Un “juicio ciudadano” es un mecanismo de participación pública en temas generalmente controvertidos de ciencia y tecnología, modalidad que fue creada en Dinamarca hace dos décadas. Realizada por primera vez en Uruguay, la instancia fue impulsada por la Unidad de Ciencia y Desarrollo de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), que presentó el proyecto de Juicio Ciudadano ante la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC).

Muy pocas personas asistieron a la instancia pública; es un hecho a destacar la poca trascendencia que tuvo considerando la importancia del tema. En una sala con capacidad para 400 personas, en los momentos más concurridos no llegaron a ocuparse 70 butacas. Se señaló especialmente la ausencia de estudiantes universitarios, teniendo en cuenta que se trata de futuros profesionales y que las discusiones que allí se plantearon comprometen su futuro. En cuanto a la asistencia de público en general, integrantes de la organización alegaron que un comunicado fue enviado a los medios de prensa pero no todos le dieron cabida. Buena parte del escaso público presente portaba carteles en contra de la energía nuclear.

Los actores claves en este proceso fueron 15 personas no expertas que estuvieron dispuestas a estudiar el tema y a considerar diversas opiniones. Éstas fueron seleccionadas entre 150 personas que se presentaron a la consulta pública para integrar el jurado, con la sola condición de no ser experto y no tener opinión formada al respecto. La selección se realizó atendiendo la diversidad de género, de grupo etario, ocupación, procedencia (ocho del interior del país y siete de Montevideo) y motivación frente al tema (tanto sobre la consulta ciudadana como en materia de energía nuclear).

La diversidad era notoria a simple vista. Trece de ellos (dos no pudieron acudir por motivos de salud) ocuparon durante todo el fin de semana una de las plateas del Paraninfo para escuchar las respuestas de un grupo de expertos, por ellos convocados, para responder una larga lista de preguntas entregadas con una semana de anterioridad. Hoy presentarán la síntesis de lo recepcionado.

Energía ¿para qué?

El uso de la energía nuclear para generar electricidad está prohibido expresamente desde 1997, pero el tema está en estudio desde 2008, a raíz de un planteo del entonces presidente de la República, Tabaré Vázquez, que encomendó a una comisión multipartidaria estudiar la viabilidad de la instalación de plantas nucleares en nuestro país. Se discute la disponibilidad de esta fuente energética a partir de 2030, dado el largo proceso de discusión (normativa jurídica mediante, y de posibles financiadores) y de construcción de la o las eventuales plantas nucleares.

La energía eléctrica uruguaya es de las más limpias en el mundo, porque la mayoría se produce a partir del agua. Ramón Méndez, director nacional de Energía del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), indicó que en energía hidráulica Uruguay tiene 1.540 MW instalados, se considera que la demanda promedio del país ronda los 1.050 MW, y aclaró que el consumo pico se dio este invierno, cuando se llegó a los 1.690 MW. Precisó que si bien podría alcanzar al 100% de la demanda, es un recurso inestable por las variaciones pluviométricas, al que no se puede recurrir en épocas de sequía.

La Dirección Nacional de Energía (DNE) se propuso que en 2015 el 90% de la generación eléctrica se produzca a base de energías renovables: en su mayoría hidráulica, y el resto entre eólica, biomasa y gas natural. Pero las proyecciones indican que el consumo de energía eléctrica en nuestro país va a ascender en la medida en que accedan a la electricidad sectores actualmente excluidos. La DNE considera que la energía eólica también es fluctuante y limitada, como lo es la biomasa (producida a partir de residuos forestales), y por eso se plantea la necesidad de generar “un respaldo firme de fondo”. Ahí es que se introduce la posibilidad de una energía nuclear pensada para generar electricidad, para ser consumida en el hogar, la industria y eventualmente en automóviles eléctricos.

A la vez, se cuestiona para qué se necesitaría más energía eléctrica. El consumo residencial y comercial se ha mantenido en las últimas décadas, lo que aumentó fue la utilizada por el sector industrial.

Reto Bertoni, docente del departamento de Historia Económica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar, fue otro de los exponentes, y señaló que entre 2007 y 2008 se produjo un importante aumento del consumo de energía a partir del funcionamiento de UPM (ex Botnia). Bertoni precisó que la pastera autoproduce energía para su funcionamiento y que además le vende el excedente a la red pública. Afirmó que “cuando se quiere discutir si la demanda eléctrica va a ser creciente en los próximos 15, 20 ó 30 años hay que ver el modelo productivo que está detrás”. Sostuvo que en un modelo productivo de pasteras, “que consumen muchísima energía y además hacen subir el consumo de energía en todo el país”, no va a haber un aumento del servicio público, que en estos años ha mermado frente a la producción del sector privado.

Por otra parte, se cuestiona el alto porcentaje que podría representar la fuente nuclear, de optarse por ella. Méndez dijo a la diaria que actualmente las plantas más chicas producen 700 MW, pero se espera que en 2020 estén en funcionamiento unas más chicas que actualmente están a prueba, de 300 MW. Lo que se cuestiona es que podría producirse un exceso de energía, puesto que las plantas tienen que funcionar al máximo para ser rentables. Bertoni indicó: “En buena medida, la instalación de una planta nuclear conspiraría contra este principio de diversificación del que se nos ha hablado hoy, porque el tamaño de la planta nuclear llevaría a que pasara mucho tiempo parada porque con el viento y con el agua vamos a producir buena parte de la electricidad necesaria, o deberíamos tirar por los vertederos el agua o parar los molinos para que no funcionaran”. Paralelamente, varios panelistas señalaron la oportunidad de optimizar el uso energético, lo que también implicaría un ahorro.

María Selva Ortiz, socióloga e integrante de Redes Amigos de la Tierra, indicó que el derecho a la energía debería ser incluido como un derecho humano más y que debe ser “sustentable y soberana”, y que para eso debe ser limpia, diversificada, independiente y pública”, a lo que la opción nuclear no cumpliría con ninguna de esas cuatro condiciones, según dijo.

En la mañana del domingo, economistas expusieron su punto de vista respecto a qué tipo de sector se haría cargo de la planta nuclear. Se sostuvo que las opciones son tres: público, público privado o privado. Pero se estableció que aunque fuera público, comprendería un aporte de los privados (como préstamos internacionales o financiación de impuestos), dado que su costo superaría los 3.000 millones de dólares. Por otra parte, habría dependencia de materia prima, uranio, que hoy es barato a nivel mundial pero se desconoce cómo puede variar el precio a futuro.

Por su parte, Gerardo Honty, sociólogo y director del Centro Utuguayo de Tecnologías Apropiadas (Ceuta), indicó que en la zona de Rincón del Bonete hay un potencial eólico de 3.000 MW, y que puede instalarse gradualmente, no como un reactor nuclear. Resaltó también que si bien hay un límite en la generación de biomasa a partir de residuos forestales, puede pensarse en la generación de energía a partir de plantaciones destinadas a ese fin. Consultado al respecto por la diaria, Méndez dijo que es una opción a estudiar, pero que hay que discutir con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca “cuál es el límite máximo que admite nuestro país de forestación”.

Peligros

El otro gran tema de la energía nuclear es la generación de residuos y desechos nucleares, que no está resuelto en el mundo. Muchos de esos residuos son altamente radiactivos. Enrique Morales, ingeniero químico y asesor en radioprotección en la Autoridad Reguladora Nacional del MIEM, presentó una gráfica en la que se ve la permanencia de los reactivos hasta en un millón de años.

Jorge Sevián, doctor en química y especialista del Organismo Internacional de Energía Atómica, explicó que en el caso de Uruguay, que en este siglo podría tener una o a lo sumo dos plantas nucleares, la solución pasaría por almacenar los residuos en piletas de enfriamiento que se encuentren en la planta nuclear o en sus proximidades por varias de décadas. Explicó que otros países, que cuentan con un importante número de reactores, tienen usinas de reprocesamiento de los residuos con los que generan más combustible, aunque siempre queda un margen de desechos.

Varios expertos indicaron que la industria de energía nuclear tiene subsidios cruzados con la industria bélica, porque de allí se extrae material para producir armas nucleares, además de que asegura la participación de los ejércitos en su cuidado.

El otro riesgo son los accidentes nucleares con daños incalculables, como fue el de Chernobyl en 1986, en el que además de las pérdidas humanas que hubo, los daños en la salud de los habitantes de la zona permanecen y no se puede hacer uso de lo que se planta en suelo próximo. De instalarse una planta en Uruguay, el área de alcance en caso de un accidente podría abarcar a más de medio país.