-Titãs repercutió e influyó mucho acá. ¿Fue difícil compatibilizar en una banda tan numerosa, en la que varios de sus integrantes cantaban y componían?

-Titãs para mí ha sido una escuela donde aprendí a hacer música, compartir arreglos, actuar en el escenario y componer canciones. Fue una escuela de iniciación artística. Todo empezó muy temprano, nos conocimos en la escuela, en plena adolescencia, a los 15 años. Montamos la banda por el 82, tocamos un par de años y ya en el 84 grabamos nuestro primer disco. Yo participé en siete discos y me fui en el 92 para iniciar mi carrera solista. Éramos ocho pero el funcionamiento del grupo siempre fue muy democrático: uno se servía del conjunto de criterios y el parámetro crítico del otro sin sentir ningún tipo de competencia. Era un grupo muy fértil en el que hacíamos el trabajo para merecer el resultado internamente con un espíritu muy animado y alegre. Somos muy amigos hasta hoy y continuamos componiendo juntos a pesar de que yo salí de la banda.

-Si nos salteamos unos años, ¿Tribalistas -con Marisa Monte y Carlinhos Brown- ofició, inesperadamente, de propulsor de tu carrera solista fuera de Brasil?

-Sí. Muy pocos discos míos solistas han sido lanzados fuera de Brasil, mientras que Tribalistas fue un fenómeno, se lanzó en 53 países y tuvo un éxito muy grande en varios. A mí me dejó muy feliz.

-¿Hay lugar para una segunda parte de Tribalistas?

-Estamos siempre encontrándonos y componiendo juntos, pero no hay planes de un segundo disco porque nuestras combinaciones han sido un disco de encuentros sin intenciones de seguir carrera con esa marca. De todas formas ese disco nos aproximó aun más y desde el inicio seguimos componiendo canciones; de hecho, en Iê iê iê participan.

-En este álbum rendís tributo a la música de la Jovem Guarda, a las figuras de Roberto y Erasmo Carlos, una vuelta 50 años atrás en lo musical.

-Sí, es un disco que tiene esas fuentes de inspiración. Siempre quise hacerlo porque el iê iê iê es un género extinto. Quedó como un recuerdo del pasado y no como un género musical que fue siendo actualizado y permaneció vivo como el rock, el samba, el funk y el reggae. Es un recuerdo del comienzo del rock ‘n’ roll, más que una mirada al pasado, y como venía componiendo canciones que tenían melodías que recordaban muchas cosas de los 60 me dio la idea de hacer este disco para revitalizar el género, así también puede ser actualizado.

-En Qualquer (2006) -el anterior disco con material nuevo- hacés una versión de “Acabou chorare”, de Novos Bahianos. ¿Cambian el género y la estética pero persiste la mirada atrás?

-Es verdad. Pero hay una cosa curiosa también en el estado comprimido de la banda del disco Qualquer, que era una formación sin batería, con una sonoridad más leve, intimista y más serena. Me propuse volver a un sonido más danzante y vibrante, pero no bastaba con agregar batería. Quería dar una intención iê iê iê, generar un concepto sonoro.

-La paradoja estaría en que un disco que mira al pasado musicalmente se nutre de los talentos emergentes de la música de Brasil. Fernando Catatau, de Cidadão Instigado, está en la producción y toca guitarras.

-Sí; Catatau... Curumin (batería) y mismo Marcelo Jeneci (teclados), que también está lanzando un disco, son todos jóvenes y están realizando trabajos con mucha frescura y sonoridad. Particularmente el sonido de Catatau y Cidadão Instigado me encanta, esa mezcla de lo experimental con referencias directas al acervo popular, con referencias a la electrónica y a la sonoridad iê iê iê, y eso lo estaba buscando. Yo no quería que este disco se convirtiera en uno de los 70; quería que fuera fuente de inspiración pero en un disco realmente actual, y Catatau como productor fue fundamental en el proceso.

-Si tomamos en cuenta tu carrera, ¿pudo haber últimamente una búsqueda de simplificación del mensaje?

-Creo que no es lineal. La canción popular siempre busca una comunicación muy directa que la hace parte de la idea de algo que pertenece al universo de la cultura top y de la comunicación de masas o masiva. Al mismo tiempo, nunca me gustó la idea de la repetición de formulas y sí la idea de exhibir un poco de novedad. Es una paradoja que vive constantemente en mi trabajo: querer ayudar a ampliar y renovar un poquito los gustos y, de alguna forma, la resistencia de las personas con el género en cuestión. Al mismo tiempo, intentar la comunicación con el máximo de personas posible. Es para mí una búsqueda de vida o de piel, no depende de cada disco, creo que no hay un camino en línea recta y siempre habrá lugar para la experimentación o para cosas más directas.

-En tu trabajo hay una búsqueda constante por la palabra. Si incluimos Pequeno cidadão (2009) -disco colectivo de rock ‘n’ roll para niños- y lo vinculamos al libro Frases do Tomé aos três anos (2006), sobre frases de tu hijo menor, o bien As coisas (1992), en el que tu hija mayor a los tres años ilustró tus poemas, la búsqueda se hace extensiva a la infancia. ¿Qué rol juegan aquí los niños?

-La experiencia de ser padre me ha traído mucha inspiración en ese sentido, creo que hay una revelación muy importante que alimenta la poesía, concentrada en la mirada y el perfil de los niños. Es siempre muy sorprendente, muy virgen, haciendo analogías inusitadas, revelando muchas cosas que son obvias pero que nosotros por estar mirando al frente no las miramos, entendiéndolas, entendiendo su obviedad y esas mil obviedades que es reconducir su estranhamento -explicar lo desconocido por lo conocido-, que es otro ingrediente fundamental de la creación artística. Para mí la experiencia de tener hijos y convivir con ellos fue muy inspiradora y ha nutrido mi trabajo.

-¿Hay una vinculación entre lo generado por la infancia y la poesía concreta?

-Hay un poema de Oswald de Andrade que dice literalmente: “Aprendi com meu filho de dez anos/ que a poesia é a descoberta/ das coisas que eu nunca vi”. Creo que sintetiza lo que he dicho anteriormente, y es de un poeta muy influyente para la poesía concreta.

-Brasil es conocido en el mundo entero por su música. ¿Qué pensás de la recepción al cantar en portugués?

-Hablar portugués hoy en día es casi como hablar un dialecto. Si lo comparamos con el inglés o el español, el portugués es una lengua muy minoritaria en el mundo. No obstante, el lenguaje de la canción no necesita de una comprensión directa para hacer su papel de emocionar. Así me paso cuando de niño escuchaba The Beatles o James Brown: sin entender una palabra de inglés, aquello me conmovió. Del mismo modo un anglófono puede emocionarse escuchando un fado de Amalia Rodrigues o un samba de Dorival Caymmi, sin adentrarse en el propio trabajo de la palabra cantada expresamente, más bien por las sugestiones de sentidos que terminan envolviendo el discurso. Creo que la música puede trascender fronteras sin que necesariamente se comprenda el mensaje literalmente. Es claro que es una experiencia más profunda para llenar los espacios y comprender la receptividad total del mensaje. Incluso hay casos curiosos como, por ejemplo, el de Japón, donde hay personas que aprenden portugués motivadas por las canciones.

-Pero el español y el portugués coinciden en mucho.

-Son lenguas hermanas y se simplifica la función. A pesar de eso es muy poco divulgada la música latinoamericana en Brasil, no sé qué pasa en otros países de América Latina.

-Todo lo contrario.

-Yo me sorprendo cuando voy a Uruguay o incluso a Argentina y escucho cosas que no conocía. Me he llevado sorpresas muy gratas. Dos cosas que me han marcado recientemente son los trabajos de Jorge Drexler y Martín Buscaglia, pero entiendo que hay muchas otras a descubrir, sobre todo si incluimos Latinoamérica, que sin duda merecería mejor divulgación en Brasil.

-En estos días sale a la venta El justiciero cha cha cha, tributo bilingüe a Os Mutantes en el que ilustrás la portada y participás junto con otros artistas de habla hispana.

-¿Ya salió aquí? Estoy ansioso de verlo. Fue un honor para mí cantar con Liliana Herrero, cuyo trabajo admiro muchísimo, y de Uruguay está Martín Buscaglia. Creo que es un buen disco.