“En la coyuntura económica el tema que está acaparando la atención de todo el mundo es la perspectiva de las principales divisas mundiales, regionales y el eventual desplome del dólar, lo que obviamente está teniendo repercusiones importantes en el mercado cambiario uruguayo”, asegura la consultora Oikos en su Panorama económico.
En contraste con el magro
desempeño del mundo industrializado, el fuerte crecimiento de las economías emergentes, sumado a importantes diferenciales de tasas de interés en su favor, les ha deparado “un significativo ingreso de divisas” que presiona a sus monedas al alza.
En este contexto mundial, se comenzó a hablar de una “guerra de monedas”: los emergentes no están dispuestos a permitir que las suyas se sigan apreciando frente al dólar, el yen y el euro, con la consiguiente pérdida de competitividad y la formación de burbujas financieras en sectores como el inmobiliario y el bursátil. El informe asegura que Uruguay “no ha sido ajeno a este proceso de fuerte entrada de capitales” y de gran expansión económica, y la respuesta fue intervenir para sostener el dólar.
“El BCU debió continuar interviniendo en el mercado de cambios” y “complementariamente” el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) emite deuda en unidades indexadas para absorber el exceso de dólares en el mercado y contribuir con la desdolarización de la deuda. Asimismo, el Banco República anunció que comprará 400 millones de dólares en tres tandas de unos 150 millones cada una.
Pero Oikos advirtió que existe “una contraposición de objetivos entre el BCU y el MEF utilizando un solo instrumento -el tipo de cambio- que contribuye a generar incertidumbres en la evolución de corto plazo de los precios internos y del dólar”.
Mientras el BCU aumentó la Tasa de Política Monetaria, aunque en “forma muy gradual y simbólica”, para controlar las tendencias inflacionarias, el MEF priorizó “el mantenimiento de la competitividad de las empresas, a través de las compras de divisas en el mercado cambiario”.
Fortaleza
Teniendo en cuenta estos elementos, Oikos concluyó que en los próximos meses continuará la tensión entre las economías industrializadas y las emergentes. Las primeras se concentrarán en los estímulos fiscales y el mantenimiento de tasas de interés cercanas al cero, presionando sus monedas a la baja. En cambio, los países en desarrollo tratarán de imponer controles al ingreso de capitales y otras medidas complementarias para evitar la apreciación de sus monedas. Pese a ello, el fuerte incremento de la demanda interna de los emergentes impedirá que sus tasas de interés “bajen lo necesario”, por lo cual “se continuaría con la apreciación” de sus monedas.
A nivel local, la consultora pronostica que el peso seguirá apreciándose frente al dólar, “aunque de manera limitada”. “Considerando que no se implementarán nuevos controles al ingreso de capitales especulativos de corto plazo, Oikos estima que sobre fin de año el dólar interbancario cotizará en el entorno de 19,850 pesos”, añade el informe.
No obstante, Oikos advirtió que en el mediano plazo se revertiría esa tendencia en la cotización del dólar por la decisión gubernamental de no dejarla caer por debajo de determinados límites. También incide el riesgo de que Brasil apueste a una mayor devaluación del real, lo que podría afectar la competitividad local respecto al principal destino de las exportaciones e importaciones uruguayas.