Esa perspectiva surge del último Informe trimestral de Política Monetaria elaborado por el Banco Central (BCU), donde se analiza, entre otros factores, el papel de las finanzas públicas en el ciclo económico y en la formación de mercados en pesos. Allí se explica que la “fuerte caída de las importaciones” durante el año móvil cerrado en octubre pasado, del orden de -19,8% en términos reales, “impactó en la recaudación del IVA” por concepto de compras externas, “determinando una reducción del IVA total por primera vez desde diciembre de 2003”, de -1,3% en dicho período de 12 meses. No obstante, en virtud del “moderado” crecimiento de la recaudación por el segundo tributo en importancia contributiva, el IRAE, del 3,3%, “los ingresos tributarios del gobierno central aumentaron muy levemente”, en 0,5%. Con más vigor se desempeñó la recaudación del BPS, de 10,1% real en el lapso de referencia, resultado que permitió lograr un incremento real a octubre de 2,8% en “los ingresos tributarios consolidados [...] en línea con el PIB”.

Al mismo tiempo, los denominados “estabilizadores automáticos del gasto primario”, que actúan por la vía de subsidios y asistencias y que “deberían desacelerar las prestaciones del BPS, aún no han operado”, al punto que las prestaciones de la seguridad social evolucionaron al alza casi a la par que el salario real, en 11,2% y 12% respectivamente.

Los factores referidos, “junto al manejo discrecional de egresos”, llevaron a que el gasto primario del Sector Público No Financiero “aumentara 14% real en el año culminado en octubre” de 2009, tendencia confirmada tanto a través del consumo del gobierno central como en la inversión en stocks del gobierno y las empresas públicas. En ese marco, “el déficit de la salud reflejado en el BPS” permaneció estable en 0,9% del PIB, guarismo al que llegó desde el 0,4% previo a la instrumentación del Fonasa. La evolución del Gasto Primario discrecional materializado de esa forma se añadió “a los factores endógenos de presión sobre el aumento del déficit global durante 2009”.

En sentido contrario, es decir actuando a la baja sobre el nivel del gasto público, “el resultado operativo” de las empresas públicas durante los últimos meses “continuó recomponiéndose” en función de la estabilización de las “condiciones energéticas” en el país y con un “manejo de tarifas” sintonizado con “la evolución del crudo en moneda local”.

El peso país

A través de “su estrategia de deuda”, el sector público de la economía contribuye “a la creación de los mercados en pesos, que potencian los canales de transmisión de la política monetaria basados en la tasa de interés” de referencia que establece el BCU. En ese sentido ha operado desde 2002 la creciente proporción de deuda pública en moneda nacional, participación que se debilitó parcialmente durante algunos meses posteriores a mediados de 2008 como efecto de “la crisis financiera internacional y una mayor aversión al riesgo”. Pero esa tendencia se revirtió desde mediados de 2009 y los títulos emitidos en moneda local pasaron a ser “la mitad del circulante total”, en un contexto de renovado “apetito por el riesgo de emergentes” y de persistente presencia del BCU en el mercado “como oferente de estos títulos”.

Simultáneamente, la emisión por el BCU de Letras de Regulación Monetaria coadyuvó a que el sector privado de la economía cuente con “activos en moneda local para canalizar su ahorro, reforzando el canal del gasto intertemporal”.

Además, señala el informe de la autoridad monetaria, las finanzas públicas “también contribuyen al objetivo de inflación” cuando garantizan su evolución en armonía “con la política monetaria vigente”, para lo que no deben operar como fuente de desequilibrio, lo que demanda una línea fiscal “sostenible”.

En su última corrección de proyecciones macroeconómicas el equipo económico de gobierno rectificó la previsión de déficit para 2009 de 2,6% a 2,4% del PIB, y en el informe del BCU se señala que “existen factores que definirán la evolución futura” del déficit del Sector Público Global “desde su actual nivel de 2,6% del PIB” en un sentido auspicioso. “El mayor crecimiento esperado del PIB respecto a informes anteriores permitiría un menor déficit a través de los estabilizadores automáticos”, indica el texto. Al mismo tiempo, la consolidación del resultado fiscal “quedará determinada en buena medida” por el próximo Presupuesto Quinquenal de Gastos.

La combinación de ambos factores actuando sobre la tendencia en curso del nivel de gasto público haría que el desequilibrio fiscal “en el mediano plazo se ubique en niveles inferiores a los de la salida de la crisis de 2002”. Ese escenario implicaría la configuración de “parámetros manejables desde el entorno macro esperado”.

Sin embargo y “paralelamente” se aprecia “un impulso fiscal sobre la demanda agregada positivo y creciente”, estimable en el entorno del 1,6% del PIB en el año móvil cerrado a octubre. Si bien esa evolución se explica parcialmente “por el Fonasa”, la expansión del gasto en los últimos meses “tiene su origen en el consumo del gobierno central, tanto en remuneraciones como en compras”. En tal sentido, “de confirmarse” tal tendencia, “podría ejercer presiones adicionales sobre el nivel de precios, dada la nueva fase expansiva del ciclo económico que se estaría consolidando”.

En cuanto al escenario de financiamiento, lo incierto del panorama internacional haría que sus fuentes sean “eventualmente escasas”. No obstante, de simularse un “escenario extremo de cierre completo de los mercados financieros”, y contrastando las disponiblidades del Sector Público Global con el cronograma “de amortizaciones e intereses” por obligaciones del Estado, “se observa que el nivel de activos públicos se agotaría recién en el primer trimestre de 2011”.

Sobre el ratio deuda/PIB, el informe advierte que éste presentó “un punto de inflexión en el primer trimestre” de 2009 mediante “operaciones de blindaje financiero”, haciendo que “la deuda bruta” crezca al tercer trimestre en 13% del PIB, “ubicándose en 65%” de éste, “valores brutos similares a los previos a la crisis de 2002”. Tal evolución y el aumento del déficit global restringen “el manejo fiscal” como variable de contribución a la política monetaria para “la estabilidad de precios”.