En 2007, cuando Bocca decidió “colgar las zapatillas”, como se dice en la jerga balletística, nadie imaginó que el gran bailarín argentino, uno de los mejores del mundo, iba a continuar su carrera como director del BNS. Poco después nos enteramos de que Bocca no se iba a tomar un año sabático en un velero, sino que se venía a vivir a Uruguay y que para mantenerse en forma asistía a las clases del Cuerpo de Baile; aun así, costaba ligarlo de una manera más estable al porvenir de los uruguayos.

Entonces corrió el rumor de que el número uno de la danza argentina podría estar al frente de un elenco nacional y, según me recuerda el más atento observador del BNS, Tito Barbón, las primeras conversaciones comenzaron en el anterior período de gobierno y las mantuvo la ex directora artística del SODRE María Julia Camaño.

Bocca exigía una serie de condiciones que el consejo no lograba conceder, como la eliminación de las categorías dentro del cuerpo de baile (como se estila en el resto del mundo), la necesidad de incorporar bailarines extranjeros (algo prácticamente imposible debido al reglamento) y dar una determinada cantidad de funciones al año (lo cual implicaba imprimir una nueva dinámica a la compañía), entre otras cosas.

Fue recién con el cambio de gobierno, con la llegada al SODRE de un nuevo consejo directivo, con el respaldo del propio presidente de la República, José Mujica, y con el avance -aunque no la finalización- de las obras del flamante Auditorio Nacional Adela Reta que se llegó a una solución asombrosa: Bocca sería el director artístico del ballet estatal y tendría carta libre para desarrollar su gestión con total libertad.

La noticia se dio a conocer en conferencia de prensa a comienzos de mayo, pero su designación se oficializó el 1º de junio de 2010. Desde que comenzó su gestión, hace siete meses, las buenas nuevas no cesan de llegar desde distintos frentes. Un total de 80.000 espectadores -una cifra histórica- presenciaron alguna de las 46 funciones de los seis espectáculos que montó el BNS. Hubo 233 inscriptos a las audiciones, se presentaron 175 y fueron admitidos 46 bailarines. Actualmente la compañía tiene 59 integrantes de los cuales 48 son uruguayos y el resto extranjeros; el más joven tiene 18 años y el más veterano, 48. Se invitó a un maestro, cinco coreógrafos y 13 bailarines internacionales.

En los últimos meses miles de uruguayos vieron cómo se levantaba el telón de ese gran teatro del asombro y la ilusión que es el ballet, se conmovieron con los avatares de Giselle, disfrutaron de fragmentos de las obras más representativas del repertorio clásico, como Raymonda y Corsario, así como del legado del coreógrafo venezolano Vicente Nebrada con obras como Nuestros valses y Doble corchea, que conformaron la Gala de ballet que recorrió buena parte del país, antes de estrenarse en Montevideo.

En el camino

En el tramo que va del Parque de la UTE al teatro Lavalleja en la ciudad de Minas, un grupo de bailarines cantaba canciones de Celia Cruz, Juan Luis Guerra y hasta algún tango de Gardel mientras veían pasar los kilómetros en la ruta. De repente les cambiaban las letras para referirse “a los que se caen de las piruetas” o decir “te amo más que a la coda de Quijote”, y cosas por el estilo. Cuando llegaban a ensayar a algún lado o cuando levantaban petates el tema que sonaba a todo volumen era “Pa Panamericano”.

Los bailarines del SODRE fueron aplaudidos y homenajeados a lo largo de toda su gira por el interior, realizada en setiembre. En Minas les obsequiaron una cajita de serranitos de la tradicional confitería Irisarri con el nombre de cada uno de ellos. En Durazno se alojaron en un hogar estudiantil donde sólo faltaba que los arropasen a la hora de dormir. En Salto las entradas se agotaron 48 horas antes de la función. Los teatros los esperaron con camarines recién pintados y hubo pueblos del interior donde juran que se vendió más género que nunca porque las señoras mandaban hacer el vestido con la modista para ir a ver el ballet.

Hubo familias enteras desfilando con el termo, el mate y los almohadones abajo del brazo para ver el ballet en improvisados escenarios, gente dispuesta a pagar lo que fuera por una entrada, madres emocionadas hasta las lágrimas pidiendo autógrafos en las rosadas zapatillas de la nena, bailarines rodeados de niñas con lápiz y libreta y ruegos para que vuelvan y “no se olviden de nosotros”. ¿Quién podía imaginar todo eso?

Luego parte del elenco viajó a Cuba invitado por la propia Alicia Alonso para participar en el 22º Festival Internacional de Ballet de La Habana, uno de los eventos más prestigiosos del mundo de la danza. Poco después, el 23 de noviembre, se realizó la Gala Aniversario por los 75 años del Ballet del SODRE, una ceremonia que tuvo como maestro de ceremonia a Tito Barbón (ex primer bailarín del Ballet del SODRE), invitados de Paraguay, Argentina, Brasil y al propio elenco uruguayo, además de una espectacular clausura con cientos de globos de colores y champagne a rolete. Un momento especialmente emotivo de esa gala fue cuando se exhibió un video que repasó la historia del cuerpo de baile con fotografías y fragmentos de las producciones más impactantes que componen el mayor legado del SODRE.

Como para seguir alimentando la balletmanía desatada por Bocca y el BNS, diciembre fue el mes del Lago de los cisnes, la obra emblema del ballet romántico, una pieza larga, difícil, exigente en varios aspectos que el BNS interpretó de manera gratamente sorprendente. Con entradas populares y a beneficio del hospital Pereira Rossell bailaron en el Teatro de Verano del Parque Rodó como cierre de la temporada 2010.

Inversión inteligente

En términos meramente económicos, el BNS, cuyo costo anual de producción y funcionamiento se calcula en diez millones de pesos, recaudó en estos siete meses entre esponsoreo y taquilla más de 13 millones de pesos, de los cuales cerca de ocho millones corresponden sólo a la venta de entradas.

Pero hay algo mucho más relevante e imposible de cuantificar: Bocca les devolvió a los uruguayos la posibilidad de disfrutar de un buen espectáculo, de volver a tener una compañía de repertorio con confianza en sí misma, de ver crecer a sus artistas, conmoverse y emocionarse ante lo sublime de su arte. Y, entre otras cosas, puso de relieve la importancia de la cultura en el ámbito del desarrollo, así como el papel que la danza -más concretamente el ballet- puede jugar en una comunidad.

En la interna del elenco generó un horario de trabajo con más horas, más profesional, invitó a las personas más capacitadas para dar clase y montar las obras y eliminó compartimentos estancos. Ascendió a Primera Bailarina a la uruguaya Giovanna Martinatto y Rosina Gil está en vías de ser solista. En cuanto a lo estético, se propuso unificar criterios, presentó un cuerpo de baile más joven, más fresco, más homogéneo, más ensayado, con figuras masculinas más preparadas y lo está encaminando a un modelo de excelencia con proyección internacional.

Consultado por la diaria, Bocca destacó “la confianza y el compromiso que pusieron los bailarines en este emprendimiento”, así como el crecimiento del cuerpo de baile. “Más allá del crecimiento personal de algunos bailarines, es digno de destaque el nivel alcanzado por el colectivo”, dijo el director del elenco estatal.

La temporada 2011 abrirá con Un tranvía llamado deseo y por primera vez en muchos años las temporadas venideras están programadas de antemano. Como se ve, el BNS está más que bien encaminado. No obstante, todavía queda mucho por hacer, sobre todo en lo que tiene que ver con la infraestructura para mejorar las condiciones de trabajo de los bailarines, que de momento carecen de un lugar físico donde almorzar, de sala de ensayos, y dos por tres se quedan sin ascensores. De modo que ya saben lo que les pueden pedir a los reyes magos.