El 28 de marzo de 1951 se inauguró en la capital la primera línea de trolebuses, la 62, que unía Ciudadela y Pocitos. Los primeros 18 coches fueron BUT británicos, numerados del 2001 al 2018. “El 29”, como se lo conoce entre los aficionados, fue construido por Ansaldo San Giorgio en 1962 para la Administración Municipal de Transportes Colectivos de Montevideo (Amdet). Estuvo retenido por la Aduana en el puerto de Montevideo junto con la casi totalidad de los 50 trolebuses simples y los 40 articulados (fabricados por el mismo constructor) hasta 1967, cuando fue liberado y puesto a funcionar por la empresa municipal bajo el número 2298, según datos de la asociación.

Otros vehículos

La nueva AMDET se creó en octubre de 2002 y su objetivo es la preservación de los vehículos más representativos del transporte y la promoción de la implantación en la ciudad de modernos trolebuses y tranvías. Está integrada por unas 30 personas, algunas de ellos trabajadores del transporte. Además del trolebús 29, cuentan con el coche 207 de la vieja empresa de transporte municipal (la Amdet original) que funcionó hasta 1991, otro de CUTCSA, el 443 que circuló hasta 1994 y un cachilito de motor externo de 1935 que perteneció a Copsa. La asociación planea restaurarlo una vez que finalicen con el trolley 29.

En 1975, cuando Amdet fue privatizada, el coche pasó a la cooperativa Cooptrol con el número 29. En 1991, cuando se cumplieron 40 años del servicio de trolebuses en la ciudad, circuló con una exposición en su interior por la línea 62. Finalmente el 26 de enero de 1992, cuando se suprimió el servicio de trolebuses, recorrió de forma simbólica y por última vez las cuatro líneas operadas por los trolebuses.

El coche, que está a cargo de la nueva AMDET desde setiembre de 2003, pertenecía a la Asociación Uruguaya Amigos del Tren, a la que le fue cedida cuando Cooptrol remató sus económicos y poco contaminantes vehículos. Los Amigos del Tren, que luego se dedicaron a la restauración de ferrocarriles a vapor, les dieron el 29 a los Entusiastas del Transporte para que ellos mismos se encargaran de su reparación.

Generador acoplado

El objetivo de los Entusiastas del Transporte es poder contar con un coche preservado para exhibirlo, especialmente el Día del Patrimonio. Esteban Martínez, integrante de la nueva AMDET, contó a la diaria que lo primero que se hizo fue frenar el proceso de deterioro que tenía el trolley abandonado. “Implicó darle antióxido y una limpieza general porque sacamos hasta ratas del coche. Luego comenzó un paciente trabajo de investigación en busca de otros trolebuses sobrevivientes que sirvieran de fuente de repuestos. Conseguimos que nos dieran dos coches para desarmar y un lote considerable de repuestos. Con todo eso y algunas cosas que compramos, se ha ido armando el coche, que no tenía ni vidrios”, explicó.

Los trabajos de restauración, que comenzaron en mayo de 2008, incluyen chapa, pintura, reposición de piezas faltantes originales y, en un futuro, reparación de la parte eléctrica. “Se armó todo el frente del coche que estaba desmontado y se le está dando el fondo gris para pasarle la pintura. Luego se comenzará a cambiar las maderas del piso que estaban dañadas. Paralelamente hubo que desarmar el techo porque se llovía, se mandó arreglar parte de la estructura, para luego colocar la ‘joroba’ donde iban las resistencias. Eso se va a terminar de hacer cuando tengamos dinero y tiempo disponible”, señaló.

Los Entusiastas pretenden reparar la parte eléctrica de baja tensión del coche para que, aunque esté parado o se mueva a remolque, tenga sus luces funcionando. Tampoco descartan hacerlo desplazarse por sí mismo, ya que su motor todavía está en buen estado. El problema es que para eso necesita una fuente eléctrica similar a la que le brindaba el cableado de línea aérea.

Para eso han tomado una idea que puso en práctica el Museo del Transporte en Foxton, Nueva Zelanda: hacerlo funcionar con un generador acoplado. “El coche funciona con 600 voltios de corriente continua que era provista por la línea aérea; consiguiendo un generador de corriente continua de esa potencia funcionaría de la misma forma.

También se le puede colocar un generador de menor corriente e igual marcharía, aunque de forma más lenta”, explicó Martínez. Algo similar ideó la Asociación de Amigos del Tranvía en Buenos Aires, que tiene cinco trolleys históricos funcionando en un circuito del barrio Caballito. Martínez calcula que las tareas de reparación llevarán al menos un año más. Según explicó, cuentan con la colaboración del Museo Aeronáutico, que cedió un espacio para depositar el trolebús que está siendo reparado.

El problema ahora es que el director del museo, que deja sus funciones, les pidió que retiren el vehículo antes del 1º de marzo, cuando asumirán las nuevas autoridades. Por ese motivo están buscando apoyo de empresas o del gobierno municipal, ante el cual ya realizaron gestiones, para que colaboren en la etapa final del proyecto, brindándoles un espacio techado para continuar con las tareas de restauración.

El petróleo es ajeno

“Los trolebuses, igual que todos los vehículos eléctricos, son considerados un medio de transporte más amigable con el ambiente que otros que usan hidrocarburos. Otra ventaja que rara vez está presente en otros vehículos es que pueden generar energía eléctrica a partir de la energía cinética cuando frenan o van cuesta abajo, en un proceso llamado regeneración de frenado. Se ha sugerido que los trolebuses se volverán obsoletos en una economía de hidrógeno. Sin embargo, la transmisión directa de electricidad, como la usada en el trolebús, es mucho más eficiente que la producción, el transporte, el almacenamiento y el aprovechamiento energético del hidrógeno en celdas de combustible”, explica Martínez en el artículo Trolebuses de Montevideo (http://theageofthetrain.tripod.com/trolebusesdemontevideo.html).

Además, sostiene que los trolleys son más económicos, tienen mayor vida útil y cuentan con mayor capacidad de transporte que un ómnibus. “Un trolebús lleva la misma cantidad que un ómnibus pero recorre la misma distancia en menor tiempo. Me acuerdo de que en Camino Maldonado iba a 65 kilómetros por hora, compitiendo con el 103 de CUTCSA”, dijo.

Este medio de transporte

desapareció en 1992 cuando la comuna capitalina decide revocar el permiso de circulación de Cooptrol. “Se optó por dejar obsoleto todo el sistema en lugar de cambiar de empresa. En su momento no hubo visión de mantener el servicio, que ahora sería más que nunca necesario, con todo esto del cambio climático”, opinó Martínez.

“La Asociación Uruguaya Amigos del Riel y la Federación Americana de Amigos del Riel y la Tracción Eléctrica recorrieron por última vez todas las líneas ese día en el trolebús número 29. El último coche en servicio fue el 44, que cerró mas de 40 años de historia al llegar a la Estación Buceo a las 22.50. El 14 de setiembre de 1992 los trolebuses fueron rematados para saldar las deudas que Cooptrol mantenía con sus acreedores. 31 trolebuses fueron adquiridos por la empresa Expreso Emir de la ciudad de Córdoba para utilizar sus partes mecánicas y eléctricas para carrozar nuevas unidades, proyecto que finalmente no se concretó debido a la quiebra de Emir. El trolebús número 28 fue transportado completo a Córdoba y allí permanece abandonado y vandalizado desde ese entonces”, escribe Martínez en su artículo.

Sin embargo, los entrañables trolleys todavía funcionan en ciertas zonas de la región: las ciudades argentinas de Córdoba, Rosario y Mendoza, la brasileña San Pablo, la capital de Ecuador, Quito, el puerto chileno de Valparaíso e, irónicamente, dos ciudades de un país petrolero como Venezuela (Mérida y Barquisimeto).

Recientemente Canadá renovó su flota y dio de baja a cien trolebuses que estaban en perfecto estado y que fueron vendidos a los mendocinos a un precio simbólico de mil dólares cada uno.