, se dio “de la forma más sencilla”, explica Ledesma: “Encontramos su teléfono en la guía, hablamos con su mujer, porque él no estaba, y le dejamos un mail, que nos contestó inmediatamente. Nos dejó el texto Mil gotas, que lo ha cedido a varias cartoneras y es muy representativo para él, porque lo publicó por primera vez en 2003, cuando se fundó Eloísa. También nos dejó dos novelas. Ya publicó en Eloísa y ahora va a publicar en Cartonerita Solar, de Neuquén. También en Sarita Cartonera, de Perú”.

A Dani Umpi también accedieron vía Buenos Aires, ya que es otro de los autores publicados por Eloísa Cartonera. La editorial argentina, que ya tiene “hermanas” en México, Brasil, Bolivia, Perú, Paraguay y Chile, es “el modelo a seguir”, afirman los de La Propia, al tiempo que reconocen las particularidades de cada encarnación local: “Se van agregando asuntos a la idea inicial de Eloísa; capaz que en Buenos Aires el tema era todo lo que pasaba en La Boca, todo lo que está en la literatura de Washington Cucurto, los inmigrantes, la cumbia y el escabio. En el interior de Argentina ya se le suma la cuestión indígena, porque ser cabeza en Buenos Aires es distinto a serlo en cualquier provincia. Las cartoneras de Paraguay hablan con la lunfa de allá, que está llena de guaraní”, dice Santiago Vázquez.

En el caso de La Propia, una de las particularidades es la realidad barrial de Nuevo París, en donde Ledesma dictó cursos en un centro educativo y de donde ahora provienen los niños que participan en el taller, que van a la escuela de Parque Bellán, a la 115 y a la 96.

Voz del rioba

No se trata de una visión de lo barrial poco meditada. “Queremos crear otros centros y discutir la noción de periferia. La visión de periferia supone un centro, así que nosotros no nos sentimos periféricos. Y queremos que haya otro centro en el Cerro, y otro allá, y así. El Centro para nosotros es periférico”, dice Recoba, y Ledesma agrega: “En la base hay algo que suena romántico, pero es cierto, que es el amor por el lugar de donde salimos y de donde somos. No somos unos tipos que luego de pensarlo deciden ir a pelear a Punta de Rieles. No, somos de ahí y queremos hacer algo en nuestro lugar”.

Recoba aclara un poco más: “No sólo combatimos los ataques hacia el barrio, sino también a las creaciones barriales de autoestima baja. Como esos diarios del barrio que son una porquería, o la venta de libros malos en el barrio. Nos han tirado mucho palo por hacer una revista de barrio que en el primer número traía una crítica sobre César Aira. También nos han dicho cosas parecidas sobre La Propia, con que lo publicamos a él. ¿Y por qué no? ¿No puede leer a César Aira la gente del barrio, no puede entenderlo? Combatimos esa baja autoestima del barrio”. Ledesma sigue con su línea: “Cuando vieron que Caracú no tenía esa cuestión de diario zonal, nos dijeron que éramos letrados jugando a ser periféricos. No es así”.

Los pibes K

Esta concepción de lo barrial entronca con una idea más general sobre literatura y política. Para comprenderla tal vez haya que remontarse (por lo menos) a las primeras décadas del siglo XX, cuando el debate literario latinoamericano estaba signado por la disyuntiva entre cosmopolitismo y regionalismo. En Argentina, la discusión tomó un particular sesgo clasista e involucró a los “populistas” y “elitistas” de las calles Boedo y Florida. Por esa línea cruza parte de lo que piensa la gente de La Propia.

“Después de un viaje a Argentina y con lazos que hicimos allá, Gonzalo y yo nos hicimos properonistas”, dice Recoba, y continúa: “Tuvimos contactos con la gente de la Juventud Peronista y ése es un modelo que también aplicamos a la literatura. Con los errores que pudo haber tenido el peronismo de Perón y el posterior, ahí hay una propuesta estética, que va desde Roberto Arlt e incluso mucho antes y que termina en Walsh. Ángel Rama lo explica muy bien en el artículo ‘Rodolfo Walsh: El conflicto de las culturas en la Argentina’, en el que termina diciendo que Walsh es el escritor de policiales que representa a los pobres. El gancho que tenemos con el peronismo nos sirvió para encontrar un camino que en Montevideo puede sonar extraño. Lo que pasa es que en Uruguay estamos muy influidos porque los antiperonistas llegaron acá cuando Perón los expulsó y ocuparon las cátedras y medios de comunicación”.

A su vez, esto se relaciona con su visión del sistema cultural local: “Creemos que el ambiente literario uruguayo está viciado, de mil cosas. Si bien Argentina no es el paraíso, tiene otra estructura, que nos cuelga. Por lo pronto, el hecho de que no haya un centro de gravedad único, sino diferentes cosas. Además, hay un movimiento muy fuerte de escritores y editoriales jóvenes, por más que después se sumen a grandes grupos. Eso nos gustaba, y nos entusiasmamos con hacer una revista rioplatense. También con cagarnos un poco en ese antiargentinismo que hay acá. A alguno le resultará violento lo proargentina que es Caracú; a partir del número 4 nos definimos como revista rioplatense, y tenemos más ventas en Buenos Aires que acá”, dice Recoba.

Cartón Network

El libro de Dani Umpi (Niño rico con problemas y algunos otros cuentos) y el de Elder (Sachet) se agotaron en pocos días. La Propia tiene un puestito “canuto” en la entrada de la Feria del Libro. “Como estaban algunos autores, como Silva, Umpi y Cavallo, y además había niños y amigos, la Policía nos miraba pero no sabía qué hacer”, dicen los editores. Además de vender sus libros allí por 50 pesos, Recoba, Ledesma y Vázquez también son ubicables los lunes, miércoles y viernes a las 17.00 en Santa Lucía 2265 esquina Faramiñán. Allí está el bar Clase A, pero “a esa hora está durmiendo el dueño”, así que se transforma en el taller donde se confeccionan las tapas de la editorial cartonera.

Según los editores, ya hay veinte escritores confirmados, entre ellos el adorado Cucurto, el alemán Timo Berger , la cordobesa Cuqui y la performer Gaby Bex. “Muchos escritores nos dieron los textos con la ‘condición’ de que tenían que venir a presentarlos”, cuenta Ledesma; así, se espera a Barilaro para fines de setiembre y a Aira para noviembre.

Las presentaciones vendrían a cerrar el ciclo completo de una editorial tradicional, pero Vázquez prefiere recalcar que desde la cartonera pueden darles a los autores “cosas más personales” y agrega: “No nos olvidemos de que son cosas hechas con las manos e instantáneamente tienen la tramoya de objetos con valor afectivo; para que te pase eso con otro tipo de libro tiene que estar por lo menos diez años en tu biblioteca”.