Esta cualidad ha hecho que desarrolle posibilidades expresivas que superan con mucho el simple registro de un evento o la mera acumulación informativa para convertirse en vehículo de inquietudes personales y de expresión particular. Es así que al encontrarse con "Normalmente anormal", presentado como un documental sobre La Vela Puerca, hay que recordar antes que nada que es un producto -uso el término sin ninguna connotación peyorativa- oficial, editado por su sello discográfico y realizado por allegados -o incluso integrantes- para ofrecer su visión sobre la banda y sobre la experiencia de pertenecer a ella. Es decir, no se trata de una biografía de La Vela Puerca, sino más bien de una autobiografía, diseñada no para informar sobre su trayectoria -que para quien no la conozca ofrece pocos datos cronológicos o discográficos-, sino para compartir su percepción de lo que significa integrar este colectivo musical.

El DVD está dividido en tres partes; la primera es el documental autobiográfico, la segunda es el concierto que dieran en 2007 en el estadio de Ferrocarril Oeste (el cenit del grupo, hasta el momento, en términos de convocatoria); la última, la grabación en Estudios Sondor de algunos temas inéditos.

Las secciones musicales, la segunda y la tercera, muestran la banda en dos facetas casi contradictorias. Por un lado, su lado más masivo, que muestra a sus integrantes cómodos en su rol de banda de estadio, con un espectáculo diseñado para ser compartido con decenas de miles de espectadores, en el que se los ve cómodos como show internacional y multitudinario. Por el otro, en las canciones de Sondor se los ve en total intimidad, tocando para ellos mismos una serie de temas de carácter más reservado, como la bella “Respira”, track de difusión del DVD. El disfrute de ambas partes depende del aprecio que se tenga de las canciones de Teysera y compañía, pero en todo caso es clarísimo que se está frente a una formación en pleno dominio de sus capacidades expresivas y con un profesionalismo que, extrañamente, no parece colisionar con el entusiasmo que demuestran encima del escenario o con la concentración emotiva del estudio. Pero es la primera parte la más interesante para cualquier espectador, sea seguidor del grupo o no.

Una banda colectiva

El nombre del DVD, "Normalmente anormal" -tomado de un verso de la canción “Escobas”-, resume adecuadamente la experiencia de La Vela Puerca en general o, al menos, la que se quiere reflejar en el documental: un grupo de muchachos, amigos del barrio, que se encontraron con el hecho absolutamente excepcional de convertirse en la que no sólo sea posiblemente la banda de rock más popular de la historia uruguaya, sino también un grupo capaz de llenar estadios en lugares como Argentina o Alemania y, al mismo tiempo, mantener su relación interpersonal. Una experiencia única que se puede entender, más allá de sus talentos musicales, como ejemplo de un espíritu generacional dentro del que se podría incluir la obra de Stoll-Rebella y los cineastas reunidos alrededor de Control Z, pero también a la nueva camada de militantes políticos y a los trabajadores jóvenes especializados en nuevas profesiones. Una generación que fue calificada como la del “se puede”, en contraposición a la negatividad intrínseca de la que la precedió, caracterizada por concebir a Uruguay como un techo demasiado bajo e impenetrable para realizar cualquier aspiración ambiciosa, una opresión que, además, se suponía tan inmutable como una maldición. La Vela Puerca no fue el primer proyecto musical uruguayo capaz de trascender fronteras -se puede nombrar a varios artistas que lo lograron, desde Alfredo Zitarrosa a Carlos Gardel (si uno está en plan nacionalista), pasando por la breve experiencia abortada prematuramente de El Peyote Asesino-, pero sí el primero que no lo consiguió en términos de una individualidad sino de un colectivo, abriendo las puertas a otros grupos de similar popularidad rioplatense, como NTVG. Posiblemente la clave de ese nuevo optimismo expansivo sea la de la concepción colectiva e integradora sobre la cual La Vela Puerca ha machacado insistentemente; es muy difícil ser un optimista individual sin compañeros de sueño que funcionen como espejos, entre otras cosas porque ese optimismo solitario se parece bastante a la locura. Especialmente para un uruguayo.

Hasta los detractores de La Vela Puerca tienen que admitir que la evolución musical de la banda -paralela a su crecimiento popular- no dependió de concesiones comerciales -fuera de que sean una banda melódicamente accesible a los gustos mayoritarios-, sino más bien a una perseverancia en su idiosincrasia personal. Por ello no es de extrañar que la parte (auto)biográfica del documental tome esto como eje y como tema central, dejando de lado los meros hechos relacionados con fechas y ediciones.

Del otro lado y en todos lados

Como se mencionó más arriba, “Normalmente anormal” no es un documental sobre la historia musical de La Vela Puerca sino sobre la historia de su experiencia subjetiva y de su proyecto integrador. Se reconoce explícitamente el papel central de Sebastián Teysera, frontman, generador y principal compositor del grupo, pero una vez que se deja asentado esto, la mirada se dirige hacia el resto de los integrantes y no se queda allí, sino que también se orienta hacia compañeros satélites (artistas colaboradores, miembros de otras bandas con las que han compartido proyectos), hacia el lado olvidado de los grupos de rock, los habitualmente olvidados integrantes infraestructurales (sonidistas, managers, iluminadores, plomos) e incluso hacia el público, convertido en protagonista ocasional de los conciertos. En este último aspecto hay una cierta preferencia por ir a las presentaciones tempranas del grupo, cuando el público solía subirse sin mayores problemas encima del escenario, antes de que la propia masividad de los conciertos hiciera a esto algo imposible.

Para esta visión ideológica e íntima de la banda el director contó con un archivo excepcional gracias a la costumbre casi obsesiva del guitarrista Santiago Butler de registrar con su filmadora -en ocasiones hasta desde encima del escenario- todos los pasos dados por sus compañeros. Esto posibilita la generación de extensos collages temáticos de imágenes del grupo en los más diversos lugares, facilitando el que quizás sea el hallazgo formal más interesante: la reiteración de situaciones separadas por años o por miles de kilómetros de distancia, yuxtapuestas entre sí pero que generan la impresión de coherencia y unidad extratemporal a la que todo apunta. Las escenas de conciertos también son sometidas al mismo sistema (para acceder a la canciones se tiene, de cualquier forma, los otros segmentos del DVD), y una barra de compases de un mismo tema puede ser representada por escenas de cuatro conciertos distintos -yendo y viniendo en el tiempo-, sin que choquen entre sí más allá del aspecto sonoro de la grabación.

Pero a la vez la existencia de ese material tan completo genera algunas de las debilidades del documental: la nutrida información visual sobre cada una de las cosas que discute -la vida en gira, la separación de roles, la integración de artistas exteriores al grupo- hace redundante las algo excesivas declaraciones de los integrantes, quienes verbalizan en forma repetida cosas que ya vimos o vamos a ver en los registros fílmicos. En ocasiones funcionan como un voiceover innecesario y hasta contraproducente, ya que si -por ejemplo- se va a retratar el sentido del humor de un integrante, anunciarlo y destacarlo previamente puede generar una expectativa que lo desactive. Pero también se nota que hay mucho de catártico y privado en las declaraciones, es decir, un deseo de dejar registrado el pensamiento de cada uno respecto de los otros. Una voluntad respetable en lo humano pero que hace reiterativos algunos segmentos o les da un excesivo énfasis.

En todo caso, “Normalmente anormal” funciona como una versión positiva de Some Kinda Monster (Joe Berlinger, 2004), en el sentido de que la banda no abre las puertas de su cocina íntima para revelar sus miserias, como el documental de Metallica, sino sus logros, más en el plano espiritual que en el del éxito. No es el primer documental sobre lo que ocurre detrás de bambalinas de una banda grande y en gira casi permanente, pero es el primero de su clase en lo local. Al fin y al cabo, se puede considerar que en muchos aspectos los integrantes de La Vela Puerca fueron los primeros uruguayos en la Luna, y en “Normalmente anormal” intentan contar este viaje extraordinario protagonizado por un grupo de uruguayos jóvenes, más parecido a los integrantes de su público que la mayoría de los músicos que llenan estadios.

El documental comienza con una frase del bajista Nicolás Lieutier, quien afirma: “Nos fuimos dando cuenta de que ésta era la historia de nuestras vidas”, que hace recordar un verso de “History Lesson Pt. II” de The Minutemen, una de las más brillantes canciones meta-rockeras que se hayan escrito nunca: our band could be your life (nuestra banda podría ser tu vida). Normalmente anormal ilustra -voluntaria e involuntariamente- ambas afirmaciones.