Aunque en los créditos figura Julián Goyoaga como director del cortometraje, se trata de un trabajo de a dos: Germán Tejeira completa la dupla creativa, que desde 2004 viene dirigiendo y produciendo cortometrajes bajo el rótulo Rain Dogs, productora que ellos mismos crearon. Gol (2004), Tanto tiempo (2005) y Matrioska (2008) son algunos de los trabajos del dúo, pero pese a su gran reconocimiento en festivales nacionales e internacionales no logran tener un acceso al público uruguayo. Hasta ahora, sus películas se caracterizaban por ser historias cotidianas, de barrio. El hombre muerto se despega un poco de estos escenarios, desde el momento en que plantea el desafío de adaptar un cuento de Horacio Quiroga.
Los otros
Además de obtener el codiciado premio a Mejor ficción en la séptima edición de La Pedrera Short Film Festival, realizado en el balneario rochense el 8, 9 y 10 de enero, El hombre muerto arrasó con las categorías de Mejor dirección, Mejor sonido, que fue para Nandy Cabrera, y Mejor fotografía, entregado a Pedro Luque, fotógrafo que también concursaba con el ya famoso cortometraje de ciencia-ficción Ataque de pánico, de Federico Álvarez. Pese a ser el “hombre del año” para el cine uruguayo, Álvarez sólo se llevó el predecible premio de Mejores efectos especiales. Para completar los premios a uruguayos, como representante de las escuelas de cine, el cortometraje Colchones, de Lucía Garibaldi, ganador nacional del Festival Internacional de Escuelas de Cinemateca, fue nuevamente el Mejor cortometraje nacional y, además, el Mejor guión. Los realizadores argentinos también se llevaron varios galardones. Un juego absurdo, de Gastón Rotschild, fue el favorito del público y obtuvo una mención especial. Un pequeño vagabundo, de María Blanc, fue la Mejor animación y Distancias obtuvo Mejor edición para Marcela Saenz y Mejor actuación para Carlos Defeo. El premio de mejor actriz fue para la alemana Rosalie Thomass por La chica de las medias amarillas, de Grzegorz Muskala (Alemania), corto que también consiguió una mención especial.
-¿Por qué El hombre muerto en imágenes?
-El corto se realizó gracias un premio que casualmente había obtenido en otro Festival de la Pedrera. Existía un convenio con la Escuela de Cinemateca y me regalaron una cámara de cine y otros equipamientos. Apareció ese cuento, que siempre me pareció buenísimo para hacer algo. Me parece muy visual, sobre todo lo que transmite desde la cabeza del protagonista. Además, siempre tuve ganas de poder adaptar un cuento de Quiroga. Se presentaron algunas dificultades como, por ejemplo, que el corto se desarrolla en Misiones, en un bananal, y había que buscar la forma de adaptarlo. Así surgió la idea de hacerlo en las cañas de Bella Unión, un lugar que nosotros no conocíamos.
-Conserva una cierta estructura literaria marcada por la voz en off del protagonista. ¿Esto fue buscado?
-Si bien el cuento está narrado en tercera persona, la trama está en la cabeza del protagonista, por eso nos pareció necesaria la voz en off. Buscamos utilizar la mínima voz posible para que se entendiera la historia, porque el fuerte para nosotros eran las imágenes. Fue una discusión larguísima la de incluirla o no. Me parecía que la voz en sí tenía una expresividad que aportaba a las imágenes. Nos ayudó mucho el actor [Roberto Suárez], con el que trabajamos mucho para que quedara lo menos forzada posible. Hay algunas cosas, como que el hombre se considera muerto al principio de la historia, que no sé si se hubiesen entendido igual, porque se ve a alguien que está agonizando pero la idea es que el hombre sabe que va a morir y después lo que pasa es cómo llega a la muerte en sí misma.
-¿De qué forma se organiza para trabajar la dupla Goyoaga-Tejeira?
-Básicamente metemos cuchara los dos. Nos dividimos más que nada en cuanto a quién tiene la primera visión de la historia, pero después compartimos. Roberto también nos aporta mucho para la dirección de actores. Venimos trabajando con él desde Gol y ya es uno más del equipo. De hecho, vamos a seguir trabajando con él porque estamos laburando en otra historia que lo incluye. La verdad es que tenemos muchos puntos en común con lo que hace Roberto, y él supongo que también con lo que hacemos nosotros.
-El proyecto de Rain Dogs surgió en 2004. ¿Cómo se ven en el marco del crecimiento y los apoyos que ha tenido la producción audiovisual?
-Nos conocimos en la Escuela de Cine, hicimos juntos los cortos de egreso y desde entonces ya empezamos a trabajar juntos. Primero a escribir nuestros guiones y después surgió la idea de llevar adelante la producción de nuestras películas, para poder acortar el camino de los productores. Es verdad que hoy en día hay muchas más posibilidades que las que existían en 2004. Evidentemente, los nuevos fondos que han salido ayudan mucho a la posibilidad de crear, no sé si un cine uruguayo o una industria o a la posibilidad de que haya más películas, o que las películas tengan las mejores condiciones para realizarse. En 2006 ganamos el Fona con una animación de la que somos productores, Anina. Es un proyecto de Alfredo Soderguit, director de arte de El hombre muerto, Gol y Matrioska. Eso ayudó, porque fue un mojón. Y el otro mojón fue cuando el año pasado la película de Germán [Tejeira], Una noche sin luna, ganó el Fondo de Fomento (ICAU). Los cortos nos han permitido seguir trabajando, experimentando y sumando cosas, durante el camino a poder realizar la productora.
-¿Pensás que el corto es un paso para el largometraje o puede ser valorado como una obra en sí misma?
-Una cosa no quita la otra. El corto es una obra en sí y hay que pensarlo así. En el caso de nuestros cortos, quizás se nota más en este último. Los otros podían ser más un paso a una historia más grande, o con una estructura más aplicada a un largo. Yo creo que tiene una vida en sí misma y está bueno que sea así. Es un buen lugar para aprender, para aplicar ideas que uno tiene, pero también es cierto que es una carta de presentación; no sólo acá en Uruguay, afuera también. Cuando te presentás a un concurso a pedir plata generalmente te piden los trabajos anteriores y para los que no tenemos largometrajes los que funcionan son los cortos. O sea, también son un paso hacia el largo o hacia otra cosa. Creo acá no hay nadie que hoy por hoy diga: “Lo mío va a ser siempre hacer cortos”; entre otras cosas porque el corto, lamentablemente, tiene una vida pobre. Simplemente porque no tiene acceso a la gente. Es muy difícil distribuirlo y más difícil que la gente lo vaya a ver. Eso es una realidad. Con El hombre muerto tuvimos la suerte de poder viajar con Efecto Cine. Estuvo en Bella Unión, que era algo que nosotros queríamos. Pero los otros cortos no tuvieron ningún tipo de distribución o de difusión. Es difícil verlo y es difícil aceptarlo como un nuevo formato. El camino del corto es muy limitado.
-¿Cuál sería la mejor forma de distribución de cortos para evitar que se agoten en festivales?
-Mucha gente te pregunta cómo lo puede ver y le decís: “Te mando el DVD”. Qué sé yo. Sería buenísimo un espacio para ver cortos, pero nunca se terminó de consolidar. El corto llega a internet, pero no creo que todos los cortos se adapten a este tipo de difusión. Tiene sus ventajas de acceso pero no es para esa ventana que el corto está hecho. El corto se hace para ver en una pantalla grande, por lo menos los míos. También puede ser que se proyectaran cortos antes de las películas. Efecto Cine es el caso concreto del corto que puede ser visto en lugares donde es muy difícil que se consuma cine.
-¿Creés que se necesita educar al espectador para este nuevo formato?
-Capaz que sí. Y que se consolide la forma de hacer cortos. El problema es que la mayoría se hacen en ámbitos académicos, donde uno está aprendiendo o probando cosas, no hay realizaciones independientes, son muy pocas. Está la responsabilidad de hacer mejores productos para que a la gente le guste una historia que se cuenta en 10 minutos. Aunque sea corto querés ver determinado nivel de calidad, escucharlo bien y entender más o menos cómo viene la mano.
-¿Cómo sigue el itinerario de El hombre muerto?
-Estuvo todo el año pasado de gira por festivales. Empezó en Rotterdam, en enero, y anduvo por todos lados. Tuvo una mención en el Festival de Biarritz [Francia] y otra en el de Santiago de Chile. Va a seguir un tiempo más recorriendo festivales. Después capaz que lo terminamos viendo en internet, no sé.