Las editoriales Hum e Irrupciones acaban de publicar antiguas obras de Elvio Gandolfo. Boomerang es una novela (primer y único relato de esta extensión escrito por el autor, que posee un gran repertorio de nouvelles y cuentos), finalista del Premio Planeta de novela 1992; La reina de las nieves está conformada por un tríptico de relatos largos escritos en 1977 (“La reina de las nieves”), 1969 (“El instituto”) y 1970 (“Caminando alrededor”). Ágil, narrada con pulso maestro, Boomerang cuenta el “fin de semana de locos” de Iván, un empleado bancario porteño (aficionado al rock en inglés y claro ejemplo de la gente cool de principios de la década de 1990) que ha preparado un masterplan para hacerse con una buena suma de dinero; llegado el momento, debe huir de Buenos Aires para evitar sospechas, y cruza a Colonia y luego a Montevideo. En el viaje conoce a una chica de culo portentoso, Paula, que lo acompañará en sus aventuras y paranoias de fin de semana. Iván se deja seducir por el cuerpo de Paula, quien esconde un secreto finalmente sugerido que le permite a Iván cerrar, de alguna manera, su actitud hacia la chica. Él, además, ha dejado un amigo en Buenos Aires, suerte de hacker experto que, claramente, es la persona más importante de su vida; de hecho, planea a lo largo de la novela una sensación de “escape heterosexual” de un personaje gay que, pese a maravillarse ante el cuerpo de la uruguaya no deja de pensar a cada momento en su amigo, en qué llevarle de regalo, en qué estará haciendo, en lo inteligente que es, en lo mucho que sabe de computadoras. La novela, además, se convierte en una suerte de máquina del tiempo capaz de llevarnos a esos años ya teñidos de nostalgia, 1990, 1991 (época de Achtung Baby, de Terminator 2, de Guns’n’Roses), a una Montevideo un poco diferente y un poco la misma. Es interesante leer desde esa perspectiva la construcción que hace Gandolfo de la imagen que tenían entonces (¿y quizá también ahora?) los porteños de Uruguay, Montevideo, los uruguayos y las uruguayas; la secuencia en que Iván entra a la capital en ómnibus es uno de los puntos fuertes de la novela, que prosigue hacia un desolado balneario en el este y, después, regresa a Buenos Aires. Allí, la vida cotidiana del protagonista, apenas perturbada o de hecho completamente igual que al principio, excepto por el dinero robado, por supuesto.

Trilogía urbana

La reina de las nieves presenta tres relatos largos vinculados, un poco a la manera de la Trilogía involuntaria de Levrero, a la representación de una ciudad que puede ser Rosario, Buenos Aires, Montevideo o la Londres de tanta literatura de Conan Doyle o Machen. De hecho, en las dos notas introductorias (escritas la primera en 1987 y la segunda en 1998), Gandolfo elabora sobre la génesis de esa representación, y demarca una zona rosarina para “El instituto”, una hibridación Montevideo/Rosario para “Caminando alrededor” y una apertura a un paisaje más cercano a lo fantástico en “La reina de las nieves”. Quizá el relato más interesante del libro sea “Caminando alrededor”, un cuento de corte levreriano (por momentos recuerda a “Todo el tiempo”, contenido en el libro homónimo) que cuenta las ideas y venidas por una ciudad llena de habitaciones de pensión, bohardillas, pasillos y fondos llenos de hormigas que han aprendido a caminar en dos patas y amenazan -como en tanto cine y literatura de serie B- con conquistar el mundo. “La reina de las nieves” es el texto más logrado en cuanto a atmósferas. En una ciudad dominada por la nieve un hombre de edad avanzada busca a la hija de su antiguo patrón. Siguiendo pistas falsas y callejones sin salida descubre a una pareja que ha tenido contacto con la mujer que busca, pero lo que observa, casi como un voyeur, le hace saber que no debe seguir buscando. “El instituto”, por último, al que el propio Gandolfo califica de texto “adolescente”, es el punto menos acabado del libro, aunque por supuesto no carece de interés y de escenas especialmente bien trabajadas. Está planteado como la representación de un instituto de enseñanza de inglés a modo de microcosmos o imagen del universo (como la Dublín del Ulises joyceano) y varían los narradores y los puntos de vista, ofreciéndose una suerte de final prismático, astillado en múltiples facetas. Éste es uno de los mejores momentos de un relato que podría pensarse como el único que desentona en relación al logradísimo pulso de narrador de los otros cuentos, así como también en relación a los contenidos en el libro Mujeres y a “El manuscrito de Juan Abal”, clásico de la ciencia ficción rioplatense publicado en el número 6 de El péndulo y en la antología Latinoamérica fantástica, de la colección de bolsillo de Ultramar. Ambos libros, La reina de las nieves y Boomerang confirman a Gandolfo como uno de los narradores más sólidos e interesantes del Río de la Plata. También pueden ser leídos como nuevas vías de construcción de lo urbano -y especialmente de Montevideo- en la literatura uruguaya y argentina.