El plomo es usado en numerosos tipos de industrias, entre ellas de baterías, metalúrgica, pigmentos para pinturas, alfarería, cables y productos químicos. Otra cantidad importante es manejada por las empresas dedicadas al reciclado de este metal pesado que llega como chatarra.

“Las intoxicaciones por plomo han sido siempre una de las enfermedades profesionales más reconocidas. Debido al conocimiento del tema y a las medidas de control, se ha reducido el número de casos más graves. Sin embargo, ahora es evidente que pueden producirse efectos adversos con niveles de exposición antes considerados aceptables”, se señala en el informe Contaminación por plomo, elaborado en 2003 por la Comisión de Salud Ocupacional del Sindicato Médico del Uruguay (SMU).

Qué plomo

Para que se desarrolle una intoxicación por plomo no es necesaria una exposición aguda importante, ya que el organismo lo acumula. Según se detalla en el informe del SMU la eliminación es muy lenta, y tiene lugar principalmente a través del riñón y también a través de otras vías como la excreción fecal, el sudor y la exfoliación dérmica. También se explica que “debido a las malas condiciones de trabajo, la exposición crónica al plomo inorgánico es una enfermedad insidiosa, lenta, con manifestaciones variadas. La fatiga, la apatía, la irritabilidad y síntomas gastrointestinales vagos son algunos signos tempranos de intoxicación crónica por plomo. La continua exposición aumenta los síntomas: insomnio, confusión, deterioro de la concentración y problemas de memoria, pérdida de la libido, esterilidad en varones, trastornos menstruales y abortos, aparición de una línea azul gris de pigmentación en las encías (ribete saturnino o de Burton). Además el plomo atraviesa la placenta”.

En la población en general el máximo permitido de plomo en sangre es de 15 microgramos/dl, sin embargo, para la población laboral los niveles aceptados y establecidos como permisibles por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1980, no deben superar los 40 microgramos/dl en adultos masculinos y los 30 microgramos/dl en mujeres en edad fértil. El Ministerio de Salud Pública (MSP) estableció en la ordenanza 145 de marzo de 2009 que el límite de exposición para los trabajadores debe ser de 30 microgramos/dl y que los controles de salud deben realizarse cada seis meses.

Gustavo Rosa, responsable de la Comisión de Salud Laboral de la UNTMRA, dijo a la diaria que el protocolo que lleva adelante el Banco de Seguros del Estado (BSE) para realizar los controles a los trabajadores toma como máximo permitido los 40 microgramos/dl a diferencia del establecido por el MSP. “Si alcanza ese nivel, el empleado es retirado del lugar de trabajo, se lo envía al BSE, se le hacen nuevos exámenes y cuando baja ese nivel vuelve al lugar de trabajo. Si llegan a existir valores más altos de 60 el trabajador queda internado y se le realiza un tratamiento quelante (que limpia el cuerpo de sustancias químicas). Por eso el único fin que le vemos de mantener ese nivel más alto es para que los empresarios no tengan que alejar más temprano del puesto de trabajo al empleado”, señaló y agregó que “los límites de exposición están fijados en base al trabajo de 40 horas semanales pero son pocos los trabajadores que trabajan ese horario, generalmente sobrepasan las 44 horas semanales”.

Según Leonardo Díaz, integrante de la comisión, el tratamiento que se realiza no siempre es del todo efectivo. “Tenemos un compañero que hace tres años está fuera de su lugar de trabajo porque nunca le bajó el nivel de 40 y ahora tiene problemas cardíacos”, explicó.

Medidas correctivas

Según los trabajadores, son varios los casos de empleados que luego de ser retirados de su lugar de trabajo y de bajarles el nivel de plomo, éste vuelve a subir cuando se los reintegra al empleo.

En ese sentido, la profesora adjunta del departamento de Salud Ocupacional de la Facultad de Medicina, Stella de Ben, dijo a la diaria que “cuando se retira un trabajador del lugar contaminado hay que establecer medidas de corrección en el ambiente. Si no se corrigen las medidas, el trabajador continuará en la misma situación y volverán a subirle los niveles. Tener un nivel superior a 30 no indica enfermedad; se utiliza para controlar al trabajador y establecer medidas correctivas en el ambiente”. Son varias las medidas higiénicas y preventivas que deben adoptarse en los lugares de trabajo para evitar o disminuir la exposición al plomo.

En el informe del SMU, se señala que el principio fundamental es prevenir la inhalación de plomo y en segundo lugar evitar su ingestión. “La forma más eficaz de alcanzar estos objetivos es sustituir los compuestos de plomo por sustancias menos tóxicas. Tal es el caso de uso de polisilicatos de plomo en alfarería, del abandono del uso de pinturas de policarbonato de plomo para interiores, para reducir la exposición de los pintores. Cuando no es posible evitar el uso de plomo, puede evitarse el polvo del metal; se puede rociar con grandes cantidades de agua para evitar la formación de polvo y su dispersión en el aire”, se detalla en el informe. Además se agrega que los trabajadores deberán contar con un equipo de protección adecuado, que debe lavarse o cambiarse regularmente y que deben guardarse en compartimentos separados de los de la ropa de calle. Tampoco pueden faltar las instalaciones sanitarias con ducha de agua caliente y una limpieza regular del lugar.

También es importante que se les dé a los trabajadores el tiempo necesario para lavarse antes de comer y se les prohíba comer, fumar y tomar mate en la proximidad de las áreas en que se procesa el plomo. Para Díaz, medidas tan sencillas como rociar el piso con agua muchas veces no se tienen en cuenta.

Según Rosa, la ropa de trabajo contaminada debe quedar en la empresa. “Nosotros llevamos nuestra ropa contaminada a nuestra casa y los niños son la fuente de mayor riesgo, porque están en edad de crecimiento, les perjudica en su desarrollo y les trae muchas consecuencias a la larga. El tema del plomo hace muchos años que lo venimos planteando. Es una gran debilidad a nivel nacional, falta tratamiento para poder atacarlo y está presente en varias industrias afectando a los trabajadores”, dijo.

“Por lo general los empresarios ven estos temas de salud como un gasto. Nosotros quisiéramos que se eliminara el plomo del sistema de producción. No es fácil, pero al bajar los niveles el empleado va a estar menos expuesto a esa contaminación y va a trabajar por más tiempo”, señaló Juan Alfonso, otro integrante de la comisión.

Recientemente se crearon ámbitos de diálogo entre los trabajadores y las empresas en temas relacionados a la salud laboral, algunas han sido más receptivas al tema pero en otras la lucha es permanente.

“Hay empresas que están haciendo cosas. El tema es que seguimos contaminándonos y cada vez se da en gente más joven. Hay otras empresas en las que no se han podido generar los ámbitos de discusión y es algo establecido por ley que no siempre se cumple. Queremos llamar la atención de que esto está pasando, se están generando gastos y los trabajadores se siguen contaminando si no se analiza realmente dónde está el problema. No queremos que se cierren empresas, queremos que se siga trabajando y que haya más fuentes de trabajo, con óptimas condiciones y cumpliendo la normativa”, sostuvo Rosa.

No está a la vista

Para la profesora De Ben, la plombemia en los trabajadores “fue por muchos años un tema no muy explorado ni atendido. En los últimos años se le ha puesto más energía al control de este tema. Lo ideal es que el nivel de contaminación tienda a cero porque el plomo es un contaminante. Nadie tendría que tenerlo pero es imposible evitarlo con esta realidad”. Según explicó los efectos dependen de los niveles y del tiempo que la persona estuvo expuesta al plomo. “Puede ir desde síntomas a nivel hematológico como anemias, hasta hipertensión arterial y problemas neurológicos. En los últimos años los efectos sobre la salud son menores, porque a pesar de las malas condiciones laborales algún control hay y no se llega a niveles muy altos”.

Walter Migliónico, integrante del Departamento de Salud Laboral y Medio Ambiente del PIT-CNT, coincidió en que falta tratamiento del tema y presión de los organismos estatales sobre las empresas que trabajan con plomo. “Si no ajustás lo que tiene que ver con las condiciones de trabajo, en una semana una persona puede tener niveles altísimos de plomo. Son necesarias acciones más completas para evitar la contaminación de los trabajadores. Algún avance ha habido, hay mayor control pero sigue habiendo problemas. Es una población de trabajadores cercana a las 400 personas. Hay muchas empresas que reciclan plomo y nadie sabe nada, no está a la vista el problema. Tuvo mucha repercusión con el ambiente en general vinculada a la contaminación infantil pero en los ámbitos de trabajo pasa desapercibido”, concluyó.

Fernando Tomasina, profesor adjunto de la cátedra de Salud Ocupacional de la Facultad de Medicina, consideró que “se avanzó mucho en los últimos nueve años en el área de control de salud de los trabajadores. La ordenanza 145, que modifica una anterior, obliga a realizar controles periódicos y bajó el nivel permitido a 30. El problema es que si no se toman medidas sobre el ambiente de trabajo, no sirve de nada. Lo que queda pendiente, y desde la Universidad de la República lo hemos planteado, es la reglamentación del convenio 161 de la OIT que establece la obligatoriedad de tener servicios de salud en el trabajo que permitan realizar los controles de salud que fija el MSP”.

Tal como se detalla en el informe del sindicato médico, Uruguay carece de investigaciones científicas publicadas acerca de la contaminación por plomo en los lugares de trabajo. “Es muy poco lo que se ha investigado en un tema tan importante y sustancial para la salud de los trabajadores”.