“La productividad no es todo, pero en el largo plazo es casi todo”. Esta frase acuñada por el Nobel de Economía Paul Krugman abre el resumen ejecutivo de la publicación La Era de la Productividad: cómo transformar las economías desde sus cimientos, cuyo contenido fue presentado ayer por Pagés en Montevideo.

Explicó que al inicio del estudio, en 2008, América Latina exhibía un crecimiento muy dinámico para su historia, donde “rápido es 4% y no 7% u 8%, como en algunas economías asiáticas”. Así surgió la pregunta de qué motivos explican “ese freno” en el ritmo de expansión, que, pese a ser importante, no llegaba al de otros mercados emergentes. Sostuvo que las perspectivas de la región son sumamente alentadoras, y una muestra de ello fue la corrección en las expectativas de crecimiento para 2010, que se elevaron desde el 2,9% proyectado en octubre del año pasado al 5,7% del último octubre. “Todos los países de la región” tienen expectativas de crecimiento positivo para 2011, destacó, si bien relativizó que en todos los casos, excepto Perú, los incrementos del Producto Interno Bruto seran inferiores a 5%.

El crecimiento regional está fundamentalmente impulsado por los altos precios internacionales de productos básicos, una “ola muy positiva que arrastra consigo a América Latina”. Además, la situación de crisis en Europa contribuye a generar una fuerte afluencia de capitales a este rincón del mundo, lo que equivale a financiamiento barato.

Desenfrenado

Pese a este panorama positivo, Pagés valoró que Latinoamérica “está llegando a un punto en que va a tener problemas de crecimiento de largo plazo [...], no para llegar al 4% sino para crecer por encima de ese techo”. Recordó que el “sector primario”, el de mayor expansión, “ocupa muy poca mano de obra”, mientras que el sector servicios, que emplea a más personas, “es muy poco productivo y además no ha prosperado mucho”. De ahí la advertencia de que “se están trasladando más y más recursos a sectores menos productivos”. “Eso es como avanzar con el freno de mano puesto”, graficó.

Comentó que en los últimos años la región perdió riqueza relativa respecto de Estados Unidos, “por una menor inversión” pero “principalmente por una menor productividad”. Tal situación se verifica fundamentalmente en el sector servicios y en las empresas de menor tamaño. “Si bien hay empresas muy productivas en la región, hay una gran cantidad poco productivas, que particularmente son las pequeñas empresas”, aseguró.

Entre los principales problemas mencionados al respecto por Pagés se destaca el elevado costo del transporte comercial así como los altos impuestos, la falta de crédito, insuficiencia en la innovación y falta de capacitación de los trabajadores. “Estos elementos impiden que las empresas productivas crezcan en tamaño y que las menos productivas crezcan en productividad”, subrayó. Asimismo, alertó contra “factores que permiten la supervivencia de empresas poco productivas”: regímenes fiscales simplificados, evasión fiscal, programas sociales orientados a trabajadores informales y políticas para pymes enfocadas sólo en su tamaño. Criticó que en muchos casos se aplican subsidios para pymes que “desmotivan el crecimiento”, porque “aumentar el tamaño de la empresa es poco menos que suicida”.

Por pegar el estirón

El informe recomienda reducir los costos del transporte, mejorar las condiciones de crédito y el régimen fiscal para incentivar el crecimiento de las firmas, promover la innovación, facilitar los procesos de capacitación, evaluar el impacto de los programas dirigidos a las mipymes y focalizarlos en unidades económicas con potencial. Por otra parte, los gobiernos deben “favorecer los vínculos entre privados y los sectores académicos”, mejorar la educación formal e incentivar la calificación permanente de los trabajadores. Sobre esto, valoró que la capacitación de personal “es muy cara para el Estado”, por lo que éste debe otorgar al empresariado los incentivos necesarios que hagan atractiva la formación de sus trabajadores.

Pagés admitió que es “una tarea muy difícil”, dado que implica coordinar acciones entre los actores políticos, el sector privado y el académico para estimular los consensos que permitan “persistir hasta ver los frutos”, implicando medidas de largo aliento. “Podemos seguir en el statu quo, quedarnos porque las cosas son favorables, seguimos la ola; o podemos mejorar la productividad [...], y eso implica ponerse mucho más activos”, contrastó, ya que ésta “es la forma de conseguir un crecimiento más alto, más sostenido, más repartido, con mayor reducción de la pobreza y mayor equidad”.