En poco más de un año de gestión, Obama tuvo que afrontar importantes desafíos en diversas áreas, pero sin lugar a dudas uno de los principales fue el relacionado con la economía. El primer presidente afrodescendiente de Estados Unidos asumió en medio de una de las más graves crisis en la historia del país, y ya de arranque tuvo que realizar importantes intervenciones fiscales para frenar el derrumbe. Así, luego de largas idas y venidas en el Congreso, el 17 de febrero de 2009 el entonces novel (y ahora Nobel) presidente promulgó un plan de estímulo económico dotado de 787 mil millones de dólares.

Salto alto

El Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense aumentó 5,7% en el último cuarto de 2009, con el mayor ritmo de crecimiento desde 2003, según informó el Departamento de Comercio, lo que implica técnicamente el fin de la recesión económica (dos trimestres consecutivos de crecimiento). La cifra superó además las previsiones de los analistas estadounidenses, que esperaban un aumento del producto de 4,8% entre octubre y diciembre. De todos modos, a lo largo de 2009 el PIB disminuyó 2,4%, lo que representa su mayor contracción desde 1946. Los economistas atribuyen el repunte a la mejora en el mercado inmobiliario y al avance de la producción industrial, aunque las compañías siguen sin aumentar su ritmo de contrataciones, lo que hace que el desempleo permanezca en 10%. Los expertos advierten, de todos modos, que parte del fuerte repunte del último trimestre de 2009 obedeció a factores transitorios, como el estímulo gubernamental. El PIB se disparó pese a que el gasto de los consumidores y las inversiones privadas siguen con desempeños flojos: el consumo, motor de la economía estadounidense, fue durante el último trimestre de 2009 un 2% mayor que en el mismo período de 2008, pero el ritmo de la recuperación disminuyó, ya que el penúltimo trimestre de 2009 había arrojado un resultado 2,8% superior al del mismo período del año anterior. Eso se relaciona con que hasta agosto el crecimiento estuvo sostenido por el programa gubernamental de incentivos al sector automotor, que ya concluyó.

Pero los apoyos económicos no terminaron allí, sino que continuaron a lo largo de 2009, con nuevos e importantes desembolsos de dinero por parte del gobierno

Estos esfuerzos comenzaron a dar resultados sobre la segunda mitad del año y actualmente la economía estadounidense está en fase de recuperación, incluso aumentando fuertemente su Producto Interior Bruto (PIB) en el último trimestre del año (ver recuadro).

Pero aún persisten demasiadas incertidumbres respecto a lo que ocurrirá cuando comiencen a retirarse los estímulos fiscales que se vienen aplicando. Además, el desempleo continúa en el 10%, y eso constituye otro síntoma de vulnerabilidad.

Pero hubo un hecho, para nada económico, que llevó a que Obama volviera a enfocarse en la economía como centro de su política para conseguir un esquivo respaldo popular: la derrota demócrata en las elecciones del 17 de enero para elegir al sucesor del fallecido senador Edward Kennedy como representante del estado de Massachussets, territorio históricamente dominado por el actual oficialismo, privó a Obama de la “súper mayoría” en el Senado. Este desenlace puso en jaque al ambicioso proyecto de reforma del sistema de salud, uno de los pilares del plan de gobierno del presidente.

Ante ello y debido al deterioro de su imagen, el mandatario salió a trancar duro y, en una guiñada a la población, anunció una reforma financiera y planes de apoyo a la clase media, dedicando la mayor parte de su discurso anual sobre balance y perspectivas ante el Parlamento (el tradicional “informe sobre el estado de la Unión”) a la necesidad de crear puestos de trabajo.

Cincha poroto

La propuesta de reforma financiera consiste en limitar la acción y el tamaño de los bancos, y se conoció luego de que los seis grandes grupos bancarios del país anunciaran que habían cerrado 2009 con elevadas ganancias y en consecuencia habían otorgado millonarias bonificaciones a sus directivos, lo cual provocó el malestar de la población, que en su mayoría aún sufre las dificultades económicas derivadas de la crisis financiera (ver nota vinculada).

Entre las medidas para la clase media se destacan el aumento de las reducciones fiscales correspondientes a los responsables de la custodia de niños y a los jubilados, un límite máximo para los reembolsos de préstamos estudiantiles y un incremento de los subsidios para las familias que tienen ancianos a su cargo (ver la diaria del 27/01/10, página 13).

El miércoles, cuando Obama realizó su esperado informe al Congreso, dedicó dos terceras partes de su oratoria a la economía del país y fundamentalmente a la necesidad de crear nuevos puestos de trabajo.

“El empleo debe ser nuestro objetivo número uno en 2010 y por eso pido este año un proyecto de ley para la creación de nuevos trabajos”, dijo Obama, y propuso usar 30 mil millones de dólares de las ayudas devueltas por Wall Street para que los bancos comunitarios, que son pequeñas entidades locales, extiendan más créditos a las empresas, a fin de que éstas puedan efectuar más contrataciones.

También propuso un incentivo fiscal para las firmas que aumenten sus plantillas de trabajadores o que eleven los salarios, y rebajas tributarias para fomentar la inversión.

Asimismo, se comprometió a duplicar las exportaciones en los próximos cinco años, lo que creará dos millones de nuevos puestos de trabajo según el mandatario.

Con estas movidas, Obama intenta mejorar su imagen y la de su partido, de cara a las elecciones legislativas del mes de noviembre.

El discurso parece haber dado algunos resultados, ya que según consignó la agencia EFE, una encuesta de la cadena CBS realizada el mismo miércoles indicó que 83% de los telespectadores que siguieron el discurso aprobaban las propuestas presidenciales.