Al finalizar la conferencia aprovechamos un breve espacio en el que los dos anfitriones salieron a fumar para realizar una entrevista sobre varios aspectos que han hecho a dicho programa lo que es.

-Reviendo estos años en los que Peter Capusotto y sus videos se convirtió en lo que es, más allá de las virtudes propias del programa, da la impresión de que uno de sus puntos fuertes es un entremedio que le permite adaptarse a sensibilidades completamente distintas. Por ejemplo, un interjuego constante entre los 60, 70 y el presente.

-Sí, tiene una base ahí, pero nosotros sentimos que hablamos constantemente sobre nuestra adolescencia, nuestra infancia, pero también de nuestra adultez. Entonces aparecen todos los elementos mezclados. Una cosa que siempre nos llama la atención es que muchos padres lo ven con los hijos, que no es exclusivo de la juventud. Hay pibes de ocho o nueve años que lo reconocen… en ese sentido creo que es un programa transversal, o que nos salió así. No nos propusimos hacer eso. De cada sector social o generacional hay un pedacito de gente que nos ve, y quizás porque no está hecho desde ningún estudio de marketing. Es como si fueras un artesano -no quiero que esto suene tan así-, como si fueras un tipo que pone una mesa y “esto es lo que tengo yo”, que venga el que tenga que venir. No pensamos mucho en quién lo va a ver. Lo hacemos y el que pueda se acerca y si no, no. No es “sólo humor pasado de rosca”, porque también hacen chistes guasos, no es sólo humor absurdo, también hay otras cosas. Va barriendo todas las instancias.

-A nivel político por momentos se ubica en ese punto intermedio, como con Bombita Rodríguez. Vos mencionabas en un momento que, ya quitando solemnidad, se está haciendo crítica.

-Sí, estás por lo menos luchando contra eso, porque le quitás la solemnidad, que es lo primero en cómo se defiende algo, una institución. La solemnidad hace que vos no la puedas cuestionar, o que no la puedo cambiar. No pongo esto como si el programa fuera un hecho revolucionario para nada, pero desde algún lugar lo primero que te tiran cuando vos querés cambiar es el respeto que le tenés que tener, y a veces ese respeto se confunde con miedo, y por lo tanto no te podés acercar o cuestionarlo. Cuando aparece el amigo Tanco, que se presenta acá y que viene a fumar al lado nuestro, mucho de lo que me hablan deduzco por oficio que a mucha gente le gustaría decir lo que dice él, o que lo piensa y no lo puede decir.

-Es que el humor ha funcionado como el pequeño y sucio inconsciente de la sociedad

-¿Sabés lo que pasa? A vos en el terreno de la fantasía se te permite todo porque es tu fantasía. En el decir, más o menos. Y en la acción, menos todavía. Si ahí aparece alguien que medianamente piensa o que dice algo que al otro se le hubiera ocurrido pero que no quiere decir porque teme quedar mal, automáticamente se identifica con ello, porque es algo que necesita que alguien diga. Por algo lo escuchan, por algo se identifican, y por algo al señor [a Tanco] le dicen Desbocatti. Supongo, por dos o tres chistes que hizo él con todo el tema que pasó en la Argentina [en referencia a la muerte de Néstor Kirchner y la multitudinaria procesión de aquellos días], que en algún lugar se toca con Violencia Rivas, el personaje. Una especie de animalidad. Y vos fijate que eso está puesto en alguien que está borracho, que está medio loco, o que está totalmente sacado, o que es punk, o que no se come ninguna. El tipo diplomático diría todo de una manera tan correcta que no generaría el mismo efecto.

-Más en Uruguay, donde lo políticamente correcto es mucho más pesado que en Argentina.

-Sí, pero también es más pesado porque en proporción, para mí, es una sociedad más politizada, con mucha más conciencia política que en Argentina. Más frívola es Argentina en cuanto a cómo habla de política. En Argentina se ha mediatizado tanto la política que se habla de ella como fútbol, con la misma liviandad. Básicamente cualquier papafrita que más o menos sabe moverse en cámara se puede crear un personaje político a partir de los medios. Cuando ves lo que tiene de construcción política atrás no tiene nada. Suponete, Patricia Bullrich es una persona bastante conocida en el ámbito político argentino y atrás no tiene nada.

-Carlos Tanco: Por no hablar de De Narváez.

-Claro, totalmente. Creo, intuyo que en Uruguay todavía el tipo que aparece como político tiene una construcción política atrás. Después nos ponemos a discutir de lo que hace una construcción política o lo que sea. Pero medianamente el tipo por lo menos estudió, como quien dice.

-Es como las historias de las nuevas vestimentas del rey. Nadie dice nada hasta que un niño grita “¡el rey está desnudo!”. En ese punto es interesante cómo Peter Capusotto y sus videos generó con personajes como Pomelo un cambio, no sólo en cómo se percibe lo político, sino también lo musical.

-Por ahí lo que pasa con el personaje o lo artesanal es que alguien te sintetiza un montón de cosas que tenés dando vuelta pero que no… Mirá, él [Tanco] hizo un chiste ayer que no lo pensé, pero yo tenía una imagen parecida, sólo que a mí no se me ocurrió un chiste. Cuando miro por televisión allá a Mujica, caminando despacito, digo “guau, mirá a Mujica, mucho más grande, mucho más viejito, vivió mucho más tiempo que éste que tenía 15 años menos y se murió antes”. Pensé nada más que esto. Pensé “mirá, el viejito éste de 75 al final ve cómo alguien que podría haber sido casi su hijo al final se muere”. Nada más, y él hizo un chiste acerca de eso ayer, él lo convirtió en un chiste. Imaginate a alguien en el velorio que le dice a la viuda “Mire, al final Mujica estuvo diez años debajo de un pozo y mire cómo está, y éste se fue antes”. El tema es fundamentalmente cómo lo contás. Por ahí un montón de gente tuvo esa pequeña noción viendo eso, pero hay un chabón que la agarró y la colgó en el ángulo.

Es así. No quiero ser muy pretencioso con esto que voy a decir, pero tu manera de ver las cosas te termina llevando a esto, porque lo único que te queda en la vida es esto. No sos más ni menos, pero sos el que se encarga de sintetizar en pequeñas grajeas todo lo que está desorganizado en discurso en la gente.

-Es el punto eminentemente político que hace al programa.

-Claro, cuando hacés Micky Vainilla, que empezó como un chiste, terminás sintetizando el pensamiento de lo que a un montón de gente le pasa con los monos, con los negros en Argentina. No sos Hitler porque no organizás cámaras de gas, pero tenés tu pequeño Hitlercito adentro.

-Micky Vainilla es un personaje que tuvo una evolución más interesante en la nueva temporada, porque su fascismo pasó de ser algo eminentemente claro y a la mano a ser un discurso conciliador pero más hondamente fascista aun. Un cambio de eje hacia lo posmoderno.

-El tema es que ya existe todo eso. Por ejemplo, en Argentina hay un GPS que te dice “zona peligrosa” cuando entrás a determinado barrio. El tipo igual concilia, lo trata de aceptar, pero no lo quiere aceptar.

-¿Eso tiene algo que ver con el macrismo, en cierto punto?

-No lo hicimos por Macri, pero el problema es que te das cuenta de que hay macrismo y el macrismo es eso. Vos ves la foto de Macri con una nena de una villa y lo notás tenso. Está el tipo con la nena y pensás: “Este tipo se va a lavar las manos después”. El discurso del otro te va construyendo tu discurso. Vos tenés al presidente de la sociedad rural, a Biolcati, hablando de la pobreza y te preguntás cuándo le importó la pobreza, pero al tipo no le queda otra que hablar de la pobreza. Macri no es tan importante como el hecho en sí de que haya salido Macri. O tenés a De Narváez, que una vez que pasa el fenómeno de que ganó las elecciones hoy no mueve a nadie. Es como un hit radial. Viste, como las bandas que tienen un sólo tema y después, ¿dónde estan?

-Lo que mencionabas hoy es que entra Peter Capusotto como un programa de humor en un momento en el que ya no hay programas de humor.

-Sí, porque el humor está diluido en todo. El comentarista de fútbol hace chistes, el relator del noticiero hace chistes, todos los programas tienen esa cosa demencial que son los reidores. Con tanta gente intentando hacer cosas con gracia, el humorista tiene que hacer una imitación o algo que lo destaque. Si estamos todos jodiendo y haciendo chistes, ¿qué mierda hace el humorista? Básicamente desapareció el género de programa de humor. No sé, tenemos a Gasalla que aparece en el programa de Susana, a Tinelli lo pueden ver… es un tipo que está parado arriba de una pirámide de acróbatas chinos y cambia el programa según viene la mano. Por momentos toca el humor, por momentos toca el reality, los programas de danza, pero dejó de ser un género humorístico.

-Peter Capusotto vino a llenar algunos vacíos televisivos que habían quedado del humor, pero no se habla tanto de lo que son sus videos musicales en sí, y la forma en que éste aparece justo cuando MTV u otros canales referentes prácticamente dejaron de pasar videoclips en su programación.

-Claro, un videoclip donde vos te pongas a escuchar la música, y no un show de sandías que vuelan y efectos especiales. Básicamente nunca elegimos videoclips en los que no veas un recital. Vamos a apreciar la música y el programa se la banca.

-El mero hecho de poder ver en televisión abierta a Captain Beefheart y Public Image Ltd en un programa de televisión es un hecho bastante revolucionario en la programación...

-El resto lo vas a ver en cualquier lado. Eso es un poco la filosofía con la que van esos videoclips. A Sting lo ves en cualquier lado, la idea es compartir otras cosas que no están en la agenda televisiva de primera mano. Peter Capusotto está ubicado como si fuera un show de varieté: un número cómico, un número musical, como si estuviera editado en la manera más bruta posible: música y humor, como si fuera lo más obvio del mundo. Como un teatro de revista.